convivencia con la naturaleza y modelos económicos de Estado de bienestar. Para un nuevo orden internacional, es importante una ética mundial basada en consensos éticos entre civilizaciones. Como afirmaba hace veinte años el teólogo suizo Hans Küng:
No habrá ningún nuevo orden mundial sin una nueva ética mundial, una actitud ética global o planetaria a pesar de todas las diferencias dogmáticas. […] Una actitud ética global, una ética mundial no es otra cosa que el mínimo necesario de valores humanos, criterios y actitudes fundamentales.5
El ideal sería un mundo de respuestas más globales, de mayor cooperación internacional, de mayor solidaridad.
En conclusión, los ajustes deseables en la pospandemia, en vez de un feroz regreso al capitalismo salvaje, serían un regreso en materia económica a un Estado de bienestar más responsable de políticas públicas que aborden los siguientes aspectos: la salud pública; la protección de las especies y la convivencia más armónica entre humanos y animales; una toma de conciencia de las metas de calentamiento global para lograr un planeta habitable; el desarrollo de una economía más solidaria y participativa, orientada al bien común y al fortalecimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la agenda 2016-2030; no estimular más desarrollo de energías fósiles contaminantes y respaldar el de energías limpias sustitutivas; cambiar los patrones de comercio internacional basados en la colocación de commodities mineroenergéticos; consolidar principios democráticos como eje central de gobernabilidad y procurar limitar la expansión de tendencias autoritarias; reformar y fortalecer los organismos internacionales y las negociaciones multilaterales; reformular y refundar si fuere necesario los procesos regionales de integración como mecanismo para el desarrollo y bienestar de las poblaciones; lograr entendimiento entre religiones que deje sin piso las interpretaciones fundamentalistas causantes de acciones terroristas; y avanzar en un desarme mundial que comprometa a las naciones exportadoras de armamento responsables de la paz mundial en el Consejo de Seguridad de la onu para que el mundo avance en condiciones de paz y tranquilidad.
Estructura de las obras
Desde marzo del 2020, cuando se comenzó a extender la epidemia de la covid-19 por el planeta y se convirtió en pandemia, el Centro de Pensamiento Global (Cepeg) de la Universidad Cooperativa de Colombia procedió a preparar, con la editorial de la universidad, una convocatoria abierta para autores interesados en tratar los principales aspectos multidimensionales característicos de este fenómeno, cuyo resultado fueron confinamientos nunca antes vividos en el mundo. El resultado fue muy favorable con más de sesenta propuestas seleccionadas, que luego de la doble evaluación de los capítulos por dobles pares permitió estructurar siete libros que se distribuyen en dos colecciones: tres libros correspondientes a los tomos 6, 7 y 8 en la colección Gridale y cuatro libros correspondientes a los tomos 3, 4, 5 y 6 en la colección Pensamiento Global.
En la colección Gridale, se presentan:
Tomo 6: La covid-19 y la integración ante los desafíos de un nuevo orden mundial.
Tomo 7: Impactos de la covid-19 en el sistema internacional y en la integración regional.
Tomo 8: La covid-19 y los cambios en la integración latinoamericana y europea.
En la colección Pensamiento Global, están los siguientes:
Tomo 3: La pandemia de covid-19 y un nuevo orden mundial.
Tomo 4: La pandemia de covid-19 y los cambios en las condiciones de vida.
Tomo 5: La pospandemia en un contexto de desarrollo solidario.
Tomo 6: La pospandemia y políticas públicas para enfrentarla.
En esta introducción, se comentan los contenidos del tomo 3 de la colección Pensamiento Global: La pandemia de covid-19 y un nuevo orden mundial.
