Carolina Abadía Quintero

"Por una merced en estos reinos"


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de partida para comprender las realidades vinculantes que envuelven el problema de la promoción en Indias, lo cual significa que Popayán como unidad obispal fue solo una excusa para estudiar el mundo de la élite eclesiástica de Indias meridionales y su relación con las catedrales, el virrey del Perú, la corte real en Madrid y la corte papal en Roma.

      Como propone Óscar Mazín, en Indias, “la ciudad es, inexorablemente, compañera del imperio”,57 de modo que es el espacio donde se personificaba de manera simbólica y material la diversidad de poderes que en ella habitaban, lo cual le brinda una importante complejidad al convertirse en teatro de fricciones, conflictos, pactos y negociaciones entre corporaciones, estamentos e indistintos grupos sociales. La ciudad fue aparato de representación del poder del rey y, por ende, de la monarquía, hogar de los intereses económicos y políticos de las élites locales, eje de intermediación de las relaciones entre quienes la habitaban de manera permanente y pasajera. Además, las ciudades en Indias tuvieron un tipo de vocación definida por la predominancia de un rasgo social, político o cultural, con lo cual aparecen las ciudades capitales virreinales, las ciudades de letras, las ciudades mineras, las ciudades frontera, y la que más nos interesa, las ciudades episcopales.

      El obispado de Popayán, que ocuparía una gran porción del territorio neogranadino en términos jurisdiccionales, estaría vinculado a la Audiencia de Quito y, por evidente cercanía, a la Audiencia de Santa Fe. No obstante, como menciona Joanne Rappaport, y bien se comprobará, indiferente de la distancia y de las necesidades locales, en general, ciudades como Santa Fe y Quito estaban vinculadas en términos políticos y eclesiásticos a Lima y España, gracias al poder articulador del virrey en Lima como por la autoridad religiosa.58 Para profundizar en esta consideración, el estudio de las carreras y de las relaciones y redes de los obispos y prebendados del obispado de Popayán en el periodo de estudio ha permitido constatar que la llamada cultura colonial aislada o separada59 con la que se definió al obispado y gobernación de Popayán es inexistente, en la medida en que si bien la distancia complicaba la celeridad en las comunicaciones, los vínculos entre sujetos y corporaciones de poder se mantenían y fortalecían, con lo cual se creaban conexiones políticas y trasatlánticas que demuestran la posibilidad que tenía un obispo o un capitular de mantener nexos en distintos lugares de la monarquía hispánica, con lo cual vencían la distancia y ampliaban el rango de influencia de élites y grupos de poder en Indias.

      La propuesta inicial consideraba la espacialidad desde la jurisdicción territorial del obispado de Popayán, pero, a medida que se fueron descubriendo las relaciones de los obispos y prebendados payaneses, se establecieron evidentes nexos con Quito, Santa Fe, Cartagena de Indias, Cuzco, Guamanga y la Ciudad de los Reyes, ciudades establecidas en el área que comprende las ya mencionadas Indias meridionales, así como con Sevilla, Madrid y Roma, lo cual demuestra que las barreras geográficas, reales para la época, fueron superadas con la existencia y con el mantenimiento de relaciones a partir de cartas y epístolas escritas. Esto hace que se considere hablar de una geografía de estudio más amplia, tomando como punto de partida a prelados y capitulares payaneses, y sus relaciones en el mundo hispánico.

      No son muy profusos en la historiografía colombiana los trabajos y las investigaciones dedicados a la reflexión sobre arzobispos, obispos, cabildos catedrales, prebendados y canónigos, citándose a menudo de manera sintética o a pie de página algunos hechos relevantes que vinculan la historia eclesiástica con problemas históricos más específicos, como el de la conquista del Nuevo Reino de Granada, las primeras décadas de poblamiento español, las reformas borbónicas, la independencia y los conflictos Iglesia-Estado en el siglo XIX. Esta situación se genera inicialmente en un problema vinculado a los archivos episcopales y de las órdenes religiosas, pues o son inexistentes o tienen accesos restringidos a los investigadores, o los investigadores les han prestado poca importancia a los roles culturales y sociopolíticos cumplidos por la Iglesia y sus mediadores a lo largo de la historia. Los trabajos que existen sobre este tipo de relaciones y roles se circunscriben a los siguientes aspectos: a) los manuscritos de los cronistas de Indias y las relaciones histórico-geográficas propias de los siglos XVI y XVII, que hacen parte de la denominada historiografía indiana; b) las historias institucionales editadas o promovidas desde la Iglesia católica; c) los trabajos de los historiógrafos del siglo XIX quienes escribían la historia tal y como aparecía en los documentos, y d) las reflexiones propias de la producción universitaria de las escuelas de historia nacional y regional, y a las llamadas academias de historia conformadas, en su mayoría, por historiadores aficionados. Tales limitantes en el ejercicio historiográfico nacional son una de las mayores motivaciones para realizar este libro. A continuación, se referirán los trabajos, las investigaciones y los autores, que, privilegiando los siglos XVI y XVIII, hacen mención en sus reflexiones de uno o varios de estos aspectos.

