que te lo diga. Hay mucho en juego." Se sentó en una de las sillas de los clientes.
Todo sobre su actitud parecía decir, "Te reto. A echarme o a escucharme. Es tu elección."
"No te pongas muy cómodo. No respondí a tu carta y rechacé todas tus llamadas. No me interesa lo que te trae aquí. Josiah Gaines no tenía ningún interés en mí cuando estaba vivo. Muerto, significa aún menos para mí." Cogió el teléfono para llamar a seguridad. Sacarlo de aquí era la prioridad.
"No te creo." Noah se inclinó hacia delante y colocó una mano sobre la suya, agarrándola. "Y vas a escuchar lo que tengo que decir incluso si tengo que atarte, pequeña."
Sus dedos en el dorso de la mano eran como hierros candentes, abrasando su piel y enviando una ráfaga de calor a través de su cuerpo. Ella apartó la mano.
"Taylor." Apretó los dientes. "Mi nombre es Taylor. No soy tu pequeña, ni la de nadie. Y tus amenazas no me asustan."
Él levantó la cabeza. "No me voy a ir."
"Mire, señor..." Hizo ademán de mirar la tarjeta. "Cantrell, no tenemos nada de lo que hablar. Apareció en un mal momento de mi vida y me las arreglé para avergonzarme a mí misma. Me alegraría mucho que se fuera de aquí."
Noah apoyó los codos en las rodillas. Sus ojos negros sin fondo capturaron los suyos.
"No he olvidado ni un minuto de esa noche. Ni he parado de pensar en ella. No me digas que no ha estado en tu mente también."
"Yo..." Se humedeció los labios y volvió a empezar: "Esa noche es mejor olvidada. Al igual que tú y Josiah Gaines." Sus dedos jugaron con las esquinas de la carpeta.
"No tienes curiosidad de saber por qué estoy aquí?" Sus ojos la retaron de nuevo.
"No puedo permitírmelo. El mensaje fue bastante claro cuando su empleador me hizo echar de su sede corporativa por sus matones. Todo lo que quería era cinco minutos de su tiempo. Cinco apestosos minutos para decirle quién era yo."
Un músculo saltó en su mejilla. "¿Piensas que quería venir aquí? Lo más inteligente que puedo hacer por mí es mantenerme lo más lejos posible de ti. Pero Josiah hizo que sea imposible."
"¿Cómo es que un hombre que ahora está muerto te haya enviado aquí en una misión que pareces resentir?"
"Cena conmigo y te diré todo."
¿Cenar con él?
Simplemente estar en la misma habitación con él era peligroso. Compartir una comida solo incrementaría el peligro. ¿Y qué podría interesarle a ella sobre un hombre que la sacó de su vida?
"No quiero tener nada que ver contigo o con cualquier cosa que se relacione con ese hombre." Miró hacia la carpeta. "Especialmente ahora que está muerto. Asesinado, eso dicen los periódicos."
La mirada de Noah se endureció. "Eso es en gran parte lo que necesito discutir contigo."
Ella le miró fijamente. "¿Por qué deberia importarme? Ese hombre no tuvo tiempo para mí cuando estaba vivo. ¿Y por qué querría yo pasar un minuto con un hombre que no tiene conciencia de estar jugando una farsa conmigo?"
Los músculos de su cara se tensaron. "No podía decirte quién era."
"Ah." Se revolvió el pelo. "Pero ahora conviene a tu propósito revelarte. Si no he respondido a tus cartas o a tus llamadas, ¿qué te hace pensar que quiero pasar cinco minutós más contigo?"
"Taylor. Señorita Scott." La frustración hizo que se tensara su voz. "Es una situación seria. Tienes que escucharme."
"Dame una sola razón por la que debería hacerlo. De otra forma, puedes irte."
Un músculo se crispó en su mejilla mientras sacaba un sobre de su bolsillo y se lo entregaba. "Lee esto."
Sacó la hoja suelta y la desdobló. Sus manos temblaron mientras la leía.
