Lisa Mosconi

El cerebro XX


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rescate. Su trabajo ha sido crucial para descubrir que el cerebro de una mujer es más sensible que el de un hombre a las fluctuaciones hormonales y a ciertos factores de riesgo relacionados con la medicina y con el estilo de vida. En El cerebro XX, Lisa nos explica con meticulosidad los pasos a seguir para nutrir y proteger nuestro cuerpo y nuestra mente a fin de garantizar la resiliencia de nuestro cerebro a lo largo de nuestra vida (antes, durante y después de la menopausia). Te formará como investigadora para que entiendas y evalúes tus propios riesgos, te preparará en el proceso de diseñar un plan de salud y finalmente te proporcionará las claves de todas las opciones terapéuticas disponibles para ti. Sus resultados son personalizados y focalizados, pues brinda un programa a la medida que busca soluciones innovadoras a tu favor. Como buena científica, sabe que no puede ofrecer curas milagrosas; por el contrario, te pide que participes activamente en el cuidado de tu salud. Debemos comenzar a cuidar nuestro cerebro desde muy temprano. Requiere perseverancia y disciplina, pero las recompensas son para toda la vida.

      Entre los avances más interesantes en el campo de la salud cerebral está la noticia de que modificar tu estilo de vida puede ayudar a reparar, rejuvenecer y conservar tu cerebro. Allí donde los medicamentos fallan, las mujeres responden de manera positiva a los tratamientos médicos y ajustes del estilo de vida con orientación de género. Lisa ha estado a la vanguardia de estos avances desde el principio. Este conocimiento es crucial, puesto que el alzhéimer es una enfermedad que comienza en el cerebro entre veinte y treinta años antes de que surja cualquier síntoma. Aunque se han visto mejoras en todas las edades, intervenir con suficiente antelación es clave para la prevención. La forma en que vivimos hoy tiene un impacto enorme en nuestro mañana. Incluso si tu salud no ha sido tu prioridad en el pasado, puedes empezar a hacer cambios desde hoy que literalmente salvarán tu vida.

      Personalmente, he seguido muchas de las recomendaciones que se incluyen en este libro. He modificado mi alimentación (probablemente no tanto como debería), duermo bien, trato de reducir mi nivel de estrés; siempre he hecho ejercicio (ahora trato de hacerlo de una forma diferente), evito exponerme a situaciones tóxicas, procuro salir a caminar a algún sitio donde pueda convivir con la naturaleza y desconectarme de la tecnología, tengo una vida espiritual, trato de mantenerme socialmente ocupada, intento aprender cosas nuevas (estoy aprendiendo a jugar póker).

      Espero que El cerebro XX te inspire a aprovechar la sabiduría que Lisa pondrá a tu alcance. Como mujeres, tenemos el derecho de exigir información y evidencia científica sólida sobre lo que podemos hacer ahora para reducir cualquier riesgo futuro, mientras mejoramos nuestra salud cognitiva. Es momento de adquirir el conocimiento preciso para tener la conciencia y las herramientas necesarias para garantizar nuestro bienestar físico y mental.

      Lisa y yo compartimos esta pasión. Nos dedicamos a enseñar a las mujeres a priorizar la salud cerebral de la misma manera en que fomentamos un enfoque de mayor cuidado para valorarnos a nosotras mismas y a nuestro cuerpo como un todo. Queremos inspirarte a luchar por la salud femenina, a mantener la curiosidad, a alzar la voz y buscar las respuestas que te permitan vivir con buena salud.

      Lo que hubiera dado por tener este libro cuando tenía veinte años. Desearía que alguien me hubiera explicado los cambios cognitivos que podía experimentar durante y después del embarazo. Me hubiera gustado recibir consejo en mis cuarenta sobre los cambios que le ocurrirían a mi cuerpo y a mi cerebro a lo largo de la siguiente década. No obtuve esta información antes, pero agradezco que ahora exista este libro para mis hijas y las siguientes generaciones de mujeres, para que todas aprendan a cuidar su cerebro y disminuir su riesgo de desarrollar alzhéimer y otras demencias.

      Con frecuencia digo que la mente es tu mejor activo. Te acompañará durante el resto de tu vida, así que ahora es el momento de cuidarla. Y pese a que todos deberíamos cuidar nuestro cerebro desde jóvenes, el hecho es que, sin importar tu edad, nunca es demasiado tarde para empezar, incluso hoy. Espero que con la ayuda de Lisa te sientas inspirada a hacerlo: ¡disfruta la aventura de conocer tu cerebro!

