Amy Blankenship

Hastío De Sangre


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pensaba que lo único que habían hecho era salvar a tres de las muchas mujeres secuestradas y capturar a unos pocos guardias que eran más músculo que cerebro. Ni siquiera iba a considerar celebrarlo a menos que uno de esos guardias diga dónde Lucca mantenía al resto de las cautivas. Dudaba seriamente que es estos lacayos supieran algo que fuera más allá de sus pequeñas tareas y su siguiente cigarrillo.

      Se apoyó contra la pared y miró cómo la gran camioneta retrocedía para entrar en la cochera lateral del edificio. Suponía que Titus sería quien supervisara cuando sacaran a la mujer lobo de la parte trasera de la camioneta, dado que Titus era un alfa y eso... Si dependiera de él, entraría al edificio sobre sus dos piernas... o cuatro patas... de cualquier manera, sería ella quien lo decidiría.

      Por ahora, sus rescatistas la estaban manteniendo igual de prisionera que los traficantes de esclavas.

      Tasuki lanzó una mirada asesina mientras Titus se bajaba del lado del conductor y daba un portazo. La razón principal de la furia en su mirada era la pequeña muchedumbre de hombres que esperaban al lado de la camioneta para poder ver a la presunta mujer lobo. Su atención se dirigió a Micah, que vino del otro lado de la camioneta con el quinto guardia... con nada de suavidad, podría agregar.

      Micah sujetaba al guardia firmemente por el cuello de la chaqueta y lo empujaba para que avanzara. Tasuki sonrió por dentro al ver que el puma estaba temiendo una pequeña porción de revancha mientras obligaba a caminar al hombre que se resistía. Los pies del hombre lobo estaban encadenados con muy poca distancia entre sí, lo cual le dificultaba dar pasos más grandes.

      —¿Te estás divirtiendo? —Tasuki le preguntó a Micah cuando se acercó.

      —Aún no —dijo Micah con una mueca y dio un fuerte tirón al cuello de la chaqueta que hizo que la camisa le apretara la garganta al hombre lobo. Este hizo un ruido como si se estuviera ahogando y retrocedió. —Pero en eso estoy.

      Tasuki arqueó una ceja ante el comportamiento de Micah, pero tenía que admitir que, si alguien le hubiera apuntado un arma a la cabeza, él actuaría igual. El guardia lo miró y gruñó mostrando todos sus dientes humanos. Tasuki inclinó la cabeza y se preguntó por qué el hombre lobo pensaba que eso daba miedo cuando estaba en su forma humana.

      —Sí, sí. Gruñido, rugido y babeo para ti también, pendejo —disparó Tasuki en un tono aburrido.

      Micah rio ante el coraje de Tasuki frente a un hombre lobo enfadado. Estaba empezando a pensar que había grandes posibilidades de que Tasuki fuera el que se echara atrás si se desataba una pelea. Había algo en el novato que siempre lo dudar, y un cambiaformas nunca ignoraba lo que le decía el instinto.

      Empujó al guardia hacia la sala de interrogatorio especial y le dio una patada en el trasero como medida preventiva. El guardia se tropezó y su hombro golpeó contra el borde metálico del marco de la puerta. Un involuntario aullido escapó de los labios del nombre... Y sonó como el de un cachorrito al que patearon y no como el de un hombre lobo feroz.

      —Uh... —La voz de Micah derramaba sarcasmo—. ¿Dolió? Sería más suave, pero al parecer tengo problemas con las personas que tratan de meterme agujeros de bala en la cabeza. Así que, si parezco de mal humor, por favor, tómatelo como algo personal.

      Se dio un gusto extra literalmente arrojando al hombre lobo hacia adentro. Suspiró con satisfacción cuando este se estrelló contra la mesa de titanio que estaba atornillada al suelo en el centro de la sala.

      Entrando detrás de él, Micah lo tomó y lo obligó a sentarse en la silla de titanio, que era muy similar a las sillas eléctricas que usaban para las ejecuciones en las prisiones. Apenas se dio cuenta de qué tipo de silla era, el hombre lobo pareció tener otra explosión de energía e intentó pelear. Micah realmente disfrutó forzar las muñecas del guarda hasta poder ajustarlas con las bandas que había en los apoyabrazos.

