James W. Thompson

El Ministerio Pastoral según el Apóstol Pablo


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sobre el liderazgo individual, “Dios es quien da el crecimiento.” En los ejemplos de plantación, crecimiento y madurez, el énfasis de Pablo está en la madurez de la congregación. Aunque podemos asumir que Pablo presupone el crecimiento numérico, su énfasis está en el camino a la madurez. Él usa la metáfora del edificio para asegurar que los líderes de la comunidad construyen una congregación que resistirá la última prueba.

      Los primeros intérpretes apelaron al enfoque protestante basado en la doctrina paulina de la justificación por la fe, comúnmente entendida como el centro de su teología, para desarrollar una teología pastoral. La comprensión de la justificación por la fe ha aportado dos dimensiones a la concepción tradicional del ministerio. En primer lugar, la visión tradicional de la justificación por la fe como la salvación del individuo ha sido la base para concebir al ministro como el evangelista que proclama la gracia de Dios a la gente y los invita a responder en fe. Para quienes comprenden la justificación por la fe como una teología acerca de “entrar en” una relación con Dios, el ministerio se convierte en la práctica de traer gente a la gracia de Dios a través del evangelismo. Así, el papel del ministro como evangelista corresponde al concepto tradicional de la justificación por la fe.

      En segundo lugar, la justificación por la fe también ha sido la base para ver el ministerio como el ofrecimiento de la gracia a quienes sufren continuos conflictos en sus intentos por vivir la vida cristiana. En la interpretación tradicional de Romanos 7, por ejemplo, la persona atormentada que dice, “no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco” (Romanos 7:15), es el cristiano que es recto y pecador al mismo tiempo. Lutero observó la importancia pastoral de su interpretación cuando dijo, “De hecho, es un gran consuelo saber que un gran apóstol sufrió las mismas luchas y aflicciones en las que nos encontramos nosotros mismos cuando deseamos ser obedientes a Dios!”17 Mientras esta persona permanezca constantemente necesitada de la gracia de Dios, el papel del ministro es comunicar la gracia de Dios.

      Howard Clinebell cita este pasaje como la base de un moderno ministerio pastoral. Él habla del “conflicto interno” de Pablo como un ejemplo de la caída del hombre a lo que el ministro responde: “Todos conocemos el conflicto interno expresado por Pablo en su carta a la Iglesia primitiva en Roma: ‘Yo sé que en mí, es decir, en mi naturaleza pecaminosa, nada bueno habita. Aunque deseo hacer lo bueno, no soy capaz de hacerlo. De hecho, no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero’ (Romanos 7:18-19)”18 Para Clinebell, este pasaje ilustra que “nuestra separación de nosotros mismos y de otros nació de alguna manera de nuestra separación de que proviene del amor de Dios.”19 Esta enajenación proporciona las bases para el ministerio pastoral, definiendo el papel del pastor como el que responde a quienes se encuentran en problemas, ayudándolos a superar esa situación.

      Podemos ver el impacto de este concepto de la justificación en la obra de los teólogos pastorales que equiparan la doctrina de la justificación por la fe con la aceptación que se constituyó en el centro de la psicoterapia Rogeriana. Clinebell acude a Pablo cuando describe la relación de consejería como “un canal para la gracia de Dios, el amor transformador que es la fuente de toda salvación y toda plenitud (Gálatas 2:8; Romanos 3:23-41).”20 Según LeRoy Aden, “Pablo nunca nos deja olvidar que Dios nos acepta a pesar de nuestra naturaleza inaceptable, que Él ama y perdona aún cuando continuemos mostrando enemistad e incredulidad hacia Él. Aparte de esta incondicional e inmerecida aceptación, fluye un amor que busca servir como ha sido servido.”21 Podemos comparar este comentario de Rodney Hunter:

      Desde la perspectiva de Pablo y los Reformadores Protestantes, el corazón del Evangelio, desde el que toda la fe, la vida y el ministerio cristiano fluyen, es que Dios ha perdonado nuestros pecados y que Él no ha actuado conforme nuestras trasgresiones lo merecían, pues por la libre entrega de su Hijo, ha proclamado y establecido nuestra reconciliación con Él por la fe, totalmente aparte de todas las consideraciones de mérito o merecimiento. En esta tradición, el corazón del Evangelio es el anuncio del perdón de pecados a través de Jesucristo…

      Si este mensaje es tomado como el tema central de la fe cristiana – como lo ha sido tradicionalmente en la fe y la teología protestantes -, entonces también debe ser el tema central o enfoque para el ministerio, incluso el ministerio pastoral. En este contexto, desde un punto de vista puramente normativo y sistemático, el ministerio pastoral así como los más especializados ministerios de consejería deben ser entendidos fundamental y comprehensivamente, con referencia a este tema.22

      La doctrina paulina de la gracia se vuelve la base para el concepto pastoral de aceptación.

