Amy Blankenship

El Baile De La Luna: Libro Uno Dela Serie ”Lazos De Sangre”


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de su DNI. A ella no le importaría apretarle bien "los botones" a Trevor. De hecho, aceptaría de buen grado apretar el botón del ascensor que va al infierno solo por verlo a él allí mismo en aquel momento. Nadie engañaba a Envy Sexton y se libraba de sufrir las consecuencias.

      Caminaron en paralelo a la cola y Envy se alegró especialmente cuando la cola empezó a avanzar rápido, solo les costó un par de minutos entrar.

      El portero iba vestido con unos pantalones Armani y una chaqueta de traje a juego. La camisa que llevaba debajo se ajustaba a su cuerpo y dejaba intuir su pecho esculpido. El pelo castaño caía a ambos lados de su cara haciendo ondas. Llevaba barba de varios días y sus penetrantes ojos oscuros casi brillaban más que el cartel de luces de neón.

      Chad pagó y mostraron sus carnets de identidad antes de que el hombre les pusiera el sello en la mano y desabrochara la catenaria de terciopelo para permitirles el paso. Entraron por la puerta principal y se aproximaron por un pequeño pasillo a otra puerta que se abrió automáticamente a su paso. Ambos se detuvieron cuando entraron en la sala principal y observaron sus alrededores. Se parecía mucho a entrar en otra dimensión.

      Como el aparcamiento estaba lleno, cualquiera pensaría que el local estaría repleto de gente por todas partes, pero no era así. Los labios de Envy se entreabrieron mientras caminada por la pista de baile hasta el enorme hueco vacío en el centro de la sala.

      Se acercó a la barandilla y observó la pista de baile que tenía bajo sus pies. A ambos lados de donde se encontraban había una pasarela que atravesaba el nivel principal con una barra que recorría toda la distancia. La barra se componía de una lámina de cristal templado y unas luces de neón suaves zigzagueando por toda la superficie.

      Dos escaleras conectaban con el piso inferior por la izquierda y por la derecha y se encontraban en medio antes de llegar finalmente a la pista de baile. La pista de baile brillaba con luces suaves, lo suficiente como para fundir los pies de la gente en una especie de luz negra. Todo esto añadido a la confusión que se creaba gracias a la luz estroboscópica y los focos que se movían en todas direcciones sin enfocar directamente a los bailarines.

      De la forma en la que estaba configurado, podías ver las rodillas y los pies de los bailarines, pero el resto de sus cuerpos permanecía entre las sombras.

      Envy se apoyó en la barandilla y miró buscando más barras en el nivel inferior, pero allí no había nada más que pista de baile. De algún modo le recordaba a un foso. Una vez bajabas esas escaleras, estabas al amparo de la oscuridad que ensombrecía a los bailarines aportándoles privacidad.

      –¿Tiene tres pisos? –preguntó ella mirando al techo sobre sus cabezas. Contando el sótano, ese sería el tercer piso. Ella se preguntaba si también sería parte de la discoteca o si se encontraba fuera del alcance de los clientes.

      Vítores y abucheos llamaron su atención y miró de nuevo al piso de abajo. Observó con incredulidad como un foco de luz azul pálido iluminaba una jaula en medio del foso. En seguida, se sintió cautivada por el hombre que estaba detrás de los barrotes.

      La mirada de Chad también se paró en la jaula. Parecía una celda pequeña de una cárcel. Dentro había un hombre y una mujer acechándose en círculos. Incluso desde la distancia a la que se encontraban, de podía sentir el ardor de sus movimientos. Los nudillos de Chad se volvieron blancos al agarrarse con fuerza al pasamanos mientras el tío de la jaula empujó a su compañera de baile hacia los barrotes solo para que ella tuviera que escurrirse por debajo de su brazo mientras él intentaba sujetarla contra los barrotes.

      Girando, él agarró a la chica por la muñeca y la atrajo hacia él de espaldas antes de guiar sus manos hacia las barras que tenía delante. Haciendo que agarrara las barras, él se restregó por su cuerpo casi desnudo hasta que ella echó la cabeza hacia atrás contra su pecho como si lo estuviera disfrutando.

