imposibles fuera de estos períodos. En contrapartida, el cielo se cubre a menudo de brumas por el calor y la luminosidad pierde su magia. Conviene tener en cuenta que las vacaciones escolares de Navidad y de verano coinciden con la estación seca, por lo que la ocupación hotelera suele ser alta, así que es mejor reservar el alojamiento (y más aún los permisos para la observación de gorilas).
Ecología y medio ambiente
Solo llegar a Uganda, el viajero se dará cuenta de la conciencia ambiental que parece animar al país con, por ejemplo, las campañas de limpieza que se llevan a cabo en los centros de las grandes ciudades o el gusto de algunos lugareños por sus floridos jardines. Sin embargo, el país tiene serios problemas a este respecto.
Aunque Uganda está claramente afectada por la contaminación del aire a raíz del gran número de vehículos contaminantes que circulan en Kampala, lo que preocupa principalmente a los defensores del medio ambiente es la contaminación de las aguas del lago Victoria. La introducción de la famosa perca del Nilo en la década de 1950 fue un verdadero desastre: este pez voraz hizo desaparecer a la mayoría de las especies autóctonas. Hoy en día, las ciudades e industrias ribereñas (en Uganda, pero también en Kenia y Tanzania) vierten sus aguas residuales en el río, la mayoría de las veces sin tratar. Los nutrientes generados por métodos agrícolas inadecuados y la deforestación también afectan a la salud del lago. En términos ecológicos, la degradación de la masa de agua se traduce en largos períodos de anoxia debido a la eutrofización: las aguas profundas están totalmente desprovistas de oxígeno durante varios meses, lo que hace que el medio ambiente sea mortal para la mayoría de las especies vivas. Entre los tres países, treinta millones de personas se ven directamente afectadas por este problema y la salud de los residentes se ve amenazada por enfermedades como la esquistosomiasis y la malaria. Los expertos estiman que si no se hace nada por contener el desastre, el lago quedará inutilizable en pocos años y la vida silvestre lacustre podría desaparecer por completo en 2050. La construcción de presas y centrales hidroeléctricas en el río Nilo ha planteado también, y sigue haciéndolo, problemas ambientales, como la destrucción de hábitats naturales y la desaparición de varios rápidos del caudaloso río. También deberíamos preguntarnos sobre las consecuencias futuras de la explotación petrolífera que tendrá lugar en la región del lago Albert.
El resultado de todo esto es que, Uganda, como muchos otros países, se enfrenta a la difícil combinación del desarrollo económico y la preservación del medio ambiente. La deforestación es otro problema importante, con la invasión de áreas de cultivo y el aumento de la demanda de leña como combustible a medida que aumenta la población. Por ejemplo, en las décadas de 1970 y 1980, se destruyeron 25000 hectáreas de bosque en el Parque Nacional del Monte Elgon, y casi 10000 en Kibale. Hoy en día, lo que preocupa es la deforestación comercial a causa del desarrollo de cultivos dedicados a la producción de agrocombustibles y aceite vegetal para los países del norte. Y aunque el proyecto de reducir el bosque de Mabira en miles de hectáreas para la siembra de caña de azúcar (especialmente para la producción de etanol) fue cancelado gracias a la movilización de los ecologistas, miles de hectáreas de bosque que cubren las islas del lago Victoria han sido taladas para dar paso a las plantaciones de palma aceitera. En un estudio reciente, la ONU temía que toda la cubierta forestal del país podría desaparecer en un plazo de cincuenta años. De todas formas, también es cierto que se están desarrollando algunas iniciativas apoyadas por organizaciones internacionales. La gestión forestal comunitaria, por ejemplo, tiende a crecer: se supone que es más respetuosa con el medio ambiente y con las necesidades de los pueblos autóctonos. Sin embargo, el camino hacia el llamado desarrollo «sostenible» sigue siendo particularmente escabroso.
Parques Nacionales
Dado que gran parte de su economía está basada en el desarrollo del turismo, Uganda sabe que su fauna y su flora silvestres, extremadamente ricas, deben ser salvaguardadas. Las áreas protegidas incluyen diez parques nacionales y doce reservas naturales.
Dependiente del Ministerio de Turismo, la Autoridad de Vida Silvestre de Uganda (UWA) se creó en 1996 para gestionar estas áreas naturales y regular la caza mediante el establecimiento de cuotas (que por desgracia no siempre se respetan) y el precio de los trofeos. Afortunadamente, se está prestando una especial atención a la protección de los gorilas: Kampala ha trazado un plan transfronterizo con la RDC y Ruanda para aumentar la protección de estos grandes simios que siguen amenazados por la deforestación y la inestabilidad política en la región.
Los dos primeros parques nacionales del país (los actuales Queen Elizabeth y Cataratas Murchison), con diferencia los más visitados, fueron creados en la década de 1950 por la administración colonial británica. No obstante, la vida silvestre se vio gravemente afectada por la caza furtiva incontrolada y terriblemente lucrativa que causó estragos entre mediados de los años sesenta y mediados de los ochenta, lo que condujo a la extinción del rinoceronte en suelo ugandés.
Hoy en día, el turismo permite financiar, gracias a los elevados impuestos que se han instaurado, una parte del presupuesto nacional, en particular los gastos necesarios para la gestión de estos espacios naturales (los costes salariales de las personas que los gestionan y de los rangers encargados de su protección). Parece bastante adecuado, pues, que en compensación por las molestias causadas inevitablemente por los vehículos de safari (aunque siguen siendo muy limitadas en comparación con los desórdenes de Kenia y Tanzania), el turismo pague por la construcción y el mantenimiento de las vías reservadas para dicha actividad. Hay que reconocer que esto se ha hecho a menudo a expensas de las poblaciones locales, a las que se les han impuesto muchas limitaciones, como la prohibición de cazar en tierras en las que lo han estado haciendo durante siglos o, peor aún, la expulsión de su territorio; el ejemplo más dramático es el de los batwa, que fueron expulsados de la selva cuando se creó el parque de Bwindi en 1991. Por tanto, el desafío consiste en integrar a estas poblaciones en los programas de desarrollo.
En un África asolada por la pobreza, la protección de la naturaleza solo puede contemplarse en la medida en que esta se convierta en una fuente de beneficios para los más desfavorecidos. Un aldeano dejará más fácilmente de comer carne de elefante si sabe que ese mismo elefante atrae a los turistas, es decir, proporciona empleo (guía de safari, ranger, empleado de un lodge) a un miembro de la familia.
Reglamento de los parques