José Ignacio Cruz Orozco

Prietas las filas


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que no es otro que el sacerdote Mariano Gamo. El conocido padre Gamo fue durante un tiempo, allá al principio de la década de 1950, capellán provincial del Frente de Juventudes de Madrid. Después evolucionó hacia la militancia antifranquista, por lo que en años posteriores fue multado, procesado y encarcelado en repetidas ocasiones. En el prólogo, el padre Gamo también se muestra tajante. En su opinión, «el Frente de Juventudes tuvo un grave vicio de origen su condición de criatura de la dictadura franquista».3

      Resulta curioso encontrar dos valoraciones tan diametralmente opuestas, basadas en planteamientos ideológicos completamente antagónicos, bajo un mismo título, separadas solo por unas pocas hojas. La intencionalidad y la valoración de la política juvenil del franquismo se nos muestran radicalmente distintas. De una parte, el autor pretende reivindicarla, mientras que el prologuista la condena sin remisión en razón de su origen. Quizá sea una buena muestra de lo que viene sucediendo en las publicaciones sobre esta temática, que no es otra cosa que la presencia de diferentes elaboraciones históricas influenciadas por las referencias ideológicas del autor.

      Este ejemplo resulta también de interés para contemplar algunos de los tipos de enfoque con que algunos autores se enfrentan a la realidad de lo que fue el Frente de Juventudes. De una parte estaría un enfoque memorialístico relativamente estricto, en el que el peso de los recuerdos, positivos o negativos, desempeña un papel relevante. De otra, tenemos el ejemplo del padre Gamo que, sin renunciar a sus vivencias –más bien partiendo de ellas–las complementa ampliando el horizonte de su reflexión y sitúa al Frente de Juventudes en el contexto más amplio de la política de juventud y de la situación política y general del régimen que entonces imperaba.

      Desde una perspectiva crítica que pretenda situar las iniciativas y las prácticas que caracterizaron a esta organización juvenil falangista, como hace el padre Gamo, resulta imprescindible situar todas las iniciativas del Frente de Juventudes en su contexto histórico y político y constatar con mucha exactitud qué funciones cumplieron, a quiénes iban dirigidas y cuáles fueron las finalidades que persiguieron sus dirigentes. Y esa constatación se debe realizar empleando las herramientas habituales en el ámbito histórico en general y en el histórico educativo en particular. Esto es, analizando, revisando y contrastando las más amplias y diversas fuentes documentales bibliográficas, hemerográficas o de cualquier otro tipo, que se puedan localizar. Ese ha sido el punto de partida del trabajo que el lector tiene en sus manos. Es por ello que he optado por ofrecer un análisis ampliamente razonado sobre lo que fueron las Falanges Juveniles de Franco, otorgando un amplio protagonismo a los documentos de todo tipo en los que me he basado para elaborar las interpretaciones y las conclusiones incluidas en el texto.

      La tarea de reconstruir la trayectoria de las Falanges Juveniles de Franco tropieza con dos problemas de entidad. La primera y más señalada es la dificultad de localizar fuentes documentales primarias. El investigador que se adentra en la tarea se encuentra con que le resulta muy complicado consultar tanto documentación, como las publicaciones y revistas de la organización, por la simple razón de que no se encuentran en las instituciones oficiales responsables de conservar y custodiar nuestro patrimonio cultural. Se trata de una historia conocida entre los especialistas, pero conviene repetirla por si al lector le viene de nuevas. En 1977, el gobierno de la Unión de Centro Democrático presidido por Adolfo Suárez procedió al desmantelamiento de la Secretaria General del Movimiento, en donde estaba integrada la Delegación Nacional de la Juventud, la dependencia gubernamental responsable de la política juvenil. Mientras las infraestructuras materiales y las plantillas de personal encontraron acomodo sin demasiados problemas en otras instancias de la Administración, no pasó lo mismo con la documentación perteneciente a esa Delegación Nacional que desapareció en su inmensa mayoría, tanto la que se conservaba en las dependencias centrales de Madrid, como en las diversas delegaciones provinciales. Todo hace pensar que se trató de una iniciativa coordinada.

