[Y entre otras cosas más dice:] ‘El Espíritu de Dios está con ella y lo ha estado en una forma notable al sanar a los enfermos mediante la respuesta a sus oraciones; algunos casos son tan fantásticos como los que están registrados en el Nuevo Testamento’ ” (citado en la revista Ministerio Adventista [mayo-junio de 1983], pp. 10, 11).
Ella misma cuenta: “Mi esposo y yo visitamos al padre Andrews [se refiere a Eduardo Andrews, padre de J. N. Andrews], que estaba sufriendo intensamente de reumatismo inflamatorio. Oramos por él. Puse mis manos sobre su cabeza y dije: ‘Padre Andrews, el Señor Jesús te sana’. Fue sanado instantáneamente. Se levantó y caminaba por la habitación alabando a Dios y diciendo: ‘Nunca antes vi cosa semejante. Ángeles de Dios están en esta habitación’ ” (1 MS 252).
Yo creo en los milagros
¡Cómo no podría creer si vivo gracias a milagros! La vida, en sí misma, es un maravilloso milagro de cada despertar, de cada latido y de cada día. Pero, nos damos cuenta más fácilmente cuando llevamos una cruz a cuestas. En 1974 comencé mis estudios en la Facultad de Teología. Poco después me diagnosticaron diabetes, y desde entonces soy insulinodependiente. ¿Por qué Dios no me curó? No sé, nunca se lo pregunté y tampoco se lo pedí. Pero, cuando me dijeron de mi enfermedad, también me recomendaron buscarme otra carrera que no me obligara a estar mucho tiempo fuera de casa y trabajando tanto como los pastores.
Mis sueños se estaban esfumando; y esa noche, mientras todos dormían, lloré. Me levanté a buscar en la Biblia alguna esperanza o aliento. Aunque no sea el mejor método para leerla, la abrí al azar y leí: “Esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho” (1 Juan 5:14, 15).
¿No era, acaso, una invitación a orar? Sí, pedí, y Dios respondió. No le pedí que me sanara. Le dije: “Señor, con diabetes o sin ella, hazme pastor”. Llevo más de 38 años como pastor evangelista. Y, aunque ya estoy jubilado, viajo constantemente; predico dos, tres y hasta cinco conferencias por día; visito los medios de comunicación; atiendo decenas de entrevistas; y puedo decir: “Hasta aquí nos ayudó Jehová” (1 Sam. 7:12).
Año 2002. Luego de trabajar desde temprano en las oficinas de la Unión Austral (hoy, Unión Argentina), por la noche prediqué dos turnos en la campaña evangelizadora de Castelar, en el Gran Buenos Aires. Luego me llevaron apresuradamente al aeropuerto, donde abordé un avión hacia Asunción del Paraguay. Llegué muy tarde a un hotel, medí el nivel de glucosa en mi sangre y pensé que podía irme a dormir sin cenar. Siempre es riesgoso cuando tienes insulina aplicada. Trato de hacer las cosas bien y sigo las recomendaciones de mi médico, pero estoy acostumbrado a no saber si despertaré al día siguiente.
A las 5 de la mañana sonó el teléfono de mi habitación. El tubo cayó de mi mano. Estaba sufriendo una severa hipoglucemia. No sabía dónde estaba, y no sé si alcancé a entender que iba a entrar en un coma diabético, pero me dejé caer de la cama y, con el último aliento, desde el piso, abrí el frigobar y traté de destapar una gaseosa. Como sabemos, las bebidas cola son malas para la salud, pero a mí me salvó la vida. Alcance a tomar unos sorbos, y quedé knock out. Sin embargo, el azúcar y la cafeína hicieron su efecto, y desperté un rato después.
Más tarde, le pregunté al conserje por qué me llamó tan temprano.
–Perdone, señor, me equivoqué de habitación –me respondió.
–No te equivocaste –le dije–, Dios hizo que me despertaras en el momento justo; si tardabas unos minutos más, no hubiera despertado nunca.
Hace 42 años que llevo mi “dulce cruz”, pero me siento muy bien, estoy fuerte, subo montañas, hago deportes y hasta el momento no hay secuelas de mi enfermedad. ¡Gracias a Dios por sus milagros de cada día cuidando mi vida!
Конец ознакомительного фрагмента.
Текст предоставлен ООО «ЛитРес».
Прочитайте эту книгу целиком, купив полную легальную версию на ЛитРес.
Безопасно оплатить книгу можно банковской картой Visa, MasterCard, Maestro, со счета мобильного телефона, с платежного терминала, в салоне МТС или Связной, через PayPal, WebMoney, Яндекс.Деньги, QIWI Кошелек, бонусными картами или другим удобным Вам способом.