Manuel Santos

Fotografía infantil


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      AL FINALIZAR ESTE CAPÍTULO HABRÁ APRENDIDO:

      •La importancia de conocer el desarrollo físico y sicológico de los niños

      •Los recursos no fotográficos imprescindibles para trabajar con niños

      •Las peculiaridades de la fotografía de niños

      •Las claves para preparar y desarrollar una sesión con éxito

      •A valorar el interés en una relación larga y periódica con los padres

      Los niños nos emocionan y enternecen, hay un estímulo inmediato cuando los observamos; quizás genéticamente despiertan nuestro instinto de conservación de la especie o simplemente nos divierten con sus ocurrencias. A lo largo de la historia, los niños han protagonizado muchas de las obras artísticas y literarias que forman parte de nuestra memoria colectiva. Entre otros muchos ejemplos, recordemos el candor de los bebés en las Vírgenes con Niño de Tiziano, la picardía de los preadolescentes de Murillo, la mirada hacia su mundo interior que evocan los retratos que pintó Rembrandt de sus hijos o los continuos juegos en las luminosas playas del Mediterráneo de Sorolla.

      Observar a un niño nunca nos deja indiferentes, son una fuente permanente de sorpresas y emociones. Fíjese en la sinceridad de sus sentimientos, la continua atención con la que sus ojos miran el mundo incluso cuando haya visto su muñeco cientos de veces. Ese interés genuino por el mundo de los pequeños guiará nuestra búsqueda al fotografiarlos, haciendo nuestro camino mucho más sencillo. Puede pensar que para fotografiar niños es necesario un gran equipo fotográfico o muchos conocimientos técnicos sobre iluminación y procesado digital; pero eso no es cierto y se lo demostraremos a lo largo de este libro que contiene todo lo necesario para poder resolver sus dudas y necesidades en esos campos. Lo realmente importante es tener pasión por observar al niño y dejarse emocionar por sus historias.

      Mientras, observamos el milagro y misterio de su aprendizaje: sus primeros pasos, los balbuceos para hacerse entender, sus infinitas ganas de juego o la diversión continua que encuentran disfrazándose… realmente estamos aprendiendo mucho sobre nosotros mismos. Los niños contienen el germen de todo lo que podemos ser de adultos; su espontaneidad, inocencia e imaginación surgen en un torrente ilimitado. Aproveche esas capacidades para vincular al niño con las ideas que tenga para la sesión fotográfica y logrará imágenes inolvidables.

      En los capítulos centrales de este libro encontrará en las primeras páginas una serie de consideraciones sobre las peculiaridades de cada edad, volcando en ellas la gran experiencia de nuestros tres estudios fotográficos. Aprenda todo lo que pueda sobre los niños, obsérvelos atentamente fuera de las sesiones, intente que su mente retroceda un poco a ese estadio anterior para comprenderlos mejor. Esos deberían ser los primeros pasos de su aprendizaje cuando se plantee fotografiarlos.

      Este libro se ha desarrollado pensando primero en el profesional que desea especializarse en el campo de la fotografía de bebés y niños. No es un libro de nivel básico, dado que presupone unos ciertos conocimientos y experiencia mínimos en fotografía. Cubre todas las necesidades formativas para iniciarse en este campo, empezando por la selección del equipo más adecuado y cómo mejorar sus imágenes de niños, tanto en el aspecto narrativo como en la construcción de un estilo propio. El núcleo del libro son los capítulos 5, 6 y 7 donde se explican las peculiaridades de los períodos más importantes del crecimiento de los niños: bebés, infantil y preadolescencia. A continuación dos capítulos condensan todo lo necesario para lograr una edición digital cuidada y eficiente, así como algunas técnicas que le permitirán definir aún más su estilo fotográfico. En los dos capítulos finales se explica de forma sencilla los procedimientos necesarios para mejorar la gestión y promoción de un estudio fotográfico especializado en niños.

