con todos los antecedentes analizados, se verá cuáles son los factores que impulsan la innovación en la Sociedad del Conocimiento, dentro de los cuales las redes tienen un rol central.
Luego de la revisión de todos estos temas fundamentales, el capítulo seis trata sobre las redes de innovación propiamente tales. El fenómeno de intercambio de conocimiento en red será estudiado a través de tres prismas diferentes; las personas y el intercambio informal que ocurre entre ellas; los clusters, aglomeraciones de empresas en regiones geográficas delimitadas; y las redes de innovación que emergen de la agregación de las alianzas bilaterales entre empresas individuales. Las alianzas entre empresas han pasado a ser parte fundamental de la economía actual, como se verá al estudiar las ventajas que las redes otorgan a las empresas, pero más allá de la producción, el aprendizaje y la innovación también ocurren crecientemente en redes, y no en empresas aisladas. Estos tres puntos de vista se fundirán en una teoría unificadora sobre redes de innovación, que será la base de la metodología que se propone en el capítulo final.
Otro objetivo de este trabajo, más allá del importante desarrollo teórico de integrar distintas visiones sobre el fenómeno de aprendizaje en redes, es proponer una metodología que pueda ser aplicada en empresas, la cual, a partir de todos los fundamentos teóricos estudiados, permita mejorar los resultados innovativos de la empresa. La metodología se basa en el estudio de características de la empresa y su industria, de la red de su industria y su estructura, y de las potenciales alianzas bilaterales.
Por último, en las conclusiones se repasa todo el desarrollo teórico, se analizan algunas limitaciones del trabajo y se proponen varias líneas de investigación para que la metodología planteada pueda llegar a tener efectivamente un impacto significativo en el rendimiento de las empresas y la economía a nivel agregado.
2. De la Sociedad Industrial
A fines del siglo XVIII se inició en Gran Bretaña un proceso que ahora es conocido como la Revolución Industrial. Aunque se discuta el uso del término revolución –por el hecho de que es un proceso que demoró décadas– no se discute que produjo cambios en todos los aspectos de la sociedad, no sólo en la economía y los métodos de producción, como podría dar a entender una visión simplificada y centrada sólo en los cambios tecnológicos.
Después de su inicio en Gran Bretaña, la revolución continuó por Europa y el resto del mundo, para en definitiva establecer sociedades industriales en la mayor parte del planeta, con las excepciones de gran parte de África y zonas rurales distribuidas por el mundo.
Hasta antes de la Revolución Industrial, la mayor parte de la población mundial vivía en el campo, las familias eran unidades productivas, donde los distintos miembros de estas trabajaban la tierra o formaban parte de talleres familiares (Drucker, 1999; Toffler 1980). La Revolución Industrial trajo un crecimiento brutal de las ciudades, que atraían a los desocupados por la revolución agraria británica1, quienes pasaron a conformar la nueva clase trabajadora. Al mismo tiempo nacía otra clase complementaria, los empresarios (Drucker, 1999).
Los excedentes producidos por la revolución agrícola, junto con posteriores avances en medicina y salud pública –que se hicieron imperativos para las ciudades que crecían de manera insalubre– hicieron crecer la población a tasas mucho mayores a lo acostumbrado hasta el momento (Montagna, 1981; Rempel, 19??).
El tren hizo consolidarse al Estado nacional en Europa (Drucker, 1999), y las condiciones económicas a la producción industrial y la economía de mercado, ambas características definitorias de la Sociedad Industrial según Giddens (1998). Nacieron los consumidores y los bienes de consumo, que si bien eran productos que ya existían, ahora se podían fabricar en masa (Drucker, 1999). La Revolución Industrial fue también el hito que marcó el ascenso de Occidente, eclipsando, hasta hace unos pocos años atrás, a regiones asiáticas que en ese entonces tenían niveles de desarrollo equivalentes (Castells, 2000).