      MARIA SHRIVER

      Introducción

      Recuperar la salud de la mujer

      En todo el mundo la igualdad de la mujer ha tenido grandes avances desde la época de las sufragistas y el movimiento de liberación femenina; esos movimientos se están reevaluando en la actualidad. Entre el movimiento #MeToo, la comunidad global Lean In (Vayamos adelante) y la creciente demanda para que las mujeres contribuyan equitativamente a la fuerza laboral y al hogar, pese a la brecha salarial que aún persiste, a diario surgen preguntas sobre cuán iguales o cuán distintas somos las mujeres. Mientras tanto, se sigue discutiendo a gran escala lo que en realidad significa ser mujer.

      Empecé a escribir este libro a raíz del #MeToo, un movimiento que reconoce desde una perspectiva distinta las maneras en que las mujeres sufren abusos y ataques de forma descarada. Pero existen matices más profundos en este movimiento, que más bien hablan de cómo las mujeres son socavadas de modos más sutiles (no acosadas, sino descuidadas, rechazadas y en ocasiones saboteadas). A escala global, las mujeres están financieramente arruinadas debido a la brecha salarial que existe frente a los hombres de forma consistente y universal. Se les menosprecia legalmente e incluso son consideradas como una propiedad en muchas partes del mundo. Se les obstaculiza intelectualmente, puesto que conforman 60 por ciento de los 774 millones de adultos analfabetos en el planeta, cifras que no han cambiado mucho en veinte años. Estas disparidades salen a la luz en todas partes, aunque aún está por verse si algún cambio resultará de la unión de muchas voces o un discurso más enérgico.

      No obstante, pese a todas las discusiones en torno a las formas en que las mujeres reciben un trato distinto a los hombres, un tema que lamentablemente permanece es el más cercano a mi corazón: la noción de disparidad de género en torno a la salud y el bienestar. Así como la seguridad social, financiera y física de las mujeres sigue siendo desigual, la salud femenina corre un grave peligro. A las mujeres se nos prometió que podíamos “tenerlo todo”; en realidad, hemos descubierto que eso significa “hacerlo todo”. Y además recibimos un sueldo y un reconocimiento menores, y todo eso ocurre a expensas de nuestra salud. Se nos enseña a ver cuántas pelotas podemos mantener en el aire y a aplicar nuestra más profunda determinación para conservarlas ahí. Solemos exigirnos demasiado mientras sorteamos esta incómoda pista de obstáculos, muchas veces llevando nuestro cuerpo y nuestra mente al límite. Mientras hacemos verdaderos malabares, la sociedad nos empuja a lograr todo sin derramar una sola gota de sudor, con una sonrisa en el rostro, y con un ojo en el espejo para asegurarnos de que nos “vemos bien” durante el proceso. La lista de exigencias sociales, culturales y familiares de las que las mujeres somos objeto es bastante extensa, y la salud parece no figurar en ella. No es necesario recurrir a un científico para darse cuenta de que algo está mal aquí.

      Sin embargo, sí se requiere un científico para denunciar la forma en que las mujeres son ignoradas a nivel médico, donde comúnmente no se reconocen nuestras necesidades, se malentienden o simplemente se descartan. Esto se debe a que históricamente el campo de la medicina ha estado dominado por hombres, lo cual provocó que el prototipo para la mayoría de las investigaciones médicas fuera un hombre. Por diversas razones, las cuales discutiremos en breve, las intervenciones médicas han sido en su mayoría probadas, dosificadas y modeladas con base en sus efectos sobre los hombres. Esto no es producto de una teoría conspiratoria, sino más bien un reconocimiento de los efectos y consideraciones que se han hecho a lo largo de siglos, que nos han llevado a enseñar y practicar la llamada “medicina bikini”; he aquí una explicación para quienes desconocen el término: históricamente, los profesionales médicos creían que lo único que diferenciaba a las mujeres de los hombres eran aquellas partes del cuerpo que se hallaban debajo del bikini (o sea, nuestros órganos reproductivos). Separar estas “partes” significaba que la mayoría de los médicos diagnosticaba y trataba a ambos sexos de la misma manera. Este enfoque sesgado aún persiste, tanto en las ciencias duras como en muchos aspectos culturales globales, y es profundamente destructivo.

      Dada la cosmovisión derivada de ese modelo, la simple noción de salud femenina resulta problemática. Si les pides a los médicos que traten a una paciente con una perspectiva de “salud femenina”, lo más probable es que realicen una mamografía o recolecten células del cérvix