Fran Nieto

El arte del revelado


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excitan los electrones que son más propensos a producir datos aleatorios. Por eso la fotografía nocturna, especialmente en verano, con poca luz disponible y con ISO alto es particularmente propensa a sufrir un nivel de ruido alto.

      Cuanto más pequeño es el tamaño del fotocaptor menos luz puede recibir y por tanto su relación señal ruido será peor que la de un sensor mayor sobre el que pueden impactar más fotones. En este sentido los sensores Full Frame mostrarán menos ruido que los sensores más pequeños, como los APS, a igualdad de tecnología de diseño.

      El ruido fotónico

      Es un tipo de ruido que no solemos tener en cuenta los fotógrafos y en raras ocasiones se menciona. Se origina porque ninguna fuente de luz es totalmente uniforme y por tanto habrá variaciones en el brillo reflejado por puntos cercanos que son codificados por fotocaptores distintos. Aunque la electrónica fuera capaz de eliminar por completo el ruido, algo ciertamente muy improbable con la física que conocemos, siempre persistirá el ruido fotónico, que afecta sobre todo a las luces.

      Hay otras fuentes de ruido como el de lectura o el de cuantificación, pero realmente en fotografía lo que nos interesa es distinguir entre la materialización final de todas las fuentes de ruido como de luminancia o de crominancia. El primero se muestra con variaciones en el nivel de luminosidad de píxeles cercanos que deberían ser uniformes. En el ruido de crominancia lo que apreciamos es la aparición de dominantes de color que no son reales. También debemos recordar que los tiempos de exposición prolongados, el calor, los ISOS altos y la subexposición de la toma (que reduce la señal) significan un mayor nivel de ruido.

      ¿Cómo mantener el ruido a raya?

      Lo ideal es mejorar la relación entre señal y ruido de nuestro sensor. Podemos conseguirlo subiendo la señal (llevando más luz a cada fotocaptor) o mejorando la tecnología para reducir las fuentes de ruido. La otra alternativa es eliminar el ruido ya captado durante el procesado mediante algoritmos matemáticos que lo discriminen de la señal.

      De todas formas, tampoco hay que dramatizar. El ruido se hace muy evidente en pantalla cuando vemos la imagen muy aumentada. Pero al variar el tamaño de la fotografía sus píxeles se mezclan entre ellos y el ruido se atenúa. Lo mismo pasa al imprimirla, los pigmentos que fijan cada píxel también se mezclarán reduciendo su visibilidad. Además, los ingenieros han realizado muchos esfuerzos para controlar el ruido y muchas cámaras pueden manejar ISOS realmente muy altos sin problema alguno en el mundo real. Personalmente prefiero una imagen con algo de ruido que una que ha salido movida sin querer o con menos profundidad de campo de la deseada por no subir el ISO.

      Nuestra cámara tiene una determinada capacidad de mostrar detalle en las sombras y en las luces, depende de la calidad de su sensor y se denomina rango dinámico. Si nos salimos de esta capacidad las zonas que estén demasiado oscuras saldrán completamente negras y las que reciban demasiada luz totalmente blancas. Solo las zonas que tengan una luminosidad comprendida entre estos extremos mostrarán información de textura.

      Una de las misiones del fotógrafo es la de regular la velocidad, sensibilidad y diafragma de la cámara para conseguir que el sensor reciba la cantidad de luz adecuada. Si la diferencia entre las luces y las sombras es baja, (tomas de bajo contraste), será fácil acomodar los tonos que contiene a los que podemos captar. En caso de que el contraste sea superior al que podemos resolver habrá zonas completamente negras o quemadas. En este caso el fotógrafo tendrá que decidir si prefiere exponer para las sombras y perder la zona de luces, hacer lo contrario o perder un poco por cada lado. Las decisiones que tome variarán en función del tipo de archivo que esté generando su equipo.