      No obstante muchos papás y mamás, que ya son aficionados a la cámara desde antes de que llegaran sus pequeños, también pueden sacar cuantioso provecho de las páginas de este libro repletas de excelentes ejemplos y consejos por parte de tres de los mejores profesionales de este campo en España. Veamos quienes son estos fotógrafos.

      Pepa Valero nació en San Miguel de Salinas (Alicante) y cursó la especialidad de Fotografía Artística en la Escuela de Artes Aplicadas de Orihuela, además de realizar estudios de diseño gráfico en Madrid. En 1991 abre su propio estudio fotográfico en su localidad natal especializándose en fotografía infantil. Desde entonces no ha parado de fotografiar bebés y niños de todas las edades. Su imaginación y carácter juguetón le facilita la comunicación con los peques que fotografía, haciendo que sus sesiones sean muy divertidas para ellos. En sus imágenes logra evocar el mundo interior de los niños y sus estados de ánimo, además de poseer una gran facilidad para capturar sus expresiones más auténticas.

      Alba Soler estudió Comunicación Audiovisual y trabajó en publicidad antes de abrir su estudio especializado en fotografía infantil en Xátiva (Valencia). Considera que una de sus claves fotográficas es situarse en un estado mental de ‘niña’ para crear un mundo donde expresar la inocencia e ilusiones de los pequeños. Prefiere trabajar fuera del estudio, en localizaciones que aporten una atmósfera especial a sus imágenes. Cuida mucho la iluminación, combina luz natural y flash con gran pericia técnica buscando soluciones creativas que le permitan aportar una atmósfera muy especial a sus imágenes. Como reconocimiento de su experiencia en el manejo de luz artificial, Alba, Pepa y Manuel son embajadores de la marca de flashes Profoto en España.

      Manuel González empezó a fotografiar y revelar en el laboratorio casi antes de que se le cayeran los primeros dientes, pues su padre ya tenía un estudio fotográfico en El Arahal (Sevilla). Prefiere trabajar en su estudio porque considera que tiene un mayor control de la iluminación y los niños se concentran más en la sesión al tener menos distracciones que en exteriores. Su estilo combina una iluminación sencilla con una cuidada atención a los gestos y movimientos de los pequeños. Considera que la toma digital es unicamente el negativo, por lo que después trabaja exhaustivamente su postproducción para conseguir bellas texturas de fondo y un control preciso del color que aporta esa paleta tan especial a sus imágenes. Aunque se siente cómodo con la fotografía infantil en general, le atrae especialmente la fotografía de recién nacidos porque le hace sentir bien tener ese control perfecto sobre un crío tan indefenso de pocos dias de vida, en estas sesiones. Explica que él mueve al crío, cambia los pañales, da el biberón, calma al bebé, etc. Lógicamente con toda esa experiencia logra hacer ver a los papás que su pequeño bebé indefenso se encuentra en manos de un experto lo que se hace notar aún más con padres primerizos.

      Además, a nuestros tres fotógrafos les encanta compartir sus conocimientos y experiencias, como muestran sus numerosas conferencias y talleres especializados en España y Latinoamérica. Mi misión como autor de este libro ha sido estructurar y condensar las técnicas usadas por ellos –en las sesiones fotográficas, la postproducción y la gestión del estudio– seleccionando de entre sus mejores fotografías las más adecuadas para ilustrar cada capítulo.

      Recoger en un retrato fotográfico la personalidad de un niño constituye un gran reto, que deberá afrontar con paciencia y empatía; pero sin duda le ayudará, además, contar con algunos de los trucos que el día a día va aportando. Gracias a la experiencia acumulada por nuestros fotógrafos usted podrá avanzar mucho más rápido en este aprendizaje.

      En primer lugar ha de conocer cómo evoluciona el niño y cuáles son las peculiaridades de cada fase de su desarrollo. Alba Soler resume su experiencia con una divertida e instructiva anécdota: “Al principio cometía muchos errores, por ejemplo: una vez fotografiando a una niña de 3 años se me ocurrió decirle ‘¡Ahora, salta!’ y la madre se quedó mirando con una cara de sorpresa total, porque ¡los niños de 3 años no saltan!, hacen como que toman impulso pero no llegan