de la que forman parte, con base en la secuencia de las proteínas, los géneros Alfacoronavirus, Betacoronavirus, Gammacoronavirus y Deltacoronavirus (Ye et al., 2020). Las categorías taxonómicas de los coronavirus, del domino al género, se presentan en la figura 2.
Figura 2. Categorías taxonómicas de los coronavirus
Fuente: infografía de Andrés Pachón-Lozano basada en la información disponible en el ictv (2020b). Se resaltan con un pictograma los coronavirus del género beta, relacionados con las epidemias y pandemias de síndrome respiratorio agudo grave del siglo xxi
Desde su reconocimiento, los coronavirus han sido objeto de cada vez más arduas y especializadas investigaciones, y de acuerdo con los análisis filogenéticos más recientes, los murciélagos y los roedores constituyen los hospederos naturales de la mayoría de los coronavirus de los géneros alfa y beta, mientras que las aves hacen lo propio respecto a los géneros gamma y delta (Forni et al., 2017; Su et al., 2016).
Aunque durante miles de años los coronavirus han cruzado las barreras entre las especies, en algunas ocasiones han afectado a los humanos y en las últimas dos décadas lo han hecho de forma grave (Ye et al., 2020). En las últimas cuatro décadas del siglo xx, dos coronavirus afectaron a los humanos y lo hicieron de forma leve —uno del género alfa (HCoV-229E) y uno del género beta (HCoV-OC43)—; sobre esta base, al iniciar el siglo xxi, se había llegado al consenso de que los coronavirus producían infecciones inofensivas en los humanos (Bleibtreu et al., 2020, p. 244; Salata et al., 2020, p. 1; Ye et al., 2020, p. 1687). Sin embargo, en lo que va corrido del siglo xxi, además de haber sido relacionados con afecciones leves a la salud de los humanos —el coronavirus del género alfa HCoV-NL63 en el 2004 y el coronavirus del género beta HCoV-HKU1 en el 2005—, nuevos coronavirus —los coronavirus del género beta sars-CoV, mers-CoV y sars-CoV-2— han sido relacionados con afecciones graves a la salud humana que han cobrado forma de epidemias y pandemias (Ye et al., 2020): las llamadas sars, entre noviembre del 2002 y finales de junio del 2003; mers, que inició en el 2012 en Arabia Saudita y aún no se resuelve en Oriente Medio; y covid-19, que empezó en diciembre del 2019 en Wuhan (China) y hoy nos convoca. Se presentan a continuación las génesis de los procesos de configuración de tales epidemias y pandemias.
sars, mers, covid-19: crónica de una pandemia anunciada
No es la primera vez que el título “Crónica de una pandemia anunciada” —que trae a la memoria la Crónica de una muerte anunciada de Gabriel García Márquez— se escribe para manifestar que una determinada pandemia no habría ocurrido, como podría pretenderse, de manera sorpresiva. En el título de este capítulo y este subtítulo, la pandemia anunciada, inscrita como está en la historia y el territorio, es la pandemia de covid-19; y la crónica, de dos décadas, entreteje las génesis de los procesos de configuración de las epidemias de sars y mers, del 2002 y el 2012, y de la pandemia de covid-19 del 2019. Al final, puesta de relieve una similitud explicativa entre las génesis de los procesos de configuración de la exposición, el título del capítulo y del subtítulo presiona por un horizonte ético-político de la acción.
La epidemia de síndrome respiratorio agudo grave del 2002
La primera de las afecciones graves a la salud de los humanos relacionadas con coronavirus en el siglo xxi estalló a mediados de noviembre del 2002, cuando en al menos siete municipios de la provincia de Guangdong, en el sur de China, empezaron a presentarse, en pequeños grupos independientes y de forma esporádica, casos de una enfermedad respiratoria grave (oms, 2003b, pp. 79-81). Durante la primera semana de febrero del 2003, y al parecer en relación con “la atención prestada en los hospitales”, el número de casos sufrió un aumento brusco que comprometió a buena parte de los trabajadores de la salud de los hospitales de la provincia (oms, 2003b, p. 81). A mediados de febrero, empezaron a presentarse casos en Hong Kong (Guan et al., 2003, p. 276) y a finales del mes, fuera de China (oms, 2003b, p. 81). El 12 de marzo, la oms se vio obligada a emitir una primera alerta mundial por la propagación internacional de la enfermedad, y el día 15 presentó las primeras definiciones de casos, formuló recomendaciones a los viajeros internacionales con síntomas y nombró a la enfermedad “síndrome respiratorio agudo grave”, sars por su sigla en inglés (oms, 2003b, pp. 79-81).