Mi querida Taylor:
Hay muchas cosas que me hubiera gustado decirte y tal vez no tenga el tiempo para ello. Cuando me negué a verte ese dia, era porque no tenía ningun motivo para creer que tenía una hija. Tus abuelos se encargaron de ello. Pero tenía que satisfacerme y ahora lo he hecho. Amé a tu madre más que a la vida misma. Perderla casi me mata.
Espero verte pronto y hacer las paces, pero, si pasa algo, no confíes en nadie más que en Noah Cantrell. En nadie. Él es la única pesona en la que confiaría para pedirle lo que le he pedido.
Tu querido padre (demasiado tarde),
Jasiah Gaines
"Qué conmovedor". Dobló el papel y lo metió de nuevo en el envoltorio. "¿Por qué debería creerme una palabra de esto? Es sólo una carta más jodiéndome la vida."
Estaba rodeando el escritorio y levantándola de la silla antes de que ella tuviera tiempo de protestar. La atrajo hacia él, clavándole los dedos en los brazos, y sus ojos oscuros se clavaron en los de ella.
"Voy a decirte dos cosas. Una. Cena conmigo y te lo explicaré todo. Si después quieres irte, es cosa tuya, pero no creo que lo hagas. Dos. Si crees que esa noche en el hotel es nuestro final, estás muy equivocada. Por mucho que los dos queramos fingir lo contrario, sabes que podría tumbarte en esta alfombra ahora mismo y follarte a ciegas y no me apartarías."
Se estaba perdiendo en la intensidad de esos ojos de ónix sin fondo.
"No intentes negar que sientes lo mismo," continuó. "Tu cuerpo ya me está respondiendo, de forma incluso tán loca como tú lo estás."
Tayler trató de alejarlo. "Estás muy seguro de ti mismo para ser alguien que apareció en mi vida pretendiendo falsamente que no había contactado conmigo en un mes. Obviamente sabías quién era. Si me querías tanto, ¿por qué no viniste a por mí?"
Sin embargo, él la sujetaba con un agarre implacable, su rostro estaba tan cerca que su aliento era como una suave brisa contra su piel.
"Hay cosas que no puedo decirte. Razones por las que desearía que pudiéramos hacer desaparecer esta... cosa entre nosotros. Ir a por ti habría sido un desastre para ambos."
"Y aquí estas, a pesar de lo que has dicho."
Los músculos saltaron a lo largo de la línea de su mandíbula. "Tengo un trabajo que hacer. Ya te lo he dicho. Y maldíceme por ello, no puedo quitarte las manos de encima. Me encuentro perdiendo el control en cuanto a ti respecta."
"¿Y quieres que me siente a cenar contigo? ¿Después de todo?"
Taylor estaba segura de que su cuerpo entero estaba temblando. El calor y el poder que irradiaba de él la envolvieron y su tacto le trajo todos los recuerdos de cada momento en aquella habitación de hotel. Sus pezones estaban tan duros que se sentían en carne viva al presionarse contra la tela de encaje de su sujetador y su coño palpitaba de necesidad instantánea.
Maldición.
Él apretó los dientes. "Creo que puedo arreglármelas para no atacarte durante una comida en un lugar público. ¿Qué hay de ti?
Miró a Noah Cantrell y supo que se estaba adentrando en más peligro del que había conocido. Respirando profundamente, retiró la mano y le dio una bofetada.
Él ni siquiera pestañeó. "¿Te importaría decirme a qué ha venido eso?"
"Por no decirme la verdad esa noche. Por dejar que me emborrachara y me comportara como una idiota. Por haberte alejado de mí." Ella se zafó de su agarre. "Por...por muchas cosas."
"Dejaremos eso por el momento". Una sonrisa se asomó por sus labios. "¿Te sientes mejor ahora?"
"Sí." No.
"Bien. ¿Entonces puedo asumir que la cena sigue en pié? Él seguía ocupando su espacio. "Escúchame antes de que tomes cualquier decisión precipitada."
"De acuerdo. Cena. Despues ya veremos."