nuevo.
¡De eso precisamente trata la práctica!
El modo más inteligente de despertar
¡Lo mejor que podemos hacer es empezar! Cualquier persona, independientemente de que se trate de un principiante o de un veterano, puede servirse de este libro para enriquecer su vida con prácticas más inteligentes y útiles.
Resulta sencillo, después de haber entendido lo básico, emprender la propia PIV. Resumamos ahora lo dicho hasta el momento:
Cuatro son los módulos básicos de la PIV, una práctica que se apoya en el principio del entrenamiento alterno, la vida, el cuerpo, la mente, el Espíritu y la sombra.
Todo lo que necesitamos para emprender una PIV es elegir una práctica de cada uno de los diferentes módulos básicos. Los lectores interesados encontrarán, en la página 47, ejemplos ilustrativos de la matriz PIV.
Diseñe su propia PIV y escálela, para acomodarla a las realidades (grandes o pequeñas) de su programa, de su nivel de compromiso y de su grado de inspiración.
Combine y equipare. Incluya las prácticas de los módulos adicionales más apropiados, centrándose en las que le parezcan más relevantes y necesarias.
Aunque las Prácticas estrella se hallen especialmente optimizadas —y, en consecuencia, se hayan adaptado especialmente a la PIV— no son, por ello, obligatorias. Y si se encuentra muy ocupado, siempre puede apelar a un Módulo de un minuto.
La parte más difícil tiene que ver con la vida misma. Pero la práctica nos ayuda a estar mucho más presentes, más vivos y en mejores condiciones de asumir tanto las difcultades como los placeres de la vida cotidiana.
3. Familiarícese con la conciencia integral
“Integral” significa comprehensivo, equilibrado e inclusivo. Es por ello por lo que, cada vez que pensamos, sentimos o actuamos de forma integral, experimentamos una sensación de totalidad, como si hubiésemos tenido en cuenta todas las cosas importantes. Se trata de una experiencia habitualmente intuitiva que se vive como la más correcta, la más verdadera y la que más en contacto se halla con la realidad.
Hay formas muy explícitas de articular la sensibilidad integral. Una de ellas es la que nos proporciona el marco de referencia integral OCON. El uso de un marco de referencia integral en nuestra vida cotidiana puede enseñar a nuestra conciencia a ser más integral. En este sentido, OCON puede ayudarnos a profundizar la conciencia de nuestros sentimientos, de nuestra intuición de totalidad y de nuestra Práctica Integral de Vida.
En el Capítulo 2 hemos calificado al marco de referencia OCON como una teoría o mapa de todo. También hemos dicho que la Práctica Integral de Vida se ve potenciada por OCON o que, de hecho, es OCON aplicada a la vida. En este sentido, OCON es el mapa… y nuestro ser-en-el-mundo es el territorio. OCON funciona como una especie de tecnología que cartografía la realidad y nos muestra la pauta que unifica y da sentido a las cosas. Bien podríamos decir que OCON es la pauta mayor que “da sentido a todo” e invitar al lector a verificarlo por sí mismo.
En este capítulo presentaremos y exploraremos uno de los aspectos más accesibles del marco de referencia OCON, los cuatro cuadrantes (o, dicho de otro modo, la faceta “omnicuadrante” de OCON). ¡Se trata de cuatro facetas de la conciencia que nos son tan próximas y evidentes que habitualmente nos pasan desapercibidas! Son muchos los malentendidos —personales, políticos, culturales, empresariales o incluso espirituales— que se derivan de negarnos a considerar uno o más de los cuadrantes. Una de las primeras y mejores cosas que podemos hacer para familiarizarnos con la conciencia integral es verificarla con los cuatro cuadrantes de nuestra propia experiencia.
Las cuatro dimensiones del ser
Los cuadrantes se refieren a cuatro dimensiones de nuestro ser-en-el-mundo: la dimensión interior-individual (es decir, el dominio de la psicología, los pensamientos, los sentimientos y las intenciones), la dimensión interior-colectiva (es decir, las relaciones, la cultura y los significados compartidos), la dimensión exterior-individual (es decir, el cuerpo físico y la conducta) y la dimensión exterior-colectiva (es decir, el entorno y las estructuras y sistemas sociales).
Figura 3.1 Globalmente considerados, los cuatro cuadrantes son cuatro aspectos diferentes de nuestro ser-en-el-mundo
También nos referimos a las cuatro perspectivas correspondientes de nuestra conciencia presente como yo, nosotros, ello y ellos.
La Práctica Integral de Vida emerge siempre en y como los cuatro cuadrantes (ésta es la parte de la integralidad del ello), aunque siempre hay prácticas que se centran más en un cuadrante que en otro.
En las cuatro secciones siguientes presentaremos una serie de ejercicios que pueden ser utilizados para explorar cada uno de los cuatro cuadrantes a través de las lentes proporcionadas por las perspectivas del “yo”, del “nosotros”, del “ello” y del “ellos”. De este modo empezaremos a familiarizarnos con la sensación de las múltiples dimensiones en las que emerge toda nuestra experiencia, es decir, con el territorio en el que se mueve nuestra propia práctica
Los cuatro cuadrantes son los 360° en los que se mueve nuestra vida
Nuestra vida y nuestra Práctica Integral de Vida abarcan 360°. Y, puesto que nuestra vida emerge en y como los cuatro cuadrantes, respetar estas cuatro perspectivas primordiales nos ayuda a comprometernos con ella de un modo más equilibrado e inteligente. Pero la Práctica Integral de Vida no fragmenta la vida en cuatro ni en cuatrocientas piezas, sino que está arraigada en la conciencia de su totalidad y singularidad, es decir, en su “integridad”. Y aunque, en ocasiones, determinadas prácticas concretas se centren más en un cuadrante que en otro, los cuatro, de un modo u otro, siempre se hallan presentes.
Figura 3.2 Los cuatro cuadrantes son las cuatro perspectivas de nuestra conciencia presente
Familiarícese con el “yo”
Sintonice con el espacio interno de su “yo”, con su conciencia individual en tanto que ser intencional y sensible poseedor de una sensación de “identidad”. ¿Qué es lo que sucede ahí dentro? ¿Qué es lo que aparece en el escenario de su conciencia? Ésta es una pregunta a la que sólo uno puede responder. Y es que, aunque su conducta puede proporcionarnos alguna que otra pista, el ojo interno está mejor adaptado para ello, porque lo que ocurre en su interior, es decir, en el espacio de su “yo”, resulta invisible a los demás.
Un picor aquí, un hormigueo allí, un dolor en la región lumbar, la energetización que acompaña al ejercicio físico, el agotamiento que sigue a una larga jornada laboral, el placentero cosquilleo de las caricias de su pareja, las ganas de tomarse un tentempié a medianoche, la sensación de cansancio de sus pies o el bochorno de sentir todo su cuerpo sudado. ¿Cuáles son las sensaciones que aparecen en el escenario de su “yo”?
El enfado con un mundo que se está volviendo loco, la compasión por quienes hacen las cosas lo mejor que pueden, la apatía cuando advierte la poca importancia que tienen sus acciones, la satisfacción cuando le pagan con un talón y la frustración al descubrir que carece de fondos, la felicidad de dar un paseo a la luz de la luna, el aburrimiento que experimenta en el trabajo, la sensación de amor que acompaña a la apertura de