David Antonio Pulido García

Formar una nación de todas las hermanas


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antigua. No dejó de quejarse de la educación en Colombia. Lo aturdía la idea de terminar su secundaria en Colombia: “No me conviene seguir estudiando en esta capital cuyas escuelas de preparatoria están a base de lecciones de memoria, al pie de la letra (Oh atraso increíble), y yo nunca he ejercitado mi memoria a tal grado de poder hacer frente a este sistema estúpido y salvaje de enseñanza”2, le escribía a su madre.

      El éxito de Pellicer en Bogotá estuvo relacionado con la solidaridad de la juventud capitalina hacia México, admirado en Colombia por su siglo XIX liberal, por la revolución mexicana y por el peligro real de más arbitrariedades de las autoridades de Estados Unidos hacia su territorio. Pellicer contó con la animadversión que reinaba todavía en Colombia hacia ese país. Cada vez que intervenía frente a los estudiantes, las ovaciones no eran tanto para la persona de Pellicer sino en solidaridad con los mexicanos. Sabían los colombianos del papel que estaba desempeñando el presidente Venustiano Carranza y por ello era seguido y admirado.

      Fructífero fue su papel entre los jóvenes colombianos y es de esta epopeya que versa el libro. Pellicer dejó huella en Colombia, no solo coadyuvó a la configuración del movimiento estudiantil, sino que dio inicio al establecimiento de una red intelectual de óptimos resultados para el fortalecimiento de las relaciones entre intelectuales que lucharon durante el siglo XX por la conservación de los valores democráticos en el continente. A través de sus actividades los intelectuales latinoamericanos configuraron una especie de unidad continental que obligó a los estados al fortalecimiento de las relaciones diplomáticas.

      César Augusto Ayala Diago, Ph. D.

      Departamento de Historia

      Universidad Nacional de Colombia

      Notas

      1 Premio Mejor Tesis de Maestría en Historia Panamericana, Instituto Panamericano de Geografía e Historia IPGH, organismo especializado de la Organización de Estados Americanos, OEA, 2019. Premio Nacional Berta Ulloa en Investigación sobre Historia Diplomática de México, Secretaría de Cultura de México, Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México, INEHRM, 2017.

      2 Carlos Pellicer, Correo familiar 1918-1920, México, Factoría Ediciones, 1998, p. 197.

      En las últimas décadas, los procesos de formación de las élites intelectuales universitarias mexicanas, a lo largo del periodo revolucionario y posrevolucionario, han sido uno de los temas que más han interesado a los cultivadores de la historia intelectual del país. Dicho interés se ha traducido en importantes contribuciones historiográficas que, por sus características e intereses particulares, han priorizado el estudio y la descripción de estos procesos, circunscribiéndolos al ámbito estrictamente nacional1. No obstante, si se tiene en cuenta el extraordinario impacto que tuvo la Revolución mexicana en el campo intelectual latinoamericano, y el consecuente interés que su proyecto posrevolucionario suscitó entre los más destacados intelectuales latinoamericanos, se hace evidente la necesidad de una mirada mucho más amplia, que ilumine desde una perspectiva, no solo comparada sino también relacional, los procesos de formación de las elites intelectuales universitarias mexicanas (en particular) y de las de sus pares a nivel continental (en general)2. Máxime cuando los años en los que se gesta y se desarrolla el proyecto cultural posrevolucionario coinciden con un periodo de generalizada agitación estudiantil e intelectual en América Latina, enmarcado en las diversas formas que adoptó el movimiento de Reforma Universitaria, iniciado en la ciudad de Córdoba, Argentina.

      Ahora bien, dentro de la historiografía mexicana del periodo se ha documentado —no muy exhaustivamente— que durante el gobierno de Venustiano Carranza se adelantó una iniciativa diplomática y a la vez intelectual para Latinoamérica que consistía en nombrar como pensionados estudiantiles3 a destacados jóvenes universitarios en las legaciones mexicanas de cinco países suramericanos (Argentina, Brasil, Chile, Uruguay y Colombia). Tal iniciativa tenía el fin de fomentar los diálogos e intercambios culturales entre ellos y los jóvenes intelectuales4 universitarios de los países que los recibían, obedeciendo así a la entusiasta campaña del Estado mexicano, encaminada a mejorar la imagen que del país se tenía en el resto de Latinoamérica, una vez terminado el periodo más violento de la Revolución.