      Si queremos obtener la máxima calidad de toma necesitamos que a cada fotocaptor del sensor llegue la máxima cantidad de luz, lo que reduce la percepción del ruido. La estrategia en un Raw es exponer todo lo posible sin que ninguna parte importante para nosotros quede quemada. Esto lo conseguiremos llevando el histograma lo más a la derecha posible sin que zonas que consideramos de interés ocupen la parte de blanco sin detalle.

      El histograma real de la toma

      El histograma que nos muestra la cámara depende de los parámetros que tengamos configurados en el menú de captura. El contraste, saturación, modos de imagen… variarán la forma del histograma y por tanto será mejor mantenerlo en valores neutrales para analizarlo de forma más adecuada.

      También es importante saber que un archivo Raw excede el número de colores que puede mostrar el JPEG creado por la cámara y sobre el que se construye el histograma, por lo que cuando empiecen a aparecer zonas quemadas en pantalla tendremos un cierto margen antes de que realmente se quemen en el Raw. Este margen depende de la cámara y hemos de cuantificarlo.

      Simplemente necesitamos fotografiar una superficie blanca, incrementaremos la exposición hasta que parpadeen algunos píxeles y la anotaremos. Después seguiremos subiéndola otros dos pasos en fracciones de un tercio. El siguiente paso es comprobar el histograma en nuestro programa de revelado con todos sus tiradores a cero. Seguramente la exposición anotada todavía está algo lejos del extremo derecho y será una de las posteriores la que llega realmente a este punto. Miraremos la diferencia de exposición entre ambas y esa será la que en el futuro usaremos. Una vez que nuestro aviso de quemados empiece justo a parpadear todavía deberemos incrementar ese factor que hemos calculado para conseguir la exposición perfecta, sin preocuparnos de que en pantalla haya más zonas parpadeando de las deseables. En realidad, solo estarán quemadas en el JPEG incrustado en nuestro Raw, pero no en el propio Raw.

      Recomiendo combinar el histograma con el uso del aviso de zonas quemadas, un chivato que parpadea sobre las áreas cuyo valor es blanco puro. Si este aviso no incluye partes que nos parecen importantes y por la zona izquierda quedan tonos fuera del histograma, podemos incrementar todavía más la exposición sin valorar el aspecto que tenga la toma en la pantalla.

      Si el rango de la toma es inferior al rango de captura siempre es posible llevar el histograma hasta la derecha sin perder información, es decir sin que parpadee ningún píxel. Esta será la mejor opción siempre. Si la toma tiene demasiado rango tonal y no se puede capturar íntegramente entonces deberemos decidir qué zonas estamos dispuestos a perder. Si son las sombras las que carecen de información útil actuaremos de la misma forma. Si son las luces las que podemos perder dejaremos que se quemen, que parpadeen como blanco, hasta que el histograma se inicie de forma suave, sin un pico en el valor de 0. También podemos recurrir a una solución intermedia si preferimos retener parcialmente las luces y las sombras.

      Si no disponemos de histograma en tiempo real será necesario realizar la toma y valorar el histograma para repetirla si la exposición no está lo más a la derecha posible. Si nuestra cámara tiene histograma en tiempo real la tarea se simplifica.

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      El formato Raw posibilita mantener el máximo nivel de detalle en nuestras fotos, especialmente cuando el contraste es muy alto.

      Como hemos visto un archivo JPEG es un archivo Raw que la cámara ya ha procesado. Su capacidad para ser reinterpretado es muy inferior a la de este y por tanto conviene no modificar demasiado los datos que contiene.

      Nuestro fotómetro está diseñado para medir sujetos de tonalidad media, ni demasiado claros ni demasiado oscuros, por lo cual, en el caso de que abunden los sujetos muy claros la foto tenderá a salir grisácea y lo mismo sucederá si predominan tonos muy oscuros.

      Si en la escena hay elementos muy claros tendrá que verse reflejado en el histograma. Si no es el caso, tendremos que incrementar la exposición hasta lograrlo. De no aportar