tenía que leer la misiva, y el vecindario adquirió el hábito de reunirse en la casa beneficiada, sin excluir a esas familias que ya habían oído la lectura en su propio hogar y en el de las demás familias amigas. Yo pienso que en todo esto existe demasiada exageración, pero así es el temperamento de Marfa Petrovna. Por otro lado, la verdad es que ella ha reivindicado completamente a Dunia. Sobre el señor Svidrigailof cayó toda la vergüenza de esta historia, a quien ella muestra como único culpable, y de forma tan inflexible, que incluso me compadezco de él. En mi opinión, las personas son exageradamente severas con este hombre poco sensato.
Sobre tu hermana llovieron en seguida ofertas para dar lecciones, pero ella no aceptó ninguna. Todos se han apresurado a manifestarle su estima y respeto. Yo pienso que a esto hay que atribuir, primordialmente, el suceso imprevisto que transformará, por así decirlo, nuestra existencia. Querido Rodia, tienes que saber que Dunia recibió una propuesta de casamiento y la aceptó, lo que me apresuro a informarte. Aunque esto se hizo sin consultarte, confío en que nos disculparás, ya que entenderás que no podíamos demorar nuestra decisión hasta que tú nos respondieras. Por otro lado, no habrías logrado juzgar acertadamente las cosas estando tan distante.
Te relato, entonces, cómo han sucedido las cosas:
Piotr Petrovitch Lujine, el novio de Dunia, es consejero de los Tribunales y familiar lejano de Marfa Petrovna. A través de ella, y después de intervenir de forma activa en esta cuestión, nos manifestó su deseo de conocernos mejor. Con mucha cortesía y gentileza lo recibimos, tomamos café y, al siguiente día, nos mandó una misiva en la que nos hacía su propuesta con expresiones muy delicadas y pedía una contestación rápida y definitiva. Es un caballero muy activo y que siempre está muy ocupado. Tiene que marcharse cuanto antes para Petersburgo y debe aprovechar el tiempo lo mejor posible.
Como entenderás, inicialmente nos quedamos estupefactas, ya que no esperábamos en forma alguna una petición de esta clase, y Dunia y yo nos pasamos todo el día analizando el asunto. Es un caballero muy digno y bien situado. Tiene una pequeña fortuna y en dos departamentos presta sus servicios. Es cierto que ya tiene cuarenta y cinco años de edad, pero su aspecto es tan agradable, que no tengo ninguna duda de que todavía le gusta a las damas. Es justo y sereno, aunque quizás algo arrogante. Pero tal vez esto último sea solamente una engañosa apariencia.
Querido Rodia, ahora te hago una recomendación: al verlo en Petersburgo, algo que sucederá muy pronto, no te apures a juzgarlo severamente, como acostumbras, si ves en él algo que te moleste. Te estoy diciendo esto en un exceso de previsión, ya que estoy completamente segura de que en ti provocará una favorable impresión. Por otro lado, para conocer a una persona hay que mirarla y observarla detenidamente durante mucho tiempo, para no dejarte llevar de prejuicios y cometer equivocaciones que después no se subsanan con facilidad.
Todo lleva a pensar que Piotr Petrovitch es un caballero respetable a carta cabal. Cuando nos visitó por primera vez nos comentó que era un espíritu realista, que en muchos temas compartía la opinión de las generaciones nuevas y que odiaba los prejuicios. Charló de muchas cosas más, ya que da la impresión de que es un poco presumido y le agrada que lo escuchen, lo que no se puede considerar como un crimen, ni mucho menos. Lógicamente, yo no entendí sino una minúscula parte de lo que dijo, pero tu hermana me comentó que, pese a que tiene una mediana instrucción, parece inteligente y bondadoso. Rodia, ya conoces a Dunia: es una joven razonable, paciente, generosa, sensata y enérgica, a pesar de que tiene (de esto estoy segura) un corazón muy apasionado. La razón para este casamiento, sin dudas, no es por ninguno de los dos lados, un inmenso amor; pero tu hermana, aparte de ser muy inteligente, es una mujer que posee un corazón muy bondadoso, un auténtico ángel, y prevalecerá el deber de hacer dichoso a su esposo, quien, por su parte, intentará corresponderle, algo que hasta este instante, no tenemos razones para dudar, aunque el casamiento, hay que aceptarlo, se concretó con cierta rapidez. Por otro lado, siendo él tan sagaz e inteligente, entenderá que su dicha matrimonial dependerá de la que brinde a Dunia.
