Leonardo Marcote

María Claudia Falcone


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y la capacitación de un militante de la JP para ser guerrillero no estaba dada por sus grados de aprendizaje en la enseñanza formal. Se juntaron obreros y clases medias, mecánicos, jubilados, abogados, chorros comunes, estudiantes y amas de casa. Los chicos de la UES tenían 15 años, la Tía Tota 60, Abal Medina murió antes de cumplir los 30. Así fue la primera generación de Montoneros.

      “Con esa composición social y de edades se llegó al 11 de marzo de 1973. Después vino el ‘engorde’.

      “El ‘engorde’ tuvo tres vertientes perfectamente diferenciadas: dos, provenientes de las capas medias estudiantiles y profesionales; la otra, de las agrupaciones políticas y sindicales del peronismo combativo.

      “La primera, se caracterizó por la extrema juventud del grueso de los militantes.

      Es la época del florecimiento de la UES y la JUP, que más adelante nutrieron de ‘soldados’ al Ejército Montonero.

      “Otra fue la llamada ‘brigada 11 de marzo’, que aludía al oportunismo de políticos, profesionales y demás recién llegados a ocupar los lugares ganados por otros en años de lucha”.

      “La última, de edades algo mayores, alimentó las filas de la JP en el territorio y la JTP en las fábricas. Fueron los activistas que hicieron el ‘rodrigazo’.

      “Aun así, el promedio de edades de los militantes del gran movimiento montonero impide definirlo como un fenómeno juvenil.

      “Sería entonces un error identificar a la guerrilla con una franja etárea juvenil y una pertenencia social de clase media: carecemos de una estadística seria, pero sabemos que la CONADEP –insospechable de una tendenciosidad proletaria– estableció que el 30,02 % de los desaparecidos eran ‘obreros’, un 17,9 ‘empleados’, un 10,7 ‘profesionales’, un 5,7 ‘docentes’, un 3,8 ‘amas de casa’, un 1,6 ‘periodistas’ y un 1,3% ‘artistas’: esto da que más del 70% de las víctimas fueron trabajadores adultos.

      En eso días vertiginosos, Claudia comenzaba a mostrar la personalidad tan fuerte que tendría. Su prima hermana, Laura Dillon será testigo de ese cambio.

      “Dentro de la familia Jorge (padre) y Nelva, eran considerados ‘ovejas negras’”, explica Laura. “Eran los únicos peronistas. Toda la familia era radical al mango y salió a festejar el derrocamiento de Perón en el ‘55.

      “Mi tío era muy lúcido, muy inteligente. No era un tipo demostrativo, pero se notaba que tenía una cierta debilidad con María Claudia.

      “Nelva era la extrovertida, un volcán siempre en ebullición, con una fuerza increíble. No tenía filtro y decía lo que pensaba.

      “No es casual que Jorge (hijo) y María Claudia fueran lo que fueron. El ser contestaría, Claudia lo sacó de Nelva. Pero mi tío no se quedaba atrás; él era más de acción y no de tantas palabras”.

      4 La Opinión, mayo 1973.

      5 La Masacre de Ezeiza es el nombre por el que se conoce al enfrentamiento entre la izquierda y la derecha del Peronismo, en ocasión del regreso definitivo a la Argentina de Perón luego de 18 años de exilio.

      6 Ernesto Jauretche, Violencia y política en los ’70, no dejes que te la cuenten, Ediciones del Pensamiento.1997.

      7 Tendencia Estudiantil Revolucionaria Socialista (TERS)

      Obras de Claudia.

      EL BACHILLERATO

      BELLAS ARTES

      TRES FUERON los años que Claudia pudo concurrir al Bachillerato Bellas Artes, pero sólo completó los dos primeros, 1974 y 1975. En 1976, Claudia asistió hasta el 15 de septiembre, porque en los primeros minutos de la madrugada del 16 la secuestraron y desaparecieron.

      Las dos cuadras que separaban su casa del Bachillerato eran una comodidad que compartió con compañeros y amigas que en varias oportunidades se quedaron en su casa a almorzar o a tomar la merienda. Nunca se le decía no a nadie no tuviera las monedas suficientes para regresar a su casa. Muchos estudiantes asistían doble turno y era muy costoso el regreso a sus casas. Nelva sabía que eso era así, y por eso siempre esperaba la llegada de María Claudia para poner la mesa, nunca se sabía con cuantos compañeros podía llegar a entrar y desde el zaguán gritarle, “mamá, vine con dos amigas” o “mamá, vine con tres compañeros”.

      Todos los estudiantes que ingresaron aquel 1 de abril de 1974 lo hicieron sin restricciones y sin examen de ingreso. Cuando históricamente debían hacerlo mediante un sorteo. Fue el único año en que ingresaron todos los alumnos que se anotaron y fueron divididos en cuatro divisiones: A, B, C y D, un total de aproximadamente 30 alumnos por cada división. Primer y segundo año debían cursar por la tarde, en el horario de 13 a 18 horas; tercero, cuarto y quinto año, de 07:40 a 12 horas; turno noche, de 19:30 a 22:10. Para los días sábados el horario era de 07:40 a 11:45 horas.

      Debido a los acontecimientos trágicos que ocurrirán sólo pudieron terminar el primer año con el segundo trimestre cumplido y la eximición fue con nota 4.

      Eran muy pocos los estudiantes que no participaban o no sentían afinidad por algunas de las organizaciones políticas que se manifestaban dentro del Bachillerato. La más numerosa en aquel momento era la UES. En menor cantidad, pero con gran participación también estaban: el Grupo de Estudiantes Secundarios Antiimperialista (GESA); la Juventud Comunista Revolucionaria (JCR); la Federación Juvenil Comunista (FJC); y la Juventud Guevarista (JG), entre otras.

      Aquel estudiante que no participaba de alguna de estas organizaciones era considerado