Antonio Gallo Armosino S J

El Acontecer. Metafísica


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propia de la fenomenología que hace de la filosofía un diálogo constructivo con etapas progresivas, y abre la esperanza de una comprensión humana y de una conquista [del ser] que ilumina la tarea de todo filósofo, y en particular de quienes desean construir sobre un fundamento digno del espíritu. Todos participan de aquella colaboración concordante que Husserl esboza en La Filosofía como ciencia estricta (1962): un diálogo en equipo, entre filósofos, que libera y hace madurar el espíritu humano.

      El más avanzado en sus conquistas es Levinas (loc. cit.):

      Entrever en el ‘existente’, en el ente humano, y en lo que Heidegger llamaría la ‘entidad del ente’, no una ‘ocultación’ o una ‘disimulación del ser’, sino una etapa en el camino hacia el bien y hacia la relación con Dios (p. 212).

      Este es también el objetivo final de nuestra investigación: caminar hacia el ser en todas sus manifestaciones, sin detenerse en las contemplaciones meramente superficiales, y seguir los progresos con los que el ser se manifiesta en sus posibilidades de revelación.

      10. Ser como «acontecer»

      La experiencia en su inmediata presencia se adelanta a todas las diferencias formales que crean oposiciones: entre teoría y práctica, sujeto y objeto, intelecto y deseo, porque estas oposiciones son ya por sí «interpretaciones», consecuentes con nuestra captación de la misma. La presencia es primitiva, originaria y «no categorial». La variación de la misma experiencia en el tiempo y en el espacio, su extensión física, no son categorías de la mente, sino interpretaciones de las propiedades del ser, más o menos críticas, según los casos.

      Este darse en la experiencia, específicamente se da en el cambio, en el devenir y en el transcurrir temporal. Al conjunto de tales dimensiones les aplicamos el nombre de «acontecer». Ser y acontecer, en la experiencia originaria, son exactamente lo mismo. Y no pueden separarse más que como conceptos de una misma racionalidad. No son realidades, sino una misma realidad plural. Con esta noción de experiencia, en esta inmediata entrega del ser empieza la reflexión.

      En la experiencia podemos enfocar su fundamento existencial: si la cosa se da, es existente. Si pasamos a la reflexión, vemos varios niveles de tal reflexión. Un análisis crítico discute la intuición de la cosa en relación con su «trascendencia»: si busca su contenido, encuentra conceptos como el de la esencia; si se limita a la palabra, ve un término oral, o simplemente mental. La reflexión es un reflejo del fundamento, es inseparable de este; se configura con él. La reflexión posee su propia intencionalidad y es «representativa» (por la fantasía, la imagen, el significado).

      Pensamos que no es correcto separar el fundamento experiencial de la reflexión, así como la experiencia es un proceso en el cual el «acontecer» se da sin agotarse, y sigue dándose. En un instante que evoluciona, también la reflexión es un proceso que se aproxima cada vez más a la complejidad del ser para comprenderlo, y con esto «se sumerge en el acontecer en acto». En el esquema siguiente se observan los dos procesos:

Figura 5 Figura 5

      En este doble proceso, la experiencia «produce» el «sentido». Este necesariamente involucra el doble proceso a partir de los diferentes actos (repetidos, continuos y entrelazados) de experiencia y de comprensión. Este doble proceso tiene un principio en el impacto de la presencia activa del ser y del pensar; pero no termina nunca; quizá pueda decirse que «languidece» y se desenfoca en la memoria.

      No termina, porque la reflexión no solo brota del acontecer como de su fuente, sino que sigue desarrollándose en el doble discurso de seres y de pensares. Las «cosas» del Lebenswelt (el mundo de la vida) nunca dejarán de ser mensajes del «ser», con nuevos actos experienciales; y el actor no dejará de reaccionar con actos interpretativos, y proyectados, del ser. No será posible representar el acto de experiencia y la reflexión como extremos en conflicto y separados; con mayor certeza, habrá que verlos como un continuum.

      De este modo, la función de la filosofía, «sin más», se vuelve la elucidación de la experiencia del ser en todos sus indefinidos niveles. Hay oposición, pero no un conflicto entre el preguntante y el ser que se pregunta (entre «yo» y las cosas).

      Figura 6

Figura 6

      En esta presentación, antes de todo, se busca un acceso indirecto al «ser«», desde alguna lectura previa como las siguientes: «La República y El banquete», de Platón; El Tratado de Raeymaeker; Ontología, de Hartmann. Además de un nuevo intento con Gabriel Marcel (Être et avoir), el fenomenólogo Merleau-Ponty (Lo visible y lo invisible), Heidegger (El ser y el tiempo), Husserl (Ideas relativas a una femenología pura y una filosofía fenomenológica) y Levinas (De la existencia a lo existente).

      En conclusión, se realiza un discurso más adherido al método para lograr definir los conceptos en un sistema de mayor orden y claridad.

      6. Véase La consolación de la filosofía (1999) y De las divisiones (De divisionibus) (2008, p. 56).

      7. Véase Crítica de la razón pura (2010, p. 78).

      8. Véase Ciencia de la lógica (2010, p. 55).

      9. Véase Introducción a la metafísica (1972, p. 43).

      10. Véase Crítica de la razón pura (2010).

      CAPÍTULO 1

VER LOS SERES

      CAPÍTULO 1

      VER LOS SERES

      1. Lectura del «Libro VII» de La República (para Sócrates, el hombre más virtuoso es el hombre más feliz)

      En cuanto a La República, nos limitaremos al «Libro VII» (p. 134), el cual es famoso por la imagen de la caverna. Sin embargo, no se utilizará en sus implicaciones gnoseológicas, es decir, en relación con la realidad de las ideas supremas, ni en orden a la construcción de un Estado donde los hombres dedicados a la justicia, según la opinión de Sócrates, vivirían felices. Únicamente nos concentramos sobre la variedad de seres que se despliegan ante nuestros ojos a lo largo de la narración:

      1 La representación de los hombres encadenados y liberados ofrece la ocasión para descubrir toda una gama de entidades que poseen la calidad de seres en grados diferentes: desde las luces y sombras de la cueva hasta el ser de las estatuas y el de los hombres que las transportan. Se amplía el concepto de luz: desde la luz del fuego y la reflejada en la superficie de las aguas hasta la luz del sol que se distribuye sobre todas las cosas de la naturaleza.

      2 Pero esto no es más que el comienzo. La idea de liberar a los hombres encadenados no tanto en la oscuridad física, sino en cuanto la ignorancia de su condición y su miseria, en comparación con la superioridad moral de los hombres libres. Esto