      Todo aquello mostraba una naturaleza animal, casi como una danza ritual de apareamiento. Chad y Envy se vieron cautivados por el espectáculo, cada uno de ellos afectado de manera diferente.

      Chad los observó durante unos pocos minutos más en silencio mientras la pareja principal se apartaba de un salto el uno del otro para que el hombre atrapara a la chica en una posición diferente. El calor de sus movimientos hizo que la bragueta de sus vaqueros creciera mientras las caderas del hombre se sacudían contra el culo de la chica. Chad se forzó a mirar hacia otro lado, como por ejemplo a las decoraciones de las paredes superiores que podía ver desde donde estaban.

      La mayoría eran luces intermitentes con una luz negra fija cerca de pinturas que parecían retratos sobre jaguares en posición elegante, algunos luchando y otros depredadores solitarios de caza. Aquellos animales mortales parecían tener vida propia. Las pinturas estáticas casi se movían con las luces, dando la impresión de que aquellos animales estaban vivos y les observaban.

      Tenía que admitir que el tema era único, pero funcionaba. Sus ojos siguieron el movimiento de las luces por las paredes y se dio cuenta de que unas cadenas colgaban entre las pinturas, algunas de ellas con collares de pinchos y látigos de cuero negro.

      Volvió de nuevo la mirada hacia la jaula y estaba a punto de ir en busca de Jason cuando vio a Trevor en la pista de baile cerca de uno de los focos. El muy idiota estaba bailando entre dos chicas y parecía que se lo estaba pasando de maravilla. Miró hacia Envy, pero Chad supo que no tenía que decirle ni una palabra ya que ella estaba observando directamente al trío.

      Envy ladeó la cabeza intentando estudiar a Trevor como si no lo conociera lo suficiente. Para empezar, aquello le hizo replantearse por qué había empezado a salir con él.

      Tenía que reconocer que él era agradable a la vista. Asquerosamente guapo sería una frase más adecuada. Parecía el típico surfista californiano de pelo rubio y liso, moreno dorado y ojos azules. Estaba para chuparse los dedos, lo que resultaría bastante divertido.

      Pero si quitabas esa belleza, no tenía mucho más para atraer a una chica. Lo único que quedaba era el típico niño rico de alguna fraternidad universitaria. Cuando estaba cerca, era muy atento con los demás, pero también desaparecía de repente, a veces durante días.

      La única otra cosa buena que ella podría decir de él era que se movía bastante bien en la cama y, gracias a eso, ella había pasado algunos de los mejores momentos de su vida.

      En realidad, ella había llegado a creer que a él le gustaba mucho... puede que incluso algo más que eso. Eso demuestra lo poco que sabía ella de los hombres. A decir verdad, se estaba empezando a cansar de estar sola... pero entonces, eso no era razón suficiente como para empezar a quedar con otro tío.

      Suspiró con nostalgia mientras observaba como agarraba el culo de la chica que tenía pegada a él. De repente se dio cuenta de que no estaba celosa. Si realmente hubiera estado enamorada de él, ¿no debería estar totalmente cabreada en lugar de sentirse herida? Lo que más le molestaba era que él había mentido sobre quererla a ella con exclusividad.

      Jason había estado esperando que Envy entrara por la puerta de la discoteca desde el taburete más cercano a la puerta. Él sabía que ella aparecería por allí y no se sorprendió de verla con Chad. Tras concederles algunos minutos para observar el lugar, esbozó una mueca de satisfacción cuando se dio cuenta de la tensión que se acumulaba en los hombros de Envy. Sabía que había visto a su novio morreándose con otra en la pista de baile.

      Él había intentado esconder sus celos durante el último par de meses y no quería hacerle daño a ella, pero si era algo así lo que hacía falta para alejarla de Trevor, por lo menos sería por su bien.

      Girándose hacia Kat, la guapa camarera con la que había estado hablando, Jason sonrió.

      –Te dije que vendrían –él asintió mirando hacia Envy y Chad.

      Había estado allí durante más de una hora, pero después de ver a Trevor engañando a Envy, no tenía ganas de unirse a la multitud. Se había acabado aburriendo y empezó a hablar con Kat para pasar el rato. Incluso le había hablado del novio infiel de Envy.

      –Entonces, ¿esos