En lo que respecta a ciertas discrepancias de caracteres, de hábitos arraigados, de criterios (cuestiones que se pueden ver hasta en los hogares más dichosos), Dunia me dijo que está convencida de que podrá impedir que ello sea razón para las desavenencias, que no hay que intranquilizarse por eso, ya que ella se siente capaz de tolerar todas las pequeñas diferencias, con tal de que sean francas y justas las relaciones con su esposo. Adicionalmente, en muchas ocasiones las apariencias engañan. Me ha parecido un poco brusco y seco a primera vista; pero esto puede provenir justamente de su integridad y solamente de su integridad.
Cuando nos visitó por segunda vez ya su propuesta había sido aceptada, y nos comentó, en el transcurso de la charla, que antes de conocer a tu hermana ya había decidido contraer matrimonio con una joven decente, honesta y sin dinero, que tuviera experiencia de los problemas de la existencia, ya que piensa que el esposo, en ningún caso, debe sentirse deudor de la mujer y que, en cambio, es muy adecuado que ella vea en él un benefactor. No hablo, indudablemente, con la gentileza y elegancia con las que él habló, ya que solamente retuve la idea, no las palabras exactas. Se expresó, además, sin premeditación alguna, dejándose conducir por la pasión de la charla, tanto, que él mismo después intentó suavizar el sentido de sus frases. No obstante, a mí me parecieron un poco duras, y así se lo dije a Dunia; pero ella me respondió un poco irritada que es muy distinto decir que hacer, lo que, indudablemente, es cierto. Tu hermana no pudo conciliar el sueño la noche anterior a su respuesta y, pensando que yo estaba dormida, se puso de pie y paseó por el cuarto durante varias horas. Al final se puso de rodillas frente a la imagen y rezó con mucho fervor. Me dijo, por la mañana, que ya había decidido lo que iba a hacer.
Ya te dije que Piotr Petrovitch se marchará muy pronto a Petersburgo, adonde tiene intereses muy importantes, ya que quiere instalarse allí y trabajar como abogado. Ejerce desde hace ya mucho tiempo y ganó un caso muy importante hace poco. Si tiene que irse de inmediato a Petersburgo es porque debe continuar atendiendo en el senado una cuestión trascendental. Querido Rodia, por todo esto, este caballero será para ti extremadamente útil, y tu hermana y yo hemos pensado que en seguida puedes empezar tu carrera y considerar asegurado tu futuro. ¡Oh, si esto llegara a llevarse a cabo! Sería una dicha tan inmensa, que solamente sería gracias a un favor especial de Dios. Tu hermana solamente piensa en esto. A Piotr Petrovitch ya le hemos insinuado algo. Evidenciando una sensata prudencia, él dijo que, no pudiendo permanecer sin secretario, para él era mejor, lógicamente, confiar este trabajo a un familiar que a una persona extraña, siempre y cuando aquel tuviera la capacidad de ejecutarlo. (¿Pero cómo tú no vas a tener la capacidad de ejecutarlo?) No obstante, expresó asimismo, el temor de que, motivado a tus estudios, no tuvieras el tiempo necesario para trabajar en su bufete. Por ahora así quedó todo, pero Dunia solamente piensa en este tema. Desde hace unos días vive en un estado febril y ha fraguado ya sus proyectos para el porvenir. Te ve trabajando con Piotr Petrovitch e incluso logrando ser su socio, y eso sin abandonar tu carrera de Derecho. Rodia, en todo yo estoy de acuerdo con ella y comparto sus planes y sus ilusiones, ya que creo que todo es perfectamente realizable, pese a las evasivas de Piotr Petrovitch, muy naturales, ya que él no te conoce todavía.
Tu hermana está completamente segura de que logrará lo que quiere, debido a su influencia sobre su futuro marido, influencia que está plenamente convencida de que llegará a tener. Frente a Piotr Petrovitch nos hemos cuidado mucho de dejar evidenciar nuestras ilusiones y esperanzas, sobre todo la de que, algún día, logres ser su socio. Es un individuo muy práctico y no le habría parecido nada bien lo que habría considerado como un inútil y superficial ensueño. No le hemos comentado tampoco ni una sola palabra de nuestra firme esperanza de que te apoye materialmente cuando te encuentres en la universidad, y ello por dos motivos. El primero es que él mismo decidirá hacerlo, y lo hará de la forma más simple, sin frases grandilocuentes. Solamente faltaría que hiciera un desprecio a Dunia sobre este asunto y más todavía si tomamos en cuenta que tú puedes llegar a ser su brazo derecho, su más fiel asistente y colaborador, por decirlo de esa manera, y recibir este apoyo no como una limosna, sino como un adelanto por tu labor. De esta forma es como tu hermana quiere que evolucione este tema, y yo comparto totalmente su opinión.
El segundo motivo que nos ha impulsado a quedarnos calladas sobre este punto es que quiero que puedas