La Revolución Industrial fue un proceso complejo que todavía se estudia. Hay diversas teorías sobre sus causas: “Cada grupo de académicos o escuela filosófica tiene su explicación preferida. Los deterministas tecnológicos apuntan a la máquina a vapor, los ecologistas a la destrucción de los bosques británicos, los economistas a las fluctuaciones del precio de la lana. Otros enfatizan cambios religiosos o culturales, la reforma protestante, la Ilustración, etc.” (Toffler, 1980).
Sin embargo hay un elemento que siempre destaca: la mejora de la máquina a vapor hecha por James Watt2. Con ella, se empezó a usar el carbón como fuente de energía, surgieron las fábricas, aumentó la producción y mejoraron los medios de transporte. La máquina a vapor además permitió que las incipientes fábricas pudieran alejarse de los ríos, al acabarse la dependencia de la presión de agua como fuente de energía (Montagna, 1981).
Pero siendo más estrictos, la revolución potenciada por la máquina a vapor es la primera Revolución Industrial. A mediados del siglo XIX se inicia el período denominado Segunda Revolución Industrial, que trajo el motor de combustión interna y la electricidad, el telégrafo, el teléfono, grandes avances en la industria química, además de innovaciones en la administración de la mano de Taylor, Fayol y Ford; todo esto dio otro gran impulso al crecimiento económico. La investigación científica fue clave para las innovaciones de esta segunda revolución, donde se empezaron a ver los efectos de los laboratorios de Investigación y Desarrollo (I+D) surgidos a fines del siglo XIX en la industria química alemana (Castells, 2000). La Segunda Revolución Industrial fue liderada por Alemania y Estados Unidos, Gran Bretaña se fue quedando atrás.
El resultado de estas revoluciones, como se dijo anteriormente, fue el establecimiento de la Sociedad Industrial en la mayor parte del mundo. Dejando de lado la caracterización de esta nueva –en ese entonces– sociedad, se verá como la Revolución Industrial también inició un nuevo período en el desarrollo económico humano, la producción per cápita empezó a aumentar como nunca lo había hecho en toda la historia, al mismo tiempo que –contra todos los pronósticos de Malthus3– la población también aumentaba, mejorando además las condiciones de vida promedio. Promedio, porque claramente sigue habiendo gente que vive en las mismas o en peores condiciones que en el siglo XVIII, pero ese es otro enorme y complejo problema, para el que todavía no hay solución.
Como se aprecia en el gráfico de la figura 2.1, hasta antes del siglo XIX prácticamente no hay crecimiento, la Revolución Industrial claramente marcó un antes y un después para la economía mundial, y, como se aprecia también en el gráfico, este fenómeno ocurrió en todo el mundo, aunque claramente no con la misma magnitud; África en 2003 se encuentra en el nivel del Oeste de Europa en 1820.
Figura 2.1. PIB per cápita 1-2003 d.c.4
Fuente: (Wikipedia.org en base a Maddison, 2006).
Para efectos de este trabajo, interesa analizar qué factores impulsaron el crecimiento económico de la Sociedad Industrial, base de la Sociedad del Conocimiento que se estudiará más adelante.
2.1 Impulsores del crecimiento en la Sociedad Industrial
Las fuentes del crecimiento en la Sociedad Industrial son al mismo tiempo algunas de sus principales características, fueron factores clave para el crecimiento durante la mayor parte del período industrial, y siguen manifestándose de distinta forma en la actualidad; algunas han dado saltos cualitativos y siguen siendo motores del crecimiento; otras han pasado a ser requisitos básicos, como la energía y el transporte.
Antes de analizar en detalle los factores que impulsaron el crecimiento en la Era Industrial, se presentará brevemente el modelo neoclásico de crecimiento económico. En 1776, el mismo año en que la máquina de Watt se empezó a instalar en distintas industrias (originalmente se utilizó sólo en minas), Adam Smith publicó “La riqueza de las naciones”, y con esto se inició el estudio formal de la economía, que hasta hoy tiene en el crecimiento económico uno de sus mayores desafíos.
En 1956, Robert Solow y T.W. Swan desarrollaron un modelo que se ajustaba