necesariamente un desarreglo emocional. Para Adam Gopnik (2002: 81), un compañero imaginario de juegos no es un generador de traumas, sino más bien la indicación de que el niño ha alcanzado la suficiente seguridad como para empezar a organizar su propia experiencia en historias. Al crecer, algunos niños desarrollan lo que en términos psicológicos se conoce como paracosmos, una especie de universo de ficción habitado por una determinada sociedad y con una lengua, una geografía y una historia distintivas. No todos los niños que tienen un amigo imaginario inventan un paracosmos, pero ambos pueden estar relacionados.
Aunque considero que la biografía de Gaskell debe utilizarse con prudencia, comparto con Barker la idea de que, con todos sus errores, ha servido para fortalecer y asegurar ese sentimiento de que para las futuras generaciones la vida de las Brontë continuará siendo tan fascinante como sus novelas (Barker, 1995: 830). Lo que después hagamos, como nuevos y continuos lectores de su biografía y obra literaria, debería circunscribirse al campo de la interpretación y responsabilidad crítica para con su creación literaria. En este caso, ahondaré en la biografía con el objetivo de demostrar que su marco no fue tan tenebroso como cuenta la leyenda. Por otra parte, la vida privada de los escritores no debería mezclarse, ni tampoco confundirse, con su creación literaria. No hay nada tan apasionante para el lector de una novela como sentirse cómplice de un escritor de cuya topografía y avatares personales se desconoce todo. Generalmente, el lector intima en primer lugar con el escritor a través de su obra, y sólo tras la complicidad puede sentir interés por su biografía. Es probable que esa curiosidad o necesidad de conocer la biografía del escritor provenga de la necesidad de encontrar respuesta a la propia identidad. En cualquier caso, a pesar de la posible distancia cronológica y circunstancial entre escritor y lector, la verdadera razón de ser de la literatura no es otra que el encuentro y reconocimiento emocional a través de la obra literaria.
PROCESO A LA LEYENDA
Es necesario insistir en el hecho de que aunque Gaskell dio origen a la leyenda, ésta se ha ido modificando y expandiendo a lo largo de los años a través de otras muchas biografías, pero también a través de aproximaciones e interpretaciones surgidas en el mundo académico en diferentes contextos históricos y culturales. Otro factor determinante en la evolución de la leyenda ha sido la diseminación de Jane Eyre y Wuthering Heights a lo largo de los años, a través de reproducciones y adaptaciones en los medios más diversos. Como demuestra el exhaustivo trabajo de Patsy Stoneman, las Brontë han generado una gran diversidad de productos: ediciones con ilustraciones de todo tipo; adaptaciones para el teatro, el cine y la televisión; versiones para la ópera, el musical o el ballet; versiones específicas para tebeos y cuadernos de dibujo infantiles; parodias y, lo más sorprendente de todo, una variada reelaboración de los textos por parte de escritores posteriores. Stoneman analiza cómo las distintas adaptaciones vienen marcadas por la ideología del momento histórico en que se producen o por la mirada de quien las realiza. A través de esta diseminación, las novelas han adquirido un estatus diferente, semejante al de los cuentos de hadas, que podría describirse como mitológico (Stoneman, 1996: Introd.).
Para un rápido recorrido, aunque exhaustivo y detallado a la vez, por las biografías y aproximaciones más pertinentes que han ido haciendo evolucionar la leyenda me remito al ya mencionado trabajo de Lucasta Miller, que analiza con objetividad y enlaza coherentemente la diversidad y multiplicidad de miradas, moviéndose sin fisuras desde lo académico hasta lo puramente biográfico, desde la tienda de recuerdos hasta la vida literaria. Según la crítica emitida por Joanna Griffiths en The Observer, Miller manifiesta una clara antipatía hacia cualquier tipo de biografía y desconfía de su forma de introducirse en la ficción así como de sus aseveraciones de objetividad. Considera que los biógrafos no son en absoluto detectives altruistas de la personalidad de un autor, ya que cualquier imagen de un escritor no es más que un embrollo de fijaciones personales o arquetipos culturales. Ésta es la razón de que Miller insista en la necesidad de limitarse a las obras para la búsqueda de la última verdad. En la voz de otro crítico, la importancia de este trabajo se encuentra en su agudeza a la hora de dar cuenta de los esfuerzos de eruditos y lectores por revestir a las hermanas con los avatares de sus propias quejas e ideologías (Kakutani, 2004: 1).
