Amy Blankenship

Ángel De Alas Negras


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la rodeó durante varios latidos, y pudo sentir cómo su fuerza vital se elevaba y lo miraba directamente.

      Y en ese momento, lo oyó… el eco de un suave llanto que apenas podía recordar, por encima de sus propios gritos torturados. La única vez que había oído ese sonido fue en el momento en que las cadenas de la eternidad se habían roto. Había dejado el sonido atrás al luchar por salir del pozo, y éste se le había aparecido en su memoria muchas veces. Cuanto más se acercaba a esta ciudad… más lo empezaba a acechar ese recuerdo.

      Â¿Qué cosa en ese llanto le había cerrado el pecho ahora, y no hace siglos atrás cuando realmente importaba? ¿Por qué de repente importaba ahora? Darious sacudió la cabeza sintiéndose irritado. No podía cambiar el pasado, entonces, ¿por qué permanecer en él?

      Justo cuando Kyoko abría la puerta de la habitación en la que todos esperaban, sintió como si alguien la rodeara con sus brazos, y respiró súbitamente. Volteando a la derecha, elevó su vista hacia la oscuridad. Dentro de esa oscuridad se encontraba el mismo rostro que había visto cruzando la calle… esta vez sin anteojos de sol. Sus ojos la sumieron en la fascinación…eran del más extraño color de la plata turbulenta, con un reflejo azul helado.

      Kyou giró hacia la puerta, sintiendo que Kyoko se acercaba, pero la expresión extraña en su rostro lo obligó a actuar. Corrió hacia adelante y la sostuvo antes de que cayera. Sintiendo cómo un elemento no bienvenido la tocaba por detrás, su gruñido de advertencia dispersó al poder sobrenatural que la rodeaba.

      Ã‰ste la abandonó como una ola furiosa en el mismo momento en que un trueno sacudió las ventanas por la tormenta que se aproximaba. Kyou entornó sus ojos dorados, levantándola en brazos de forma posesiva y colocándola cuidadosamente sobre el sofá, ante la presencia de todos. Cuando todos avanzaron, él sostuvo su mano en alto, ordenándoles que se quedaran atrás.

      Darious se retiró y abrió los ojos, mirando hacia la cima del edificio. Todavía podía sentir el calor de su alma, y era la primera vez que había experimentado una sensación de calidez desde que tenía memoria. También había pasado mucho tiempo desde la última vez que se sintió impactado por el poder de otro ser.

      Esbozó una sonrisa fría y maliciosa a medida que se escabullía. El lugar seco sobre el pavimento se fue oscureciendo cuando el cielo se abrió, dando paso a un intenso chaparrón.

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      Capítulo 2 “Mitos peligrosos”

      La audición de Kyoko volvió aun antes de que abriera los ojos. Cuando escuchó la voz de Shinbe anunciando que seguramente estaba embarazada, sus ojos se abrieron rápida y súbitamente, y le clavó una mirada fatal.

      â€œYo…”, se vio interrumpida de inmediato cuando Toya la jaló hacia sus brazos y casi la exprimió contra él.

      â€œÂ¡No hagas eso! Casi me das un maldito ataque cardíaco”. La sostuvo fuertemente hasta que recordó que todos estaban mirando. Su mandíbula comenzó a temblar, sabiendo lo que se avecinaba.

      â€œAawww, qué dulce”, rio Kamui burlonamente, “Toya está todo acaramelado con Kyoko. No sabía que eras así”.

      Toya soltó a Kyoko tan rápido que cayó contra el brazo del sofá. “Vas a sentir mi puño en tu cara si no te callas, mocoso”. Gruñó, pero su expresión volvió a suavizarse cuando dio un paso atrás y vio a Kyoko que se incorporaba. “Lo que quise decir es… ¿Qué estás intentando hacer, terminar de darnos el ataque al corazón que empezaste anoche?”.

