las cuales los poderes contemporáneos intentan administrar y controlar sus crisis. La confrontación conceptual trae a colación las distintas insercciones del pensamiento de Foucault y el de Deleuze y Guattari. La noción de dispositivo, en Foucault, opera en función de la historicidad de los modos de subjetivación, esto es, de la conversión de humanos en sujetos, y se caracteriza como red de elementos dispares y heterogéneos (discursivos y no discursivos), elementos concertados y dispuestos por líneas estratégicas de consentimiento que los domestican desde el punto de vista de una teoría del poder no meramente ideológica. Al referirse al modo cómo Deleuze y Guattari tratan conceptualmente este problema, el autor distingue entre dos versiones del concepto de agenciamiento: una «especial», dedicada a una definición mínima del concepto, destacándose el agenciamiento maquínico de cuerpos y el agenciamiento colectivo de enunciación; y una teoría «general», en la cual el agenciamiento se abre a los movimientos que los fijan (reterritorialización) o que los arrastran para nuevas configuraciones (desterritorialización). El análisis de estos movimientos hace que el concepto de agenciamiento venga a operar como pieza de una constelación conceptual en conjunto con los conceptos de diagrama, máquina abstracta y cuerpo sin órganos. El escrito considera fundamentales estas distinciones cuando se busca conocer la tensión y el coeficiente de mutación de todo agenciamiento, o sea, su dosis de bloqueo o de fuga, ya que el concepto de cuerpo sin órganos corresponde al deseo que irriga todo agenciamiento, con el que se constituye el límite de variabilidad o desterritorialización. Finalmente, el texto implica un cierto vitalismo, considerando que si el deseo es primero en relación con el poder, la vida es primera en relación con las formas de organización que capturan su potencia.
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Quisiera que esta lectura comentada de los textos que vienen a continuación, decía en un comienzo, funcione como estímulo para la lectura de los mismos. A esto añadiría, en este punto, como una especie de red tejida entre estos escritos, una especie de montaje entre ideas y conceptos que parecieran, por estar escrito por diversos autores, no guardan relación entre ellos. No obstante, leer es también una forma de concatenar las obras entre sí y estas con el mundo del que emergen como preguntas, encrucijadas o rupturas. Esta lectura u operación de montaje, ciertamente, nos hace de forma irrevocable conectar cada engranaje del libro con nuestro convulso presente.
1 Luiz Orlandi es filósofo y traductor de la obra de Gilles Deleuze y Félix Guattari al portugués de Brasil. Profesor del Departamento de Filosofía de la Universidad Estatal de Campinas, Brasil. Traducción del prefacio por Sebastián Wiedemann.
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