Andreas Klee

Movilidad y flexibilidad


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del segmento articular se produce gracias a la acción del mismo músculo que para la forma estática-activa, con la diferencia de que en este caso hay otro factor pasivo que ayuda a alcanzar la posición de máxima amplitud articular: la fuerza de inercia del segmento corporal movido. Esto tiene como consecuencia un efecto más marcado de la movilidad en la forma dinámica-activa, respecto a la forma estática-activa. La mayor amplitud articular en grados se alcanza en las formas de movimiento mixtas pasivas-dinámicas, como, por ejemplo, en la flexión de la cadera efectuada en el movimiento de balanceo con las piernas abiertas en la barra fija, marcado por el efecto de la fuerza centrífuga y la fuerza de la gravedad (fig. 1d).

       Factores de la movilidad habitual

      El grado de movilidad de cada individuo depende tanto de factores constitucionales como de la condición de éste en un momento determinado. Los factores constitucionales, los que vienen marcados por las características corporales individuales, especialmente por la estructura ósea de las superficies articulares y de las estructuras periarticulares, determinan los márgenes de la movilidad individual cuando la condición física del individuo es óptima. Este estado se denominará movilidad fisiológica óptima. Los límites de esta movilidad pueden ser superados bajo determinadas condiciones, normalmente no fisiológicas, anormales o patológicas (“hipermovilidad”), por ejemplo, en el caso de un sobreestiramiento ligamentario desencadenado por una lesión o por un entrenamiento no fisiológico extremo (como en el caso de los “artistas contorsionistas”). En esta obra no hablaremos de la hipermovilidad, puesto que este tema habitualmente es competencia médica.

      Normalmente, la amplitud de movilidad de cada individuo en particular suele estar situada algo por debajo del límite de la movilidad fisiológica óptima. Este estado se denomina movilidad habitual y viene determinada principalmente por la capacidad de estiramiento muscular, pero también por:

      ■los hábitos de vida cotidianos y la rutina laboral;

      ■factores de condición del individuo tales como el estado de entrenamiento, la masa muscular o el tejido graso y conjuntivo presentes;

      ■la temperatura ambiental y la temperatura muscular y corporal, factores individuales como la edad, el sexo, la situación hormonal y el estado de salud general;

      ■la hora del día y el biorritmo;

      ■el estado psíquico de la persona, situaciones de estrés, de relajación.

      Aproximación de la movilidad habitual a la movilidad óptima Capacidad de estiramiento: flexibilidad elástica del músculo relajado

       En los próximos capítulos también se estudia bajo qué condiciones y con qué métodos podemos aproximar los valores de la movilidad habitual o cotidiana a los de la movilidad fisiológica óptima.

      Tal como hemos expuesto hasta el momento, la capacidad de estiramiento muscular es un factor decisivo para la movilidad óptima. Entendemos por capacidad de estiramiento del músculo la condición de la musculatura inactiva y relajada de ceder ante las fuerzas elongadoras externas. Ésta comprende también la condición del músculo de recuperar la longitud original una vez que deja de aplicarse la fuerza elongadora (ver pág. 18). Cuando en los próximos capítulos hablemos de capacidad de estiramiento de forma simplificada, debemos pensar exclusivamente en la capacidad de estiramiento muscular. El aumento fisiológicamente dudoso de la elasticidad ligamentaria queda excluido de este concepto.

      En el mundo tecnológico en el que vivimos actualmente, especialmente desde el inicio de la “era electrónica” hace unos 20 años, el mundo del trabajo se ha tecnificado y automatizado de tal forma que, para la realización de las actividades laborales cotidianas, raramente se requieren, salvo en pocos casos excepcionales, las capacidades corporales del trabajador, su movilidad o su flexibilidad. Lo mismo ocurre con las actividades motrices cotidianas que realizamos durante nuestro tiempo libre.

       Movilidad en la motricidad del deporte

      Sin embargo, debemos tener en cuenta que, siempre que una articulación o un sistema articular no alcanzan su amplitud articular máxima durante un largo período de tiempo, y por lo tanto tampoco estiran la musculatura que los atraviesa en su longitud máxima, se produce una adaptación de la arquitectura del aparato locomotor pasivo, el organismo se adapta a esta “función mínima” y pierde movilidad y capacidad de estiramiento. La degeneración estructural provocada por la falta de uso no se limita a la musculatura, sino que también afecta el tejido conectivo y de sostén que está situado en las zonas articulares, incluidas la cápsula articular y las superficies articulares. Aunque las exigencias corporales del mundo actual sean mínimas, continuamos teniendo buenas razones para mantener la movilidad corporal a un nivel adecuado:

      1.Deberíamos mantener la capacidad de poder llevar a cabo las actividades de la vida cotidiana que requieren un mínimo de movilidad y de flexibilidad (vestirse, mantener los cuidados corporales, realizar los trabajos domésticos y del jardín, etc.).

      2.En algunas situaciones de la vida cotidiana podemos requerir una capacidad de reacción rápida y hábil, que nos permita superar determinados obstáculos o evitar situaciones de peligro. Esto será más fácil si nuestro cuerpo mantiene una amplitud articular amplia y es capaz de utilizarla de forma rápida y dirigida.

      3.Tan sólo el hecho de ser conscientes de tener una buena capacidad de rendimiento corporal ya nos ayuda a mejorar nuestra calidad de vida (fit fo fun!). La sensación de buena forma física también mejora con una buena movilidad, sobre todo si no sentimos rigidez y tensión cada vez que queremos realizar un movimiento de extensión, de rotación o de estiramiento que difiera un poco de los movimientos habituales.

      4.La pérdida de movilidad por desuso puede observarse muy fácilmente en casos de lesiones que obligan a mantener una posición de reposo prolongada en la que solamente pueden realizarse movimientos articulares reducidos, o incluso en aquellas en las que las articulaciones son completamente inmovilizadas mediante yesos o vendajes. En estos casos ya se puede observar una pérdida de movilidad importante a los 10-14 días de inmovilización. Las medidas compensatorias dirigidas, adoptadas en forma de ejercicios de movilización y de estiramiento, persiguen la finalidad de evitar o de recuperar estas limitaciones; el establecimiento de un estiramiento mínimo regular puede contribuir a mantener la capacidad funcional del cuerpo en relación con la capacidad de estiramiento y de movilidad.

       Movilidad en la práctica deportiva

      En la práctica deportiva, la movilidad y la flexibilidad tienen una importancia significativa. En este caso, la movilidad articular es condición elemental para poder ejecutar los movimientos correctamente (Harre, 1975). Si disponemos de una mayor movilidad, mejoran a su vez la fluidez, la armonía y la expresión del movimiento (Weineck, 1994). El déficit de movilidad, por otro lado, puede dificultar el aprendizaje de determinadas habilidades motrices o de determinadas técnicas deportivas. Este déficit puede provocar también la aparición de lesiones y dificultar el desarrollo de una buena condición física.

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       Cuatro aspectos cuantitativos para obtener una buena movilidad

      Además del requerimiento de estas características motrices más bien cualitativas, existen como mínimo cuatro aspectos esencialmente cuantitativos que fundamentan la necesidad de un buena movilidad general y de flexibilidad para la práctica deportiva:

      1.Siempre que, durante el desarrollo de