Leonardo Marcote

María Claudia Falcone


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a su fin, muchos militantes habían quedado en el camino y otros festejaban victoriosos en las calles de todo el país. El sueño de traer a la patria al líder peronista se había hecho realidad.

      3 Nelva Falcone, discurso pronunciado en la plaza Rigolleau, en el Partido de Berazategui, año 2000.

      Insignia de la Unión de Estudiantes Secundarios.

      LOS PENDEJOS DE PERÓN

      EL 20 de abril de 1973, tuvo lugar en el salón de actos del sindicato del Calzado el acto fundacional de la Unión de Estudiantes Secundarios (UES). A partir de ese momento, dice el historiador Roberto Baschetti, “como una ola gigante, como un tsunami incontenible, la propuesta llegó hasta el último ámbito estudiantil de la patria”.

      Los aplausos retumbaban en el amplio local de la calle Yatay, en Capital Federal. Los canticos decían, “¡Aquí están, estos son, los pendejos de Perón!”, luego de Caretti continúo haciendo uso de la palabra Juan Manuel Abal Medina, quien afirmó, “El 25 de mayo van a estar en libertad todos los compañeros presos”. A lo cual los estudiantes respondieron con aplausos y más cánticos.

      La primera conducción nacional de la UES, estaba integrada por: “Él Roña” Bekerman, “El Negro”, “Barbeta” Claudio Slemenson, “El Gringo” Cristian Caretti, Liliana Fernández y Mario Moldován. Estudiantes del Nacional Buenos Aires, del Carlos Pellegrini y el Nicolás Avellaneda.

      Para Roberto Baschetti, las diferencias entre la primera UES, creado por Perón en 1953 y la segunda fundada en 1973, “son abismales”. La primera “es una organización institucional formada desde el propio gobierno con la idea obviamente también de que los estudiantes secundarios tuvieran un ambiente de participación y demás, pero era un estado (el peronista) que ya estaba prácticamente consolidado, y el papel de esa UES fue mínimo, y encima cuando cae Perón (en el `55) actúan sin pena ni gloria, se disuelve y nadie pelea, ni lucha. No hay ningún elemento que diga, bueno, estos pibes siguieron en la resistencia peronista. Yo nunca encontré o no me acuerdo, podrá haber algún caso aislado, pero no en la cantidad y en la forma que hubo en esta segunda UES, que realmente si pelearon por un cambio de sistema, dentro de una organización revolucionaria. O sea, que las diferencias son el día y la noche.

      “Digamos, los primeros no peleaban por cambiar nada porque todo ya se había hecho desde el gobierno peronista. Los segundos peleaban para cambiar un sistema injusto, peleaban por la liberación”.

      Mientras la UES se conformaba a nivel nacional, Claudia estaba cursando el último año de la escuela primaria en el Normal 2. Tenía trece años y parecía estar preocupada únicamente por jugar con sus amigas, por ir todas juntas a comer “Hottys”. O en las vacaciones de invierno ir al cine a ver, “Hermano Sol y Hermana Luna”, película relacionada con la vida de San Francisco de Asís. Sin embargo, la vertiginosidad del tiempo, hará que en pocos meses este militando activamente.

      Jorge, por su parte, ya había terminado un año antes el secundario en Bellas Artes y se anotó en Medicina, para darle el gusto a su papá. Rápidamente pasa a militar en la Federación Universitaria de la Revolución Nacional (FURN), expresión universitaria de Montoneros en La Plata.

      Cuando todo parecía estar en su lugar la familia sufre la muerte de Clemente.

      “Mi abuelo había sido confinado a un reducido cubículo de la casa, tabique por medio de la habitación habilitada para refugiar la pubertad de mi hermana. Desde el otro lado entonces, cada noche le exigía a aquella niña-mujer que le diera lecciones de inglés. Su contumacia lo acompañó hasta el 4 de julio de 1973, circunstancia en que se lo llevó un cáncer de laringe al cabo de una penosa agonía. Siempre me arrepentí de llevarle al Hospital `San Juan de Dios´ un visor de diapositivas con las fotos que tomara en plena Masacre de Ezeiza: El referente masculino más influyente que tuve en la vida debió haberse despedido del mundo sin más sombras que su dolencia. Pero yo era bastante inmaduro aún para advertirlo, y me pudo este temprano afán de documentar la vida. Recuerdo que el día previo a su muerte, aburrido de agonizar, me dijo `yo no puedo seguir recibiendo gente así, con esta cara... mañana mismo me afeito”.

      “En Ezeiza las fuerzas más conservadoras del país, comenzaron a tratar de pensar un proceso de transformación profunda”. Explica Jorge. “Yo no sé cuántos millones de personas hubo, algunos dicen dos, otros dicen tres, otros dicen que llegaba a cuatro millones. Esas personas estaban encabezadas por las banderas de las organizaciones revolucionarias del peronismo, quizás por eso o, mejor dicho, por eso se desencadenó la tragedia. Donde un agente de la CIA, como López Rega, contrató francotiradores de la OAS, organización que en Argelia había combatido contra el Frente de Liberación Argelino, para desatar la masacre que hubo.

      “No veíamos por qué el General tenía que recostarse sobre los sectores más retrógradas del movimiento, pero bueno, hasta los líderes se equivocan y él no tuvo mejor tino que tratar de frenarnos apostando a gente que yo no sé si él era consciente de hasta dónde estaban dispuestos a llegar, porque yo siempre digo una metáfora que suena dura pero es la más feliz que yo he podido construir para mí, hasta ahora, ‘si el papa te excomulga del vaticano, la inquisición te aniquila’, y en la medida en que Perón a nosotros nos sacó tarjeta roja todos los sectores de derecha, que estaban agazapados para saltarnos al cuello, se sintieron legitimados. Y todavía viven de renta de ese episodio disputando si nuestra identidad era genuina o si estábamos maquillados como peronistas”.

      Una vez en el poder “El tío” Cámpora se recostó sobre los sectores más juveniles del movimiento y se ganó la antipatía de la derecha peronista, sobre todo la del ultra derechista Teniente Coronel Jorge Osinde, responsable máximo de la masacre de Ezeiza.

      Cámpora se vio forzado a renunciar, el 13 de julio de 1973. Tan solo 49 días duro la llamada “Primavera Camporista”. La noticia de la renuncia de uno de sus hombres más leales fue anunciada por el mismo Perón en cadena nacional.

      Momentáneamente la presidencia fue ocupada por Raúl Alberto Lastiri, yerno de “El Brujo” José López Rega.

      Finalmente, el 12 de octubre de 1973, después de un holgado triunfo en las elecciones del 23 de septiembre, Perón comienza su tercera presidencia.

      Con el viejo líder peronista en el poder también desembarco López Rega, su secretario personal, quien mantendrá su cargo y también pasará a ocupar el máximo cargo en el Ministerio de Bienestar Social, el de mayor presupuesto de todo el gabinete.

      La primavera había terminado y aquella revolución que estaba a tan solo un paso comenzaba a desandar su camino.

      Para el historiador y militante montonero, Ernesto Jauretche, en “aquellos tiempos vertiginosos, el debate se saldó a través de la acción: la Juventud Peronista fue asta y bandera de jóvenes de todas las edades. Bajo sus carteles se encolumnaron niños, adolescentes, jóvenes, adultos y ancianos; hombres y mujeres; trabajadores de todos los oficios –aun militares y policías–; estudiantes – secundarios y universitarios