En el primer capítulo, “Coronavirus del siglo xxi: crónica de una pandemia anunciada”, Liliana Henao-Kaffure analiza el concepto de coronavirus según el cual el microorganismo patógeno explica la enfermedad y muestra cómo la pandemia por coronavirus del 2019 no constituye una sorpresa y ha afectado la salud humana desde la década de los sesenta. Describe en detalle la grave afectación desde inicios del siglo xxi del “síndrome respiratorio agudo severo” (sars), seguido del “coronavirus del síndrome respiratorio de Oriente Medio” (mers) y ahora de la covid-19 (sars-CoV-2), que se inició en China como una neumonía desconocida y que rápidamente, en un mundo interconectado, se convirtió en pandemia y en cuya génesis tuvieron que ver los mercados de animales vivos. Los tres coronavirus han sido propagados por animales como las civetas, el perro mapache, los tejones turones y los murciélagos para el sars, los murciélagos y los pangolines para la covid-19 o los dromedarios para el mers, en los que influyó el gran movimiento de exportación en el Gran Cuerno de África y Oriente Medio. La autora insiste en la conveniencia de replantear la relación sociedad-naturaleza establecida hace siglos —en la que nos ponemos como el centro del universo y explotamos la naturaleza para nuestro beneficio— y cambiarla por una relación sociedad-naturaleza respetuosa de la vida —en la que la naturaleza no es una fuente inagotable de recursos y los humanos redefinen sus relaciones para una sociedad más equitativa—.
En el segundo capítulo, “¿Por qué resultó tan difícil creer en el coronavirus? Formas de pensar frente a la pandemia”, Pablo A. Pellegrini indaga sobre formas de pensar que, en ausencia de un pensamiento dialéctico, muestran cómo los razonamientos se vieron en dificultades para comprender el fenómeno emergente, lo cual derivó en teorías conspirativas y negacionistas, en argumentos simples y lineales, y en las formas en que varios intelectuales trataron de dar sentido a la pandemia. Algunas de estas formas tendieron a tomar un elemento de la situación y a asumirlo como una totalidad que explicaría toda la realidad. En tiempos de tensión, hubo teorías —por ejemplo, la del movimiento QAnon— de la pandemia como parte de una conspiración, expresión de ese pensamiento lineal de considerarla una construcción mediática. Costaba pensar en términos más dinámicos acerca de un problema en expansión, cuya amenaza residía en lo que podía convertirse. El peligro no estaba en las pocas muertes que el virus había causado en los primeros días, sino en lo que podría devenir. Varios intelectuales vieron las cuarentenas obligatorias y las disposiciones de distanciamiento social como oscuras fantasías totalitarias, donde el coronavirus era excusa de los Estados para mayor control y vigilancia del individuo. Para otros, el papel del Estado como garante de la salud y del bienestar general despierta expectativas de un orden social más justo y solidario, con la idea de que el cuidado debe ser colectivo para que la salud individual sea preservada.
En el tercer capítulo, “covid-19: ¿una capitis deminutio para la democracia, no para la globalidad?”, J. Alberto Navas Sierra analiza los efectos de la cuarentena impuesta para luchar contra la covid-19 según un modelo antipandémico autoritario con cuarentena compulsiva, reaperturas graduales y confinamientos restrictivos, liderado por China; y revisa un modelo antipandémico libre y democrático sin cuarentena, de responsabilidad cívica de la población, mientras se llega a su eliminación por inmunidad colectiva o por la vacunación. Mediante información estadística, se establece la población sometida a restricciones de alguno de los dos modelos en el medio urbano, con resultados negativos en la economía mundial y en el incremento de la pobreza. Se parte de la capacidad inmunológica de la especie humana a través de su historia, lo cual no es impedido en el modelo libre y representa un enorme desafío en el entorno de globalización e hiperurbanización, donde muchos Gobiernos no asumieron el riesgo de permitir una inmunización colectiva abierta, ni el reconocimiento del papel protagónico de los virus como patrimonio genético de la humanidad. El modelo autoritario impuso una responsabilidad ético-social colectiva que ha propiciado un nuevo tipo de biopoder que va en contra de la individualidad familiar del modelo libre democrático, el cual lleva a interrogarse sobre la magnitud de la pandemia dados los bajos niveles de letalidad y sobre el mantenimiento de las libertades individuales como un mal presagio para Occidente.
En el cuarto capítulo, “Vigilancia y disciplina en tiempos de pandemia: ¿se expande en Occidente el modelo chino?”, Beatriz Eugenia Campillo Vélez utiliza las categorías del profesor Joseph Nye sobre poder duro, poder suave y poder