Eve Rickert

Más allá de la pareja


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valores fundamentales para muchas personas, como en nuestro caso. Hemos visto cómo concentrarse únicamente en esos últimos valores puede llevar a no tratar bien a tus relaciones. Es importante construir relaciones de manera que las personas que forman parte de ellas se sientan seguras, puedan tener cierta sensación de pertenencia y puedan tener algunas expectativas básicas con las que poder contar. Pero también es esencial que las personas tengan agencia sobre su relación, que las relaciones se construyan sobre una base de capacidad de elección y libre albedrío. No son objetivos mutuamente excluyentes.

      De todos modos, hay una verdad incómoda en todo esto. Si decides hacerlo, si decides abrir tu corazón y tu vida a amar a más de una persona y dejar que tus relaciones amen también a otras, tu vida va a cambiar. Tú vas a cambiar. Si comenzaste este camino teniendo una relación, esa relación va a cambiar. Cada nueva persona a quien permites que entre en tu corazón alterará tu vida; a veces con pequeños cambios, a veces con grandes cambios.

      Los cambios radicales son ley de vida. Y eso es bueno. Después de todo, casi todo lo demás que haces en tu vida amenaza con alterar tu relación. Empezar en un nuevo empleo. Perder tu empleo. (En terapia de pareja se dice que es más probable que la inseguridad económica destroce un matrimonio que cualquier otro factor, incluida la infidelidad.) Tener un bebé. Mudarse a otra ciudad. Enfermar o sufrir un accidente. Tener problemas con tu familia de origen. Comenzar un nuevo hobby. Sufrir una muerte en la familia. ¡Maldita sea! ¡Cada vez que sales de tu casa o te subes a un coche, te estás arriesgando a sufrir un accidente grave o morir, y eso alteraría tu relación realmente rápido!

      No sentimos miedo a los cambios cuando nos ofrecen un nuevo empleo o decidimos tener un bebé. Aceptamos que esas elecciones van a cambiar nuestras vidas. El poliamor ético es similar: aceptas que los cambios en tu vida romántica afectarán a tu relación, decides actuar con integridad y honestidad para cuidar a tus relaciones lo mejor que puedas y confías en que tus relaciones harán lo mismo por ti.

      Muchos de los problemas que nos encontramos en el poliamor, especialmente cuando estamos en una relación que previamente era monógama, se derivan de los intentos de explorar nuevas relaciones sin que nada cambie. A veces esos cambios suponen enfrentarnos a nuestros miedos más profundos: abandono, miedo a la pérdida, miedo a que nos reemplacen, miedo a dejar de ser especial. Los cambios en las relaciones dan miedo. A veces surgen como algo incómodo.

      LA HISTORIA DE MELISSA

      A Melissa, una amiga de Franklin, le encanta el sushi. Intentó durante meses que su marido, Niko, probara el sushi, sin ningún éxito. Él dijo muy claramente que no estaba interesado en un pescado crudo sujeto al arroz con algo que parecía cinta adhesiva.

      Mucho tiempo después de que ella hubiese abandonado la idea de llevarlo a un restaurante de sushi, él comenzó una relación con una nueva chica, Naveen, a quien también le encantaba el sushi. Un día Naveen sugirió que salieran a cenar sushi y en esta ocasión él dijo «¡Vale!». Como era de prever, a él también le encantó.

      En lugar de pensar, «¡Eh, esto es fantástico, al fin podré compartir con él mi amor por el sushi!», a Melissa no le hizo ninguna gracia. Le dolió, según nos contó, pedirle algo a su pareja, recibir una negativa y verlo después hacer eso con otra persona.

      La historia de Melissa ilustra una de las creencias ocultas que a menudo tenemos sobre las relaciones: podemos sentir que tenemos el derecho a ser la única persona con quien una de nuestras parejas prueba cosas nuevas por primera vez, y que tenemos derecho a que nos duela si elige probarlas con otra persona. Cuando alguien que no tiene ninguna relación comienza una con alguien que tiene pareja, esta expectativa oculta puede llenarlo todo de minas antipersona. Algo tan inocuo como una invitación a salir a cenar sushi puede desencadenar una explosión inesperada.