      Solo se salvó por diversas causas una reducida parte de la documentación, alguna de ella de singular interés, como la que he podido emplear para reconstruir el proceso de debate que llevó a la desaparición de las Falanges Juveniles de Franco y su sustitución por la OJE. Pero por norma general al especialista no le queda otra opción que recurrir, en más ocasiones de las que le hubiera gustado, a textos doctrinales, organizativos y testimoniales que se fueron publicando a lo largo de los años en los portavoces oficiales de la entidad. Pese a ello, generalmente se trata de fuentes de indudable validez ya que no se sitúan en el ámbito de la opinión más o menos subjetiva, sino que marcaban la opinión oficial de la entidad.

      Así mismo, he trabajado todos los estudios de índole académica, centrados en diversos ámbitos territoriales y temáticos, que he podido localizar. En todos los casos se trata de estudios valiosos, con aportaciones bien documentadas y conclusiones rigurosas. También he tenido en cuenta los textos memorialísticos que se han ido publicando desde hace un tiempo, los cuales presentan las virtualidades y las limitaciones propias de ese tipo de escritos, como ha quedado bien patente con anterioridad. La lectura de todos ellos me ha sido de utilidad, unos más que otros, y todos los que he podido localizar han sido empleados en la investigación que aquí se presenta. Aunque se trata de escritos muy diferentes –los estudios académicos y los volúmenes de memorias– debe señalarse que no resultan demasiado abundantes. Cabría pensar que un aspecto tan notable y de tanta trascendencia social como la política de juventud del franquismo merecería un número mayor de publicaciones.

      En lo que se refiere a la estructura del libro, he tenido como referencia básica el marco cronológico, aunque me he centrado en describir y analizar algunos aspectos que considero especialmente significativos. Aunque las Falanges Juveniles de Franco pasaron por diversas etapas durante su trayectoria, he creído más oportuno destacar algunos de los rasgos principales, atendiendo a las cuestiones que considero de mayor importancia. En mi opinión, esos elementos permiten caracterizar más cabalmente lo que fue la organización, aún a sabiendas de que no se aplicaron por igual a lo largo del tiempo. Y que, incluso, pese a la rígida jerarquización y a la estructura paramilitar que caracterizó a esta entidad juvenil, existieron diversas dinámicas de ámbito local que concretaron y particularizaron esos elementos de maneras y modos bastante diferentes. He considerado que era mejor subrayar la categoría, antes que describir los casos más concretos que pudieron darse en tal o cual momento o en uno u otro lugar.

      Siguiendo esa pauta, el primer capítulo está dedicado a analizar el proceso seguido por los responsables falangistas para buscar un modelo de referencia para poner en pie la política de juventud del régimen. En este aspecto, frente a otras interpretaciones, pienso que el influjo del modelo alemán de la Hitlerjugend resultó determinante, aunque no se realizó una aplicación mimética. El capítulo segundo se centra en describir algunos de los puntos más destacados de la doctrina ideológica que los responsables de las Falanges Juveniles de Franco inculcaban a los jóvenes que se acercaban a sus filas. Tópicos de gran resonancia en la doctrina nacionalsindicalista –como revolución, movilización, estilo, etc.–, junto a otros como el culto a la personalidad del jefe del estado, ocuparon un lugar destacadísimo en el discurso oficial de la organización juvenil falangista.

      En el siguiente capítulo se tratan los mecanismos de actuación más relevantes que se emplearon para llevar a cabo sus objetivos. Entre otros, se estudian aspectos de índole más interna, como el modelo de encuadramiento o el papel que jugaron los denominados mandos menores. Pero sin olvidar otros más vinculados a la acción externa, como los cursos de formación, los campamentos o las denominadas campañas de agitación. Al respecto, también se dedica un espacio a los problemas que surgieron en diversos momentos debido al incumplimiento de las normas dictadas. Mi intención ha sido mostrar, no solo los planteamientos oficiales, sino la realidad más cotidiana, para añadir matices y profundidad al estudio.

      El cuarto y último capítulo está dedicado a la descripción y al análisis del proceso que llevó a la disolución de las Falanges Juveniles de Franco y su sustitución por la Organización Juvenil Española. Si en los capítulos anteriores las fuentes de documentación en las que me he basado han tenido que ser en parte forzosamente secundarias, en este caso he podido trabajar con fuentes primarias de la mayor solvencia. Me refiero a las actas