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William Shakespeare
Las Tragedias de William Shakespeare
Julio César, Otelo, Macbeth, Romeo y Julieta, Hamlet, El rey Lear
e-artnow, 2021
EAN 4064066446482
Índice
Julio César
Julio César
Contenido
Personajes
DRAMATIS PERSONAE
JULIO CÉSAR
Triunviros tras la muerte de César:
OTAVIO CÉSAR
MARCO ANTONIO
M. EMILIO LÉPIDO
Conspiradores contra Julio César:
MARCO BRUTO
CASIO
CASCA
TREBONIO
LIGARIO
DECIO BRUTO
METELO CÍMBER
CINA
Senadores:
CICERÓN
PUBLIO
POPILIO LENA
Trubunos:
FLAVIO
MARULO
Amigos de Bruto y Casio:
LUCIO
TITINIO
MESALA
CATÓN EL JOVEN
VOLUMNIO
Criados de Bruto
VARRÓN
CLITO
CLAUDIO
ESTRATÓN
LUCIO
DARDANIO
PÍNDARO, criado de Casio
CALPÚRNIA, esposa de César
PORCIA, esposa de Bruto
ARTEMIDORO, sofista de Cnido,
CINA, poeta
Otro poeta
Un adivino
Senadores, ciudadanos, guardias, servidores, etc.
Acto I
Escena: Roma; después en Sardis y cerca de Filipos.
SCENA PRIMA
Roma. — Una calle
Entran FLAVIO, MARULO y una turba de ciudadanos
FLAVIO. — ¡Largo de aquí! ¡A vuestras casas! ¡Gente ociosa, marchad a vuestras casas! ¿Es hoy día festivo? ¡Qué! ¿Ignoráis, siendo artesanos, que no debéis salir en día de trabajo sin los distintivos de vuestra profesión? Habla, ¿qué oficio tienes?
CIUDADANO PRIMERO. — Carpintero, señor.
MARULO. — ¿Dónde están tu mandil de cuero y tu escuadra? ¿Qué haces con tu mejor vestido? Y vos, señor mío, ¿de qué oficio sois?
CIUDADANO SEGUNDO. — Francamente, señor; comparado con un obrero fino, no soy más que, como si dijéramos, un remendón. MARULO. — Pero ¿qué oficio es el tuyo? ¡Contéstame sin rodeos!
CIUDADANO SEGUNDO. — Un oficio, señor, que espero podré ejercer con la conciencia tranquila, pues, en verdad, es el de reparador de malas suelas.
MARULO. — ¿Qué oficio, bribón? Bribonazo, ¿qué oficio?
CIUDADANO SEGUNDO. — Os lo ruego, señor, no os descompongáis; sin embargo, si os descomponéis, podré componeros.
MARULO. — ¿Qué quieres decir con eso? ¡Componerme tú a mí, bergante!
CIUDADANO SEGUNDO. — ¡Claro, señor, remendaros!
FLAVIO. — ¿Eres un zapatero de viejo, no?
CIUDADANO SEGUNDO.—En efecto, señor; todo lo que poseo es por la lezna. No me inmiscuyo en los asuntos de los negociantes ni en los de las negociantas sino con la lezna. Soy propiamente un cirujano de calzas viejas; cuando están en gran peligro, les devuelvo la salud. De modo que personas tan calificadas como las que más han ido en cueros limpios con la obra de mis manos.
FLAVIO. — Pero ¿por qué no estás hoy en tu taller? ¿A qué llevas a estas gentes por las calles?
CIUDADANO SEGUNDO. — Francamente, señor, a que gasten sus zapatos, para así procurarme yo más trabajo. Pero, a decir verdad, señor, holgamos hoy por ver a César y regocijarnos en su triunfo .
MARULO. — ¡Regocijaros! ¿De qué? ¿Qué conquista trae a la patria? ¿Qué tributarios le acompañan a Roma adornando con los lazos de su cautiverio las ruedas de su carroza? ¡Estúpidos pedazos de pedernal, peores que cosas insensibles! ¡Oh corazones encallecidos, ingratos hijos de Roma! ¿No conocisteis a Pompeyo? ¡Cuántas y cuántas veces habéis escalado muros y almenas, torres y ventanas, sí, y hasta la punta de las chimeneas, con vuestros niños en brazos, y habéis esperado allí todo el largo día, en paciente expectación, para ver desfilar al gran Pompeyo por las calles de Roma! Y apenas veíais aparecer su carro, ¿no prorrumpíais en una aclamación tan estruendosa que temblaba