la estatua en soledad nos trasladan a una escena casi fílmica, en la que la protagonista se convierte en una madre que ha perdido a uno de sus hijos en el conflicto bélico. Además, la afligida madre vestida de blanco destaca sobre el fondo y proporciona la escala necesaria para hacernos una idea del enorme tamaño de la escultura.
La mujer, solitaria, cambia el significado de la imagen y nos permite percibir el verdadero tamaño del monumento.
Con cuidado para que no se note
Hemos visto algunos ejemplos de retoque que nos pueden servir de ayuda; ahora bien, es muy importante tener presente que para que estas correcciones sean creíbles, la edición ha de ser perfecta. Los ajustes realizados deben pasar desapercibidos; podemos realizar un procesado suave o agresivo, más o menos saturado, es posible eliminar un objeto o una persona que nos moleste, pero debemos evitar a toda costa fallos que hagan evidentes los cambios. Como ya hemos mencionado en el maquillaje, un buen retoque es aquel que no se nota. He aquí algunos consejos para evitar errores típicos:
•No crear zonas duplicadas cuando eliminamos elementos, y respetar la forma y las líneas de la fotografía original.
La imagen mejora dejando sola a la protagonista, que destaca sobre el fondo blanco de la cascada.
Para borrar al sujeto en bañador, hemos creado una zona duplicada que hace patente el retoque, a lo que se suma el error de no haber perfilado correctamente la línea del árbol.
Este tipo de errores causan la pérdida de interés por parte del espectador, que deja de mirar la fotografía para poner toda su atención en los defectos.
•Cuando realizamos cambios de luminosidad en el cielo o en la tierra, debemos evitar la aparición de líneas exageradas (oscuras o claras) en la zona que los une.
Ajustando el contraste del cielo conseguimos una imagen más interesante.
En este caso, al oscurecer las nubes, la transición entre cielo y tierra es evidente, la línea que los separa delata el retoque. Asimismo, ciertas zonas alrededor de los pináculos y arbotantes del Big Ben han quedado blancas.
Siempre que contrastemos el cielo, debemos ser especialmente cuidadosos para conseguir una transición suave con la tierra.
•No crear halos cuando cambiamos la luminosidad en zonas concretas.
Al tratar de extraer detalle en la figura del protagonista surge un halo blanco alrededor del mismo.
Al intentar aclarar al protagonista, hemos creado un halo que hace el retoque demasiado obvio.
Detalle de los temidos halos que pueden estropear una fotografía.
Cuando alguien observa una fotografía y aprecia alguno de los errores que hemos comentado, de inmediato pierde interés y deja de ver la fotografía para fijarse exclusivamente en los defectos. Es una sensación parecida a la que experimentamos cuando estamos viendo una película y nos damos cuenta de que los efectos especiales no son buenos; ya no vemos a Godzilla amenazando la ciudad de Nueva York, sino a un torpe muñeco que se mueve fotograma a fotograma. A medida que avancemos en el libro aprenderemos a usar correctamente las herramientas disponibles para que, en la búsqueda de un resultado profesional, evitemos este tipo de situaciones.
Formatos de archivo
Las imágenes digitales se pueden generar o almacenar en distintos formatos. La elección del mismo se efectúa en la propia cámara y, posteriormente, en el programa que utilizamos para retocar nuestras fotografías. En cámara, normalmente, podemos elegir entre RAW (que significa “crudo”, “en bruto”) o JPG (también llamado JPEG, Joint Photographic Experts Group). En el ordenador, los estándares más utilizados para almacenar nuestras imágenes son JPG o TIFF (Tagged Image File Format). Cada formato de archivo tiene unas características específicas que lo hacen valioso. Todos aportan ventajas y a su vez inconvenientes, por lo que es importante utilizar cada uno conforme al propósito para el que fue creado.
Para definir este formato, pongamos como ejemplo la diferencia entre un diamante y un brillante. El primero es la piedra en bruto y el segundo adquiere su denominación cuando se le aplica al diamante un tipo de talla. Nuestro diamante es el formato RAW, debemos seleccionarlo en cámara para obtener el archivo que contiene la información en bruto, es decir, todos los datos recogidos por el sensor en el momento de la toma fotográfica. El RAW nos permite acceder a los mayores niveles de calidad de la imagen; es el negativo digital que debemos revelar y que nos proporciona la gran ventaja de poder ajustar los valores de exposición, luminosidad, equilibrio de blancos, contraste, etc. A partir del revelado del archivo RAW, obtendremos una copia en formato TIFF o JPG.
El mayor inconveniente de este formato estriba en que no está estandarizado; cada fabricante utiliza su propia versión, de manera que podemos encontrarnos con distintas extensiones de archivo. CR2 o CRW pertenecen a Canon, NEF a Nikon, ORF a Olympus, SRF o ARW a Sony, RAF a Fujifilm, etc. Adobe intentó establecer el formato DNG (Digital Negative) como estándar, pero la mayoría de los grandes fabricantes continúan utilizando los suyos.
Como hemos mencionado, es el formato abierto creado por Adobe en un intento de estandarizar el RAW de distintos fabricantes. Solo algunas marcas como Leica, Ricoh o Pentax han implementado este formato en sus cámaras. Las principales ventajas que ofrece son la compatibilidad con distintos programas independientemente de la versión o fabricante, y la producción de un archivo de menor tamaño, preservando íntegramente la calidad del original.
Es el formato de captura de imagen y almacenamiento más utilizado, dado que produce un archivo comprimido que ocupa poco espacio, ideal para publicar fotografías en internet, enviarlas por correo electrónico o almacenarlas en dispositivos de escasa capacidad. En nuestro ejemplo, sería el brillante ya tallado, aunque con pocos quilates, comprimido y con cierta pérdida de calidad.
Cuando seleccionamos en cámara el formato JPG, la imagen resultante es un archivo de menor tamaño que el RAW, revelado por la propia cámara, lo que supone una gran desventaja a la hora de obtener una imagen de calidad. Es la propia máquina la que determina los valores de revelado de la imagen, privándonos del control en esa importante fase. La única ventaja es el menor espacio ocupado en la tarjeta de memoria.
Es importante destacar que, al retocar una imagen JPG en el ordenador, cada vez que guardamos los cambios, el programa aplica un complicado algoritmo de compresión que la degrada, y cuanto mayor sea el ratio de compresión mayor será el deterioro. Si realizamos esta operación repetidas veces, la pérdida de calidad del archivo será notable. Por esta razón, cuando tengamos que hacer modificaciones en una fotografía JPG, en primer lugar deberíamos guardarla en un formato sin compresión y libre de pérdida como, por ejemplo, el TIFF.
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