      â€œSi siguen así, quizás lo haga”, dijo Kyoko con una sonrisa burlona dirigida a Toya. “Luego iré a esconderme a la habitación de Kyou”.

      â€œÂ¿Por qué te esconderías allí?”, preguntó Toya, sintiéndose celoso al instante.

      Kyoko suspiró y sopló apartando un mechón de su cabello de los ojos. Toya era inteligente pero, a veces, si no fuera por su aspecto, juraría que tenía la edad mental de un niño de cinco años.

      â€œPorque Kyou tiene barreras a prueba de nerds en su puerta”, aportó Kamui sin apartar la vista de su nuevo portátil, que mantenía lejos de Toya.

      Toya gruñó y se dio vuelta para enfrentar al más joven del grupo. “Sigue así, Kamui, y hare que tu sistema informático colapse”.

      â€œÂ¿Y esto lo dice el hombre que siquiera sabe dónde está la tecla Enter en el teclado?”, preguntó Kamui arqueando una ceja. “Me sorprendería si supieras dónde está el botón de encendido de un monitor”.

      Toya se inclinó hacia él. “No estaba hablando del disco rígido”. Sus labios apenas esbozaron una sonrisa malvada cuando Kamui sujetó el portátil con más fuerza y se estremeció.

      â€œÂ¡Suficiente!”, dijo Kyou, con una voz que hacía eco de su autoridad. “Siéntense todos. Kyoko, tú puedes quedarte en el sofá si lo deseas y, no, Toya… no va a compartirlo contigo”. Dirigió una mirada irritada a su hermano.

      Toya comenzó a murmurar algo acerca de ciertos hombres con palos y microchips en sus traseros, antes de dejarse caer sobre la silla de Kyou. Éste lo miró fijamente con la expresión impávida por la cual era famoso. Cuando el hombre de cabello plateado sintió un pequeño tirón sobre su mano, miró a Kyoko, que movió sus pies de modo tal que Kyou pudiera sentarse sobre el otro extremo del sofá.

      Kotaro y Yohji rieron disimuladamente al ver que Kyou aceptó la invitación y se sentó, con los pies de Kyoko sobre su regazo.

      â€œComo todos bien saben, esta noche es Halloween”, comenzó Kyou.

      â€œÂ¡No me digas!”, masculló Toya, intentando no mirar con furia a los pies de Kyoko en contacto con su hermano.

      â€œLo cual significa”, continuó Kyou dirigiendo una mirada asesina a Toya, “que hoy habrá mayor actividad. Los rituales paganos saldrán mal como de costumbre, y la actividad paranormal también se intensificará. Todos nosotros estaremos en estado de alerta durante las próximas veinticuatro horas. Considerando que las fiestas de Halloween se extenderán hasta más tarde en la noche, y siendo sábado…creo que todos entienden la idea”.

      â€œSí, sí, lo entendimos”, exclamó Toya. “Uy, tengan cuidado porque habrá mujeres desnudas corriendo por las calles, perseguidas por pandillas de violadoras lesbianas, ¡uh!”

      â€œÂ¿Adónde?”, preguntó Shinbe a todo volumen, que no había prestado demasiada atención desde que Suki entró.

      Kyou masajeó el espacio por encima de sus cejas, donde sentía que se acumulaba una ligera presión. Él y sus hermanos escondían bien sus poderes del mundo, pero a veces se preguntaba si no habían retrocedido demasiado. Habían sido enviados aquí para mantener a Kyoko a salvo sin que ella lo supiera, y para liberar al mundo de tantos demonios como pudieran. Había establecido la agencia en cuanto notó la elección de carrera que ella había hecho.

      Kotaro levantó la voz. “El departamento de policía designó a mi brigada a la plaza de la ciudad esta noche debido a la sobrecarga de las fuerzas policiales. Otros policías estarán allí a intervalos porque el año pasado las fiestas barriales no terminaron sino hasta el amanecer, y varias personas desaparecieron esa noche”.