muy probable que tengas una idea del propósito o la vocación de tu vida. Sin embargo, para verificarlo, para estar más seguro, pregúntate: “¿Estoy dispuesto a vivir este llamado todos los días, comenzando ahora mismo?”. Descubrir cuál es nuestro llamado es como traer vida al mundo —el llamado crece, se desarrolla dentro de nosotros y, una vez nace, siempre será nuestro amor, pase lo que pase—. Me inspiran las madres que día a día están ahí para sus hijos, desde el momento en que los dieron a luz. Los llamados de la vida crecen y maduran como lo hacen los niños; contribuimos a que nuestra vocación viva y crezca mediante nuestro compromiso inquebrantable y continuo.
Para mantenernos comprometidos, nuestro propósito no debe depender de las condiciones externas. Compara estos dos llamados:
Llamado #1. Tengo la intención de ayudar a las personas a ser lo mejor posible, pase lo que pase.
Llamado #2. Tengo la intención de dar lo mejor de mí, pase lo que pase.
¿Que notaste? Ambos pueden verse como llamamientos hermosos y, sin embargo, uno de ellos tiene más poder para resistir las tormentas de la vida.
Por sutil que sea, el primer llamado enuncia cómo ayudarás a las personas, lo que implica cierta condicionalidad o dependencia del mundo exterior. ¿Cómo te sentirás en los días en que el mundo no parezca querer tu ayuda? Por ejemplo, tu colega amaneció de mal humor, tu cónyuge se siente molesto por algo o tu amigo optó por no participar más en lo planeado. Si intentas ayudar a otros en estas circunstancias, podría ser contraproducente y agotar tu inspiración.
Me doy cuenta de esto en los talleres de crecimiento. A veces, hay personas que no están interesadas en lo que estamos haciendo. Una parte de mí siente que debería ayudarles a los demás a ser lo mejor posible. Sin embargo, cuando enfoco mi atención en aquellos que no quieren mi ayuda, ellos se frustran; por su parte, los participantes que sí están interesados en obtener ayuda reciben menos de lo que vinieron a buscar; y al final, yo me siento agotado. Como consecuencia, surge una sensación de oposición entre lo que yo siento que se necesita y lo que en verdad se necesita.
Cuando opero desde el segundo llamado, dando lo mejor de mí sin importar qué, estoy operando desde un lugar sin oposición. Siempre puedo dar lo mejor de mí. En mi caso, dar lo mejor de mí es estar presente, amar, aprender y contribuir, pase lo que pase.
Y cuando miramos un poco más a fondo, también es posible descubrir cierta condicionalidad en el llamado #2. ¿Qué pasa con los momentos en los que parece que no nos quede nada por dar? ¿Qué hacer cuando estamos cansados o enfermos? Cuando “lo mejor de mí” está ligado a palabras y acciones, condicionado a que seamos capaces de pensar, hablar y actuar. Y en algunas ocasiones, eso puede no ocurrir. Entonces, incluso esta intención de dar lo mejor de nosotros no es a prueba de todo. ¿Cuál sería una intención 100% incondicional?
Para mí, es decir “aquí estoy”. Me encuentro aquí, presente. Eso sí es algo en lo que siempre puedo confiar. He descubierto que estar presente es un poderoso regalo que puedo darme a mí mismo y darles a los demás. Y no tiene oposición, no depende de nada. Pregúntate, en una escala del 1 al 10, ¿qué tan presente estás ahora? “10” es que estás totalmente aquí, tan presente como cuando sostuviste a tu recién nacido por primera vez o como cuando le pediste a tu pareja que se casara contigo o cuando le confesaste a esa persona que realmente te interesaba tener una cita con ella. El número 1 es para cuando estás completamente distraído, tal vez, pensando en tu lista de tareas pendientes, obsesionado con aquello que no te salió bien hoy o fantaseando con lo que quieres que suceda después. Observa lo que sucede cuando te haces esta pregunta varias veces: “¿Qué tan presente estoy ahora, en una escala del 1 al 10?”. Te vuelves más presente a medida que repites la pregunta. Nos hacemos presentes poniendo nuestra atención en el aquí y ahora. Hacer presencia es una elección. Y cuando nos hacemos presentes, ¿qué notamos? Que una sensación de quietud, vitalidad, claridad y alivio aparece en primer plano. Además, algunas emociones y sensaciones difíciles tienden a volverse más notorias, pero no importa lo que notemos. Necesitamos estar presentes en todo, en cualquier cosa, pase lo que pase. Siempre hay que estar ahí.