      Aunque algunas veces Pablo ha sido utilizado como una fuente de teología pastoral, esto se ha basado en un anticuado e inadecuado concepto de Pablo. En primer lugar, se basa en una presunción altamente debatible en los estudios bíblicos: que la justificación es el centro de la teología de Pablo y que consiste en el perdón del individuo. En ese enfoque individualizado, no se reconoce que la justificación incluye no sólo entrar en una relación con Dios a través del perdón, sino en la fidelidad del pacto de Dios, en el que no sólo se acepta al pecador sino que le exige una nueva existencia.23 Es más, no reconoce el polémico contexto en el que Pablo formuló la doctrina de la justificación en Gálatas y Romanos. Así, una teología pastoral basada en una concepción tradicional de la doctrina paulina de la justificación por la fe no aborda todas las ramificaciones de la justificación ni otros aspectos de la teología paulina. En segundo lugar, ignora la naturaleza colectiva de la existencia cristiana, ofreciendo una concepción individualizada de la justificación por la fe. Finalmente, ignora el consistente llamado de Pablo a la transformación y sus instrucciones parenéticas, de acuerdo a las cuales él insiste en que los cristianos caminan “dignamente en el evangelio.”

      Si Pablo proporciona una base teológica para el trabajo pastoral, debemos ver un concepto más matizado de su teología. Por lo tanto, ya que toda teología tiene una dimensión pastoral paulina, nosotros no podemos asumir que la justificación por la fe, definida por lo pronto como la aceptación del individuo por Dios, proporciona la base para una teología pastoral, porque las preocupaciones de Pablo van más allá de simplemente entrar en una relación con Dios. Si estudiamos las cartas de Pablo, vemos que la justificación tiene un lugar principal sólo en Gálatas y Romanos. Pablo apela a este tema sólo en polémicas situaciones para declarar quién pertenece al pacto. Su enfoque no está en el individuo que batalla para encontrar a un Dios de gracia sino en la fidelidad de Dios al pacto con Israel, el cual ahora incluye a los gentiles. Este concepto tiene consecuencias para la visión tradicional del ministerio porque se enfoca más en la eclesiología que en la respuesta individual al evangelio. En consecuencia, aunque la justificación es un tema principal en la teología paulina, no es el centro de su pensamiento. Más aún, como se dice más adelante, aunque la teología de Pablo es una orden para el evangelismo, lo valioso de su obra se extiende más allá de traer pecadores a una relación con Dios, a la completa formación de sus comunidades.

      Krister Stendahl desafió la común interpretación occidental de Romanos 7, argumentando que Pablo no da evidencia de su lucha con el pecado antes ni después de su conversión.24 Los intérpretes de la última generación han dicho que el pasaje no habla de la experiencia pre-cristiana de Pablo ni de su vida como cristiano, sino de la nueva perspectiva cristiana de Pablo acerca del individuo bajo la Ley. De esta manera, si Romanos 7 no describe la necesidad del cristiano de gracia y aceptación, no sirve como base para la teología de la aceptación que ha proporcionado la base para la teología pastoral.

      Una debilidad adicional del concepto tradicional de la justificación es que disminuye la importancia de la ética, separando la teología pastoral de la transformación ética. Aunque los escritos de Pablo insisten en que la justificación no socavan la ética (cf. Romanos 6:1-11), los intérpretes han relegado la transformación ética a algo marginal en la teología paulina, convirtiendo la doctrina paulina de la gracia en una “gracia barata.” En consecuencia, la teología pastoral ha creado una profunda brecha entre la aceptación del individuo y la exigencia de obediencia en fe.25

      Una Nueva Perspectiva Paulina de la Teología Pastoral.

      Aunque numerosos estudios han explorado la práctica pastoral de Pablo, la dimensión ausente en el estudio de Pablo y el ministerio