      —Nada de arrancarte los brazos a mordiscos hasta que terminemos, ¿de acuerdo? —Micah indicó que se ignorara la larga letanía de insultos que le fueron dirigidos.

      Tasuki sacudió la cabeza ante las payasadas de Micah y luego dirigió su mirada hacia la camioneta, en la cual, a través de las puertas abiertas, podía ver los bordes de una jaula. Solo saber que había una mujer dentro de esa jaula lo perturbaba en muchos sentidos, pero solo él tendía completamente por qué.

      Bloqueando el recuerdo, se alejó de la pared cuando Titus caminó hacia él con las manos vacías.

      —Y ¿qué vas a hacer? —Tasuki preguntó con calma—. ¿Poner su jaula dentro de la celda?

      El tono sarcástico en la voz de Tasuki hizo que Titus frunciera el ceño.

      —En unos minutos, abriré la jaula y la pondré en la celda. Ponerle una jaula doble sería una exageración en este punto, pero necesitamos un lugar hasta que decidamos qué es lo más seguro para ella.

      —¿Por qué no dejarla en el Night Light con el resto de los hombres lobo? Al menos, así estará supervisada —propuso Tasuki, tras haberlo pensado por el camino.

      Titus negó con la cabeza.

      —Eso es peor que ponerla en una celda.

      —No entiendo. — Tasuki frunció el ceño.

      —Ves la forma en que todos están alrededor de su jaula, ¿no? —preguntó Titus mirando con desaprobación a la muchedumbre.

      —Sí, me está exasperando —señaló Tasuki.

      Titus lo miró a los ojos y sintió un poco más de respeto por el nuevo recluta.

      —Quizás deberíamos interrumpir el espectáculo.

      Micah eligió ese momento para unirse a ellos y mirar con furia a los oficiales.

      —Sí, están actuando como perros en celo.

      Tasuki alzó una ceja ante la similitud.

      —En este caso... Probablemente sea así.

      —Más de lo que te imaginas —dijo Titus y se dirigió a los hombres en cuestión—: Bien, muchachos, hora de volver al trabajo —les informó—. No es la primera vez que ven a una mujer lobo.

      Titus se puso alerta cuando un par de ellos parecían que no iban a obedecer... Su pulsión sexual ya los estaba haciendo dejar de pensar. Realmente, no estaba de humor para ejercitar sus músculos de alfa. En lo que a él concernía, era el único alfa temporal, pero Boris parecía pensar que era permanente. Lucca era el único otro alfa a cargo en la ciudad, así que parecía que un rol temporal no era opción.

      —¡Ahora! —tronó Titus, y los hombres se sobresaltaron y se dispersaron. Una vez que se fueron, Titus se acercó a la puerta de la jaula y abrió la cerradura, preparándose para trasladar a la mujer lobo a una celda donde estaría segura.

      —¿No hay ningún oficial que no viva en el Night Light que pueda cuidarla, así no está en otra jaula? —preguntó Tasuki sintiendo que su piel se erizaba al acercarse a la jaula.

      —Necesita los barrotes como una protección adicional contra la manada a la que con tanto entusiasmo la estás exponiendo —explicó Micah—. Mira, no la mantenemos encerrada porque la queremos tener prisionera. Es para su protección. Una mujer lobo sin pareja es algo muy codiciado, y Titus no quiere tener que reprender a su manada por pensar con sus regiones bajas... No sé si me entiendes. Y lo que es peor: cuando te fuiste, encontramos viales vacíos y jeringas en el basurero cerca de su jaula. Las etiquetas de los viales indican que le estuvieron inyectando hormonas.

      —¿Hormonas? —preguntó Tasuki sintiendo que lo que Micah decía no le entraba en la cabeza.

      —Estaban tratando de hacer que entrara en celo para poder aparearse con ella —explicó Titus con frialdad—. Más del setenta por ciento de los lobos en la fuerza son solteros y la mayoría tienen parejas humanas. No haría falta demasiado para iniciar una revuelta. Por lo que sé, probablemente ella es la única mujer lobo