      Adoptar el poliamor supone no solo revisar la expectativa de que nuestra relación no cambiará nunca, sino también examinar nuestras expectativas sobre cómo y cuándo cambian. La gente no siempre cambia de maneras o en el momento en que queremos que cambien. Las nuevas relaciones aportan nuevas experiencias y esas experiencias cambiarán nuestras relaciones. Las buenas relaciones siempre nos cambian. ¡Es una de las mejores cosas que tienen!

      Algo recurrente en la monogamia es la creencia de que podemos prevenir la infidelidad limitando el acceso de la persona con quien tenemos una relación a miembros del sexo opuesto. Las tentaciones provocan las infidelidades, o eso se dice, y por lo tanto, limitamos las tentaciones. En las relaciones poliamorosas, esa creencia se puede manifestar de maneras más sutiles, como intentar limitar la profundidad de la conexión o el tiempo que una de nuestras relaciones pasa con sus otras relaciones. Como comentamos en el capítulo 11, es común que las personas que están en una relación busquen usar el poder que tienen para reducir, limitar o regular las otras relaciones de una de nuestras parejas, con la esperanza de que eso convierta en menos disruptivas o amenazantes esas otras relaciones. La gente utiliza todo tipo de estructuras para conseguirlo: jerarquías forzosas, limitaciones de la intimidad emocional o sexual que se le permite experimentar con alguien más a las personas con quien se tiene una relación, reglas por las que una persona con quien tienes una relación solo tendrá sexo con una tercera persona si ambos miembros quieren (a menudo con la creencia de que eso prevendrá los celos) y similares.

      Por supuesto, no todo el mundo se siente así. Si te parece extraña la idea de controlar las otras relaciones románticas de tus parejas para proteger tu relación, probablemente no te encontrarás los problemas que describimos en este capítulo. Una habilidad importante para crear relaciones poliamorosas felices es aprender a ver las otras relaciones, en concreto las relaciones de nuestras relaciones, como personas que mejoran nuestra vida más que un peligro que hay que controlar.

      Si este enfoque no te surge de manera natural, de todos modos, puedes aprender a tenerlo. Eso requiere invertir en comunicación, superar miedos y rechazar algunas de las cosas enfermizas que nos han enseñado sobre el amor. Significa aceptar que tus relaciones y tú creceréis y cambiaréis, y el secreto para mantener las relaciones frente al cambio es ser resiliente y flexible. También significa cultivar un fuerte sentimiento de seguridad, aceptando que todo el mundo cometemos errores, construyendo relaciones lo suficientemente fuertes para superar esos errores y reconciliándose con la idea del cambio.

      Estar a solas

      Los seres humanos somos animales sociales. Funcionamos mejor cuando nos rodean personas a las que les importamos. El miedo de estar a solas es algo humano. Pero si nos domina ese miedo, si tenemos tanto miedo a la soledad que creemos que perder una de nuestras relaciones nos destrozaría, es casi imposible tener una relación sana. No pasa nada si no nos gusta estar a solas, pero cuando creemos que no seríamos capaces de estar a solas, las cosas pierden el rumbo.

      Cuando ese miedo nos domina, no podemos marcar fácilmente nuestros límites o tomar decisiones meditadas. Y si no tenemos la sensación de que hemos dado nuestro consentimiento plenamente en una relación sino que estamos en ella para evitar la soledad, es fácil que sintamos que la relación es algo que nos hacen en lugar de algo que enriquece nuestra vida. Y partiendo de ahí, es muy fácil sentir resentimiento hacia nuestras relaciones, especialmente cuando hacen cualquier cosa que nos recuerde nuestro miedo a la soledad.

      Ese miedo y resentimiento puede convertirse en un círculo vicioso. Cuando tenemos miedo a la soledad, nos enfadamos y sentimos resentimiento mucho más fácilmente. ¿Cómo rompemos ese círculo? Construyendo relaciones que se orientan hacia algo en lugar de tratar de evitar algo. Las relaciones nos hacen más felices cuando tendemos a la intimidad con las personas que sacan a relucir nuestra mejor parte, no cuando las buscamos para evitar la soledad.

      En el poliamor resulta especialmente vital reconciliarse con el miedo a la soledad. Primero, porque es probable que estés a solas de vez en cuando, y segundo, porque hay más de una relación en juego. Uno de los ingredientes fundamentales de una relación poliamorosa exitosa es la habilidad para tratar a todas las personas involucradas (no solo nuestras relaciones sino también sus propias relaciones) con comprensión y empatía. Es casi imposible