Ahora, al mirar estos tres llamados, ¿qué notas? ¿Cuál es el más robusto y capaz de soportar lo que suceda?
Llamado #1. Tengo la intención de ayudar a las personas a ser lo mejor posible, pase lo que pase.
Llamado #2. Tengo la intención de dar lo mejor de mí, pase lo que pase.
Llamando #3. Estoy presente.
El llamado #3 es aún más independiente de las circunstancias que el llamado #2. No se ve afectado por eventos externos, ni por nuestro estado de ánimo interno; simplemente, lo observamos todo haciendo presencia. Hacer presencia 100% es mejor que cualquier cosa. Es cuestión de, simplemente, estar ahí, presente como el cielo.
Reflexiona sobre cuál sería una intención incondicional para tu vida. ¿Qué es eso en lo que siempre puedes confiar? A lo mejor, te resulte útil tener una vocación dual —una que sea 100% sin oposición y duradera, y una que involucre al mundo externo y, por lo tanto, sea más condicional—. Jesús es un líder increíble de quien aprendemos acerca de tener un llamado dual. Él se dedicó a la acción amorosa hacia todos, incluidas las prostitutas, los recaudadores de impuestos, los leprosos—los marginados de la sociedad en ese momento—. Y cuando ya no pudo actuar físicamente, se mantuvo firme en su amor —en su llamado sin oposición—. Vislumbramos ese amor sin oposición al final de su vida, cuando animó con cariño a los criminales que colgaban en las cruces a lado y lado de Él para que no se desesperaran, sino que tuvieran fe y supieran que todo estaba bien. Él enseñó: “Estén en el mundo, pero no pertenezcan a él”. En otras palabras, ten un llamado mundano sabiendo que este será algo condicional y al mismo tiempo permanece firme, arraigado en tu llamado incondicional que quizá tenga algo que ver con brindar amor, estar siempre presente y generar paz.
Mi llamado incondicional es estar siempre presente. Mi vocación mundana es descubrir quién soy y ayudarles a otros a hacer lo mismo para crear así un mundo pacífico. En el trabajo, mi compromiso de estar presente me ayuda a ser consciente de mí mismo, de los demás y de lo que se necesita, sin enredarme en nada de eso. Y cuando me enredo, estar presente me ayuda a darme cuenta en qué estoy enredado y a dejar ir los pensamientos y sentimientos que me atrapan, como “Necesito la aprobación de los demás”, “Necesito ser especial” y “Necesito rescate”.
Mi vocación mundana de autodescubrimiento y ayuda hacia otros en su viaje por la vida me ayuda a mantenerme enfocado en trabajar conmigo mismo y con otros en el proceso de crecimiento interno y a decirles no a las actividades y proyectos que no estén relacionados con esta vocación.
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¿Cuál es tu llamado en el mundo? ¿Y cuál es tu llamado sin
oposición?
CRISTALIZANDO NUESTRO LLAMADO EN LA VIDA
Ahora, exploremos algunas otras perspectivas desde las cuales analizar estas preguntas. A lo largo de los años, he visto a diferentes líderes, como Gene, vivir su llamado en la vida. Casi todos sus llamamientos están relacionados con la sensación de ayudar a otros. Mencionaré algunos muy conocidos. Steve Jobs afirmó: “Estamos aquí para hacer mella en el universo. De lo contrario, ¿por qué más estar aquí?”. Y Jeff Weiner, CEO de LinkedIn, está convencido de que está aquí para “expandir la sabiduría y la compasión colectiva del mundo”. Todos somos los CEO de nuestra propia vida. ¿De qué maneras deseamos usarla para contribuir al mundo?
SIETE MOTIVACIONES,
SIETE INTENCIONES DE ÉXITO
Nuestro llamado puede ser tomado como un compuesto entre lo que valoramos profundamente y lo que se necesita en el mundo. Esto es diferente para todos y además tiende a evolucionar a lo largo de la vida. Con el fin de ayudar a mapear los estados de conciencia de las organizaciones, Richard Barrett, el autor británico y pionero del desarrollo del liderazgo, volvió a concebir la jerarquía de necesidades de Maslow basándose en la investigación de miles de líderes y organizaciones. Yo he modificado ligeramente su trabajo con el fin de