Aunque desde un punto de vista distinto al de Miller y sin perder de vista mi propio objetivo, para el desarrollo de mi estudio, aparte de la biografía de Gaskell, también he de remitirme constante y necesariamente a muchas de estas miradas y lecturas que han ido conformando y alimentando la leyenda: testimonios de personas contemporáneas de la familia Brontë que hablan de la familia, del pueblo de Haworth, del Parsonage y de los páramos; testimonios de personas que visitaron el entorno de la familia tras la publicación de la biografía de Gaskell; biografías posteriores de distinto tono y orientación; biografías noveladas; aproximaciones a Charlotte y Emily Brontë desde diferentes puntos de vista, por ejemplo, desde el feminismo (Davies, 1994) o el análisis psicológico (Frank, 1992); diferentes estudios e interpretaciones de Jane Eyre y Wuthering Heights; novelas inspiradas por la vida de las hermanas (Davies, 1996); artículos y textos de todo tipo con aromas de leyenda que hablan de las Brontë y del entorno físico en que crecieron, remitiéndome también al material de carácter geográfico, pseudogeográfico o turístico originado por la leyenda y que sirve para seguir alimentándola.
Sin embargo, no puedo perder de vista el objetivo de mi investigación: el cuestionamiento de la leyenda de las Brontë con respecto a aquellos aspectos relacionados con la arquitectura y el paisaje del entorno en que crecieron y crearon en su obra, así como la evocación de estos entornos en Jane Eyre y Wuthering Heights. Por ello, también he de acudir a cualquier tipo de material ajeno a la leyenda que sirva para ilustrar y defender mi punto de vista. Si la leyenda se ha ido generando a través de textos que hablan específicamente de las Brontë, su deconstrucción sólo podrá obtenerse mediante la contrastación y el análisis de estos textos junto con el análisis, aplicación y superposición a la leyenda de textos específicos de otros campos: la historia, la psicología, la geografía, la arquitectura o la ecología, material con el que espero poder elaborar una nueva estructura que soporte los espacios físicos conocidos por las Brontë desde una perspectiva diferente. Desde esta nueva perspectiva, alejada temporalmente de la voz de la leyenda, y con la diversidad de datos obtenidos de contextos ajenos, espero poder descubrir lo que hay de verdad o de ficción en la leyenda. A través de los textos, también espero aislar los elementos visuales, estéticos y espaciales que pudieron repercutir en la creación literaria. Para ello, me aproximaré a la biografía del mismo modo en que lo haría a la de un arquitecto o pintor, buscando especialmente todo aquello relacionado con el espacio físico, con los colores de la tierra que las vio crecer, con las corrientes artísticas que conocieron, con lo que de algún modo pudo influir en su creación artística.
A pesar de su gran peso en la leyenda, no se incidirá, por tanto, en los aspectos más trágicos y sentimentales en los que tanto han ahondado algunas biografías. Todo lo que se contemple de sus biografías buscará siempre un contexto paisajístico-artístico-arquitectónico-medioambiental en donde engarzarse, en otras palabras, los espacios emocionales, estéticos y visuales que recorrieron las miradas de las niñas y adolescentes Brontë, aquello que pudo implantar en ellas la semilla que más tarde germinaría en su literatura en lo que se ha dado en llamar «sentido del lugar», concepto definido por J. A. Chapple como la fusión de un lugar real percibido a través de los sentidos y de las impresiones iniciales fijadas en la memoria y transformadas por el pensamiento y las emociones a lo largo del tiempo (Chapple, 1992: 314). Según este autor, esta mezcla de imágenes y sensaciones de un lugar que permanecen imborrables en la memoria es la razón de que, al referirnos a los seres humanos, pueda hablarse de conceptos como paisajes de la mente o incluso de regiones de la mente entendiendo claramente su significado. De acuerdo con esta idea, en los paisajes o regiones mentales de las hermanas Brontë se encuentra el telón de fondo de una zona geográfica concreta de Yorkshire cuyos detalles se introducen a lo largo de los cuatro capítulos siguientes.
[2] Fannie E. Ratchford, The Brontës’ Web of Childhood, Nueva York, Columbia University Press, 1941. La aparición de esta obra introdujo una nueva dirección en los estudios críticos de los Brontë, al revelar de qué modo todos los hermanos Brontë habían intentado escribir