      De la historiografía temprana denominada indiana, conformada por crónicas, genealogías y relaciones histórico-geográficas que hacen mención de diversos datos biográficos de los obispos de Popayán entre los siglos XVI y XVII, se encuentran, principalmente, referencias sobre el estado del obispado, el cobro de los diezmos, de la cantidad de indios y doctrinas existentes, y del gobierno de los prebendados y de los obispos Del Valle y De la Coruña.60 Del grupo de los historiógrafos del siglo XIX, se presenta inicialmente la Historia eclesiástica y civil de Nueva Granada,61 de José Manuel Groot, obra en tres volúmenes publicada en 1856, que narra de manera episódica los principales acontecimientos civiles y eclesiásticos neogranadinos, e integra bajo una perspectiva nacional los procesos regionales. Este trabajo, reconocido como parte de la historiografía conservadora colombiana del siglo XIX,62 nació dentro de la agudización del enfrentamiento entre la Iglesia y el Estado. Groot describe de manera muy general a algunos obispos payaneses y su labor en el proceso de adoctrinamiento y evangelización de los indios, el proceso de construcción de la catedral, la promoción de algunos prebendados del cabildo catedral payanés al cabildo eclesiástico santafereño y las labores misioneras y educativas de órdenes como la franciscana y la jesuita. En este mismo tono apologético y decimonónico, están, desde el ámbito regional, Gustavo Arboleda63 y Jaime Arroyo,64 quienes, respectivamente, a partir de la lectura de las actas del cabildo de Cali y Popayán, se dedicaron a escribir o transcribir la información y los datos de los documentos capitulares que presentan varias menciones de prelados y capitulares payaneses.

      Cuatro trabajos auspiciados y promovidos desde el arzobispado de Popayán en años distintos, 1875, 1892, 2014 y 2018, narran la historia de esta sede en lo que se puede considerar como los referentes de su historia institucional. El primero, titulado Historia de la diócesis de Popayán,65 contiene dos textos, uno de Manuel Antonio Bueno y Quijano, canónigo y vicario capitular payanés, quien escribió la historia del obispado desde 1546 hasta la última mitad del siglo XIX, en que dio cuenta de manera particular de los obispos, las órdenes religiosas, los conventos y las corporaciones católicas que hicieron parte de la vida religiosa payanesa. De manera lineal, y utilizando documentos del archivo del arzobispado, Bueno cuenta cómo evolucionó y progresó la institucionalidad católica hasta bien entrado el siglo XIX, para demostrar cuáles habían sido los aportes que prelados, prebendados, religiosas y misioneros habían brindado a la región. El segundo texto, de tono apologético, fue obra de Juan Buenaventura Ortiz, obispo de Popayán. Lo escribió en 1892 a partir de la lectura de las actas del cabildo eclesiástico de Popayán. Presenta transcripciones documentales que exponen los acontecimientos que considera más relevantes para presentar una “verdadera historia eclesiástica de la Diócesis de Popayán”.66 El año de impresión de esta Historia de la diócesis de Popayán, compuesta por los manuscritos inéditos de Bueno y Quijano y Ortiz, fue 1942, gracias al auspicio de la Academia Colombiana de Historia y de su presidente, Tulio Enrique Tascón.67 Este determinó que, ante la necesidad de que se adicionara un trabajo de historia eclesiástica a la colección Biblioteca de Historia Nacional, se editaría un libro dedicado a la historia institucional de la Iglesia católica en Popayán y el Cauca, región de la que era oriundo.

      La segunda obra, titulada Popayán.