frunció el ceño antes de responder.
–¿Y qué ocurrirá si eres quien piensas ser? ¿Te quedarás en Seattle? ¿Buscarás un sitio en Richmond Developments?
–Todavía no lo sé –admitió él–. En casa tengo un buen equipo que lleva mi empresa, pero siempre hace falta que alguien lo dirija. Al fin y al cabo, la idea inicial fue mía y odiaría que alguien la cambiase mientras estoy aquí.
–¿Y has pensado alguna vez en dedicarte a la política? Porque no has respondido a mi pregunta.
Él sonrió.
–Es cierto. Si somos hermanos, debería serte sincero, ¿no?
Suspiró.
–Supongo que tengo la esperanza de hacerme un hueco aquí sin pisar a nadie. Sé que tanto Keaton como tú habéis trabajado en la empresa familiar desde que terminasteis la universidad y es probable que incluso antes.
Kristin asintió.
–¿Y?
–Que yo no quiero ser el recién llegado que pasa por encima de los demás para conseguir lo que quiere. Dicho eso, debería haber formado parte de esta familia y de Richmond Developments toda mi vida. Quiero un lugar en mi familia.
Kristin volvió a asentir.
–Lo comprendo, pero hasta que tengamos los resultados de las pruebas de ADN, estás en el limbo, ¿no? ¿Y qué has hecho con tu negocio? ¿Estás de excedencia mientras estés aquí, has nombrado a un sustituto?
–De momento, estaré tres meses de excedencia.
Kristin ladeó la cabeza y lo miró muy seria.
–Esto es muy importante para ti, ¿verdad? No se trata solo de encontrar a tu familia biológica, sino, más bien, de encontrar tu verdadera identidad.
Logan, que no había sido consciente de lo tenso que estaba, se relajó ligeramente.
–Eso es. Tenía que intentarlo. Pensé que en tres meses podría demostrar que pertenezco a esta familia y descubrir si encajo o no en ella. Si no, siempre tendré mi otra familia y mi trabajo en Nueva Zelanda. Tampoco planeo abandonarlos.
Kristin asintió y lo miró con curiosidad.
–¿Y qué le parece a tu familia de allí que hayas venido?
Logan hizo girar un bolígrafo entre los dedos mientras pensaba su respuesta.
–A algunas personas les preocupa que todo esto manche el nombre de mi madre, en especial, por el asunto del secuestro. No obstante, casi todos mis primos entienden el motivo por el que es tan importante para mí. No voy a darles la espalda. Siempre los querré y los respetaré. Mi abuela todavía vive y me ha dado su bendición. Seguimos considerándonos familia. Eso es todo.
–Nuestros abuelos ya no viven –comentó Kristin–. Fallecieron antes de que yo naciese y Keaton era demasiado pequeño para recordarlos. ¿Piensas que tu abuela también nos aceptaría a nosotros?
Logan sonrió de oreja a oreja.
–Os recibiría con los brazos abiertos. Lo mismo que todos mis primos.
–Papá y mamá son hijos únicos, así que tampoco tenemos primos. A mí me gustaría formar parte de una familia más grande.
–Al parecer, si los resultados son positivos, todos podremos beneficiarnos.
La expresión de Kristin se suavizó mientras hablaban del pasado de Logan y este se dio cuenta de que su hermana era en realidad una persona muy familiar, que también buscaba un lugar al que pertenecer, lo mismo que él. Logan empezó a tener la esperanza de que Kristin lo aceptase en la familia.
–Qué fotografías más buenas. ¿Qué cámara has utilizado? No es la del teléfono, ¿verdad? –le preguntó ella, cambiando bruscamente de tema.
–No.
Logan sacó la cámara y se la ofreció.
–Utilizo esta para trabajar, aunque también suelo llevarla cuando salgo por ahí. No quiero perderme nada que pueda ser una fuente de inspiración.
Kristin sonrió al ver la cámara.
–Oh, vaya –dijo de repente unos minutos después–. Se supone que tengo que estar en otra parte. Ya seguiremos charlando en otro momento.
Logan se puso en pie y le tendió la mano. Kristin dudó un instante antes de aceptarla.
–Gracias –le dijo él.
–¿Por qué?
–Por hablarme como si no fuese el enemigo. No lo soy.
Ella asintió.
–Sí, lo sé, pero no solo me tienes que convencer a mí.
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