Sherryl Woods

Castillos en la arena - La caricia del viento


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en tus ojos –comentó Emily.

      –No sé a qué viene eso. Fue Boone quien le pidió a Wade que viniera, no yo.

      –Empiezo a plantearme si hice bien –murmuró él–, me da la impresión de que se están urdiendo un montón de planes malvados.

      Emily se echó a reír.

      –Solo son unos cuantos, y creo que la abuela y yo coincidimos en uno de ellos.

      –Tú también te has dado cuenta, ¿verdad? –le preguntó Cora Jane, encantada de tener una aliada.

      Jerry lanzó una mirada llena de conmiseración a Boone.

      –¿Crees que tendríamos que poner sobre aviso a Wade?

      –Ni se os ocurra –les advirtió Cora Jane–. Es un adulto, puede cuidarse solito.

      –¿Avisamos a Gabi para que esté alerta? –propuso Boone.

      –Os aconsejo que no os metáis en esto –insistió ella.

      Boone alzó las manos en un gesto de rendición.

      –Vale, vale. Me largo a territorio más seguro.

      Jerry asintió.

      –Te entiendo, ojalá pudiera irme contigo.

      –Si te cansas de estar aquí, puedes marcharte cuando quieras –le espetó Cora Jane con sequedad.

      Él la alzó en volandas y le plantó un besazo en los labios.

      –Nunca me canso de ti, a estas alturas ya tendrías que saberlo.

      –¡Ahora sí que la has hecho buena! –murmuró ella, ruborizada.

      Él se echó a reír.

      –Tú eras la única que pensaba que las muchachas no nos habían descubierto.

      –Jerry tiene razón, abuela –afirmó Emily–. Aunque no sepamos a ciencia cierta lo que está pasando, tienes la aprobación de las tres.

      Cora Jane soltó un bufido de indignación.

      –¿Os la he pedido?

      –Dale las gracias, Cora Jane. Sabes tan bien como yo que querías tener la aprobación de las tres –le dijo Jerry.

      –Puede que la quisiera, pero no me hacía falta –refunfuñó ella, antes de mirar a Emily con ojos brillantes–. Vale, está bien. Gracias.

      Emily la abrazó con fuerza y besó a Jerry en la mejilla antes de decir, sonriente:

      –Me alegro mucho de que os tengáis el uno al otro.

      Cora Jane sintió que los ojos se le inundaban de lágrimas; a pesar de sus protestas, aquello era justo lo que ansiaba oír. A lo mejor resultaba que lo que sentía por Jeremiah no era tan descabellado como ella había creído en un principio.

      –Lo que has hecho en la cocina ha estado muy bien –le dijo Boone a Emily, cuando salieron juntos a la terraza.

      –¿El qué?

      –Darle tu bendición a Cora Jane, me parece que estaba muerta de miedo pensando que ni tus hermanas ni tú ibais a aprobar su relación con Jerry.

      –Ella tenía razón al decir que nosotras no tenemos derecho a aprobar o desaprobar lo que haga.

      –Pero vuestra aprobación es importante para ella, le preocupaba mucho que pensarais que estaba comportándose como una vieja tonta.

      –¿Habló contigo del tema?

      –Sí, me lo mencionó.

      –Entonces, tú sabías que había algo entre ellos dos, ¿no?

      –Sí, cualquiera que pase con ellos más de un par de segundos se daría cuenta.

      Ella se puso a la defensiva de inmediato.

      –¿Estás criticándonos a mis hermanas y a mí por no venir más a verla?

      –Tómatelo como quieras. La cuestión es que creo que Jerry llevaba años enamorado de tu abuela, pero lo ocultó mientras tu abuelo estaba con vida. Caleb y él eran amigos, es un hombre de honor y nunca habría traicionado esa amistad.

      –Supongo que nunca me pregunté por qué no había ninguna mujer en su vida. Siempre fue como un miembro más de la familia, como una especie de tío solterón que guarda con celo su vida privada.

      –¿Creías que era gay?

      Ella se echó a reír.

      –¡Claro que no!, ¡ni por asomo! Alguna que otra vez le pillé mirando a las clientas. A lo mejor salía con una mujer distinta cada noche, pero con mucha discreción.

      –Yo creo que salía lo justo para que tus abuelos no sospecharan lo que sentía. Una vez yo estaba ayudando en la cocina y oí a tu abuela intentando convencerle de que saliera con una amiga suya. Él se negó en redondo, dijo que la situación sería muy incómoda si la cosa no iba bien. Está claro que no podía admitir que la amiga no tenía ninguna oportunidad comparada con Cora Jane –la observó con atención por unos segundos antes de preguntar–: ¿Seguro que no te molesta que estén juntos?

      –Seguro. Estaba pensando que, en cierto sentido, es muy dulce que todos esos años de amor no correspondido estén dando sus frutos ahora.

      –Sí, resulta reconfortante. Hace pensar que el universo se las ingenia para arreglar las cosas de forma que haya un final feliz.

      –Qué punto de vista tan romántico.

      Él sonrió al verla tan sorprendida.

      –Es que a veces estoy inspirado –aunque lo dijo en tono de broma, sabía que tenía que evitar dejarse llevar por aquellas absurdas ideas románticas cuando estaba con Emily.

      Emily salió a sentarse al porche de la casa de su abuela aquella noche y, mientras saboreaba un vaso de té frío con los pies apoyados en la baranda, le dio vueltas a lo que le había dicho Boone.

      Al cabo de un rato, Gabi salió también con un vaso de té en la mano y se sentó junto a ella en otra silla de mimbre antes de decir:

      –Sabía que te encontraría aquí. Has estado muy callada durante la cena, ¿va todo bien?

      –Estaba pensando en el amor, y en lo complicado e impredecible que es.

      –Ah, qué tema tan sencillito –comentó su hermana en tono de broma.

      –La abuela ha admitido esta tarde que Jerry y ella son pareja.

      El rostro de Gabi se iluminó al oír aquello.

      –¿En serio?, ¿cómo has conseguido sacarle la información?

      –Boone y yo hemos entrado en la cocina y les hemos pillado desprevenidos. No estaban haciendo nada comprometedor, pero la abuela ha reaccionado como si les hubiéramos encontrado juntos en la cama. Se ha resistido un poco, pero al final ha admitido la verdad; según Boone, Jerry llevaba años enamorado de ella.

      –¿Desde cuándo se ha vuelto Boone tan observador, sobre todo en temas del corazón?

      –Eso me gustaría saber a mí. Desde que volví, he visto facetas nuevas en él.

      –Pareces sorprendida.

      –Años atrás, creía que lo sabía todo acerca de él. Resulta bastante chocante descubrir todas estas facetas nuevas. No sé si siempre estuvieron ahí, o si surgieron gracias a Jenny. ¿Tú que opinas?

      –Que a lo mejor ha madurado, y punto. Es algo que puede suceder entre los veintiuno y los treinta y uno. Tú no eres la misma que cuando te fuiste de aquí, ¿verdad?

      Emily pensó en ello antes de admitir:

      –No, la verdad es que no.

      –¿Qué opinas de los cambios que has tenido?

      –Prefiero