      No obstante, en la mayoría de trabajos que se interesan por la gestión diplomática del gobierno de Venustiano Carranza y/o por su relación con los estudiantes e intelectuales de la época, la iniciativa de enviar estudiantes sobresalientes como parte de las legaciones mexicanas en el sur del continente no pasa de tener un cariz casi anecdótico, pues se menciona brevemente como uno más de los múltiples ejemplos que ilustran la importancia que el Estado mexicano le brindó a la solidificación de sus relaciones internacionales a finales de la segunda década del siglo XX.

      Así la cosas, la obra que a continuación se presenta pretende llenar el vacío historiográfico antes anotado, en la medida en que busca reconstruir la génesis de la referida iniciativa diplomáticointelectual, así como su posterior implementación en Colombia.

      Es de resaltar que el hecho de privilegiar el estudio del caso colombiano deviene, en primer lugar, de la imposibilidad metodológica de abordar satisfactoriamente las implicaciones que tuvo la iniciativa constitucionalista en cada uno de los cinco países suramericanos a los cuales fueron designados los pensionados estudiantiles mexicanos y, en segundo lugar, porque el estudio de la formación de los jóvenes intelectuales que integraron el movimiento estudiantil colombiano de principios del siglo XX ha sido, durante varios años, el tema principal de investigación para el autor de este trabajo. Tales razones redundaron en la decisión de exponer en profundidad los alcances político-intelectuales de la iniciativa de unidad latinoamericana del constitucionalismo, específicamente en el territorio colombiano.

      Ahora bien, esta obra consta de tres capítulos, escritos en un orden estrictamente cronológico. En el primero, que abarca el periodo comprendido entre 1916 y 1918, se reconstruye el surgimiento y maduración de la iniciativa diplomático-intelectual de enviar estudiantes mexicanos como agregados en las legaciones diplomáticas existentes en Argentina, Brasil, Chile, Uruguay y Colombia. En el segundo capítulo, que se ubica cronológicamente en la primera mitad de 1919, se da cuenta del arribo de la legación mexicana a Bogotá, Colombia, así como de los primeros acercamientos de Carlos Pellicer con los jóvenes intelectuales colombianos que venían adelantado actividades de organización política con el estudiantado capitalino. El tercer y último capítulo, que se enmarca en la segunda mitad de 1919 y los primeros meses de 1920, se encarga de estudiar la mutua influencia intelectual y política entre Carlos Pellicer y los jóvenes intelectuales colombianos, así como el resultado de esta comunión.

      Ahora bien, la lógica interna en la que están escritos los tres capítulos involucra tres ejes de análisis que se desarrollan sincrónicamente a lo largo del libro. El primero de ellos es el referente al estrictamente local: en él se analizan las dinámicas políticas internas propias de los jóvenes intelectuales que conformaron los cuadros de los movimientos estudiantiles mexicano y colombiano en el periodo estudiado. El segundo eje aborda la problemática nacional: en él se analiza cómo las iniciativas de los jóvenes intelectuales mexicanos y colombianos están determinadas por la particularidad de los procesos políticos nacionales en que se insertan. Finalmente, existe un tercer eje de análisis que da cuenta del contexto internacional: en él se privilegia el estudio de las relaciones de México y Colombia con Estados Unidos, comprendiendo que, para la época, la influencia norteamericana en la región propiciaba y determinaba posiciones entre los intelectuales latinoamericanos, de las que tampoco se escaparon los cuadros dirigentes de los movimientos estudiantiles mexicano y colombiano.

      En este mismo sentido, la estructura en la que se presenta la investigación obedece principalmente a los referentes teóricometodológicos que la guiaron. Por esta razón también es necesario hacerlos explícitos de antemano, pues en los capítulos subsiguientes se privilegiará ante todo la voz de los protagonistas de la historia, a despecho de la voz de aquellos que han alimentado teórica y metodológicamente al investigador.

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