Con el objetivo de identificar el microorganismo patógeno relacionado con el sars, la oms estableció, el 17 de marzo, una red mundial de laboratorios, y el día 27 —aunque ya el día 21 científicos de la Universidad de Hong Kong habían hecho pronunciamientos al respecto— informó que dicho microorganismo parecía ser un coronavirus. Para entonces, solo la falta en el cumplimiento de todos los postulados de Koch alejaban a la oms y a su red de laboratorios de la certeza sobre el microorganismo (World Health Organization [who], 2003).
Tras un arduo trabajo de perspectiva decididamente microbiológica, el 16 de abril la oms informó haber cumplido con todos los postulados y haber superado la distancia: el microorganismo se había encontrado “en todos los casos de la enfermedad” y se había aislado “del hospedador y [hecho] crecer en cultivo puro”, “la enfermedad original” se había reproducido al introducir el microorganismo “en un hospedero susceptible” y, finalmente, el microorganismo había sido encontrado “en el hospedero experimental así infectado” (oms, 2003c). Entre el 2 y el 4 de mayo, el ictv reconoció “como una especie” al virus, lo clasificó en el género Betacoronavirus y lo denominó “coronavirus del síndrome respiratorio agudo severo”, sars-CoV por su acrónimo en inglés (ictv, 2003). Con los años, la taxonomía del microorganismo resultaría un tanto más compleja de lo entonces estipulado, pero derivaría, en últimas, en el betacoronavirus que hoy conocemos (ictv, 2020a).
De acuerdo con los estudios epidemiológicos sobre el sars, los primeros casos, en la provincia de Guangdong, tuvieron lugar entre trabajadores de restaurantes que comercializaban “animales enjaulados vivos usados como comida de caza exótica” y “mariscos” (Zhong et al., 2003, p. 1355), y, en ese sentido, los estudios virológicos empezaron a ocuparse de las posibles relaciones que, entre el sars-CoV recientemente identificado y los animales silvestres y domesticados que estaban siendo comercializados en los mercados de la provincia, habrían llevado al virus a cruzar la barrera entre las especies.
En un mercado minorista de animales vivos en Shenzhen, una de las dos ciudades subprovincias de la provincia de Guandong, se llevó a cabo uno de los más representativos estudios de este tipo (Guan et al., 2003). Entre los animales incluidos en el estudio, además de algunos de los trabajadores del mercado, se encontraban el castor (Castor fiber), el tejón turón chino (Melogale moschata), la liebre china (Lepus sinensis), el muntíaco chino (Muntiacus reevesi), el gato doméstico (Felis catus), el tejón porcino (Arctonyx collaris), la civeta de las palmeras del Himalaya (Paguma larvata) y el perro mapache (Nyctereutes procyonoides); y para la investigación, fueron tomadas muestras nasales, fecales y de sangre, y fueron llevadas a cabo técnicas de rt-pcr, inoculación en células FRhK-4, microscopía electrónica y Western blot.
Las muestras nasales de cuatro de las seis civetas de las palmeras del Himalaya dieron positivo para el gen N del coronavirus del sars humano con la técnica rt-pcr, y las células inoculadas con muestras de cuatro de las seis civetas —dos de las cuales dieron positivo con la técnica rt-pcr— presentaron efectos citopáticos. La muestra fecal del único perro mapache del estudio permitió detectar el virus por aislamiento y rt-pcr, y en las otras seis especies no se detectó ningún virus. La microscopía electrónica de un sobrenadante de una célula infectada de civeta permitió encontrar “partículas virales con una morfología compatible con el coronavirus”, y en el suero de cinco animales —tres civetas, el perro mapache y un tejón turón chino— se encontraron “anticuerpos neutralizantes contra el coronavirus animal” del sars (Guan et al., 2003, p. 276). La técnica de Western blot, que se aplicó en los sueros de los animales para validar los resultados de la prueba de neutralización, dio positivo para anticuerpos específicos contra el coronavirus del sars en las tres civetas y el tejón turón que dieron positivo en el ensayo de neutralización (la prueba no se realizó en el perro mapache porque el suero resultó insuficiente), y en el suero del paciente convaleciente de sars que se usó