Antonio Gallo Armosino S J

El Acontecer. Metafísica


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todos los valores. Pero también existen esfuerzos –en sentido positivo– que buscan ampliar el discurso sobre el ser, como en La evolución creadora de Bergson y en El fenómeno humano de Teilhard de Chardin.

      3 La fenomenología en cambio se coloca en una actitud completamente nueva que se abre a regiones más amplias del ser, y que evaden los esquemas epistemológicos, encontrándose con una ontología y una metafísica que rompen la terminología tradicional, precisamente para realizar un nuevo discurso. En los autores que han elegido este curso –desde Heidegger hasta Gabriel Marcel, además de Merleau-Ponty, Sartre, Zubiri y Levinas–, surge este discurso nuevo que incluso en la más elemental terminología, es de inmediato reconocible.1. En Heidegger, aparecen la angustia, la frustración, lo auténtico y lo inauténtico, el ser arrojado, el proyecto, la cura, la libertad y el aislamiento, la propiedad y la alienación, la nada y la muerte, el ser ahí y el horizonte, lo cotidiano, las habladurías, la avidez y la caída, que no son términos epistemológicos y que, por otra parte, son apenas conceptualizables.2. En Gabriel Marcel hay otra serie de palabras que no son propiamente epistemológicas: esfuerzo, exigencia de trascendencia, situación, vago e inquietud, emoción, embarazo, refractario y condensado, perito e inexperto, ser bloqueado y mundo destrozado, burocracia e intimidad, esterilidad, insatisfacción, deseo y cansancio, intercambio, acceso, misterio.3. Igualmente, Merleau-Ponty utiliza expresiones como las siguientes: malhumor, acusación, silencio, visiones, fe en la realidad, falsedad de los sueños, exploraciones concordantes, ilusión de ver lo que no vemos, eclipse, distorsión, milagro de una totalidad, presentimiento, retiro de un cuerpo, percepción que resbala sobre las cosas, paradoja de mi percepción, génesis, pensamiento salvaje, divergencia de testimonios, proposiciones compatibles, operaciones autorizadas, validez imperativa, fe perceptiva, ocultación posible, convicción, existencia bruta, encarnación, vivencias bastardas e impensables, a primera vista, secreto del mundo, descentrados, ingenuo, mundo macizo y opaco, desilusión, fisura, discordancia, inscritos en el mundo, usurpar el lugar, ausencia provisional, vínculo umbilical, desprenderse de los seres, saber previo, sentido primitivo, solidez de la esencia, núcleo duro del ser, imposibilidad, vacío ontológico, situarse dentro del ser, pregunta inagotable, ser se apaga.4. Más atrevidas y desconcertantes son las perspectivas que fundamentan el enfoque de Emmanuel Levinas: suficiente, culto del esfuerzo, conservadurismo inquieto, defensa contra las cosas, paz interior, brutalidad de su afirmación, más allá de la distinción entre perfecto e imperfecto, identidad del ser, insuficiencia de la condición humana, evasión, pasar al lado de sí mismo, sabor del absoluto, restituir a las cosas su inutilidad, inamovilidad de nuestra presencia, horror de cierta definición, prisión de un presente, rigidez del ser, necesidad de excedencia, salir de sí mismo, romper el encadenamiento del yo a sí mismo, malestar, sufrimiento, decepción, inadecuación de la satisfacción, ser que se siente vaciar, instante fragmentado, vergüenza, vergüenza que se funda en la solidaridad de nuestro ser, es nuestra presencia a nosotros mismos que es vergonzosa, náusea, impotencia frente a la propia realidad, experiencia de su impotencia, brutalidad de la existencia, el hecho anónimo de ser, conquista del ser que recomienza perpetuamente, el ser es sin respuesta, el ser es esencialmente extraño y nos hiere, lucha del ente con la existencia, lucha por un porvenir, cansancio y pereza, su realidad está hecha de rechazo.5. En esta perspectiva, también se incluyen: una languidez que es languidez de sí, languidez como un rechazo imposible, aversión al esfuerzo, pereza esencial y desesperada; la existencia carece de simplicidad, fatiga, poder de suspender el ser, el esfuerzo debe superar la desesperación, los instantes en la melodía no están allí más que para cesar el esfuerzo, es el cumplimiento del instante, el esfuerzo es condena, la fatiga crea la distancia donde se inserta el advenimiento del presente, la intención con el estímulo del deseo que la anima en cuanto fin de un deseo, el objeto es un «ser», destino inscrito en su revelación, la sanidad, la buena voluntad, mide lo real y lo concreto del ser humano; lo iluminado es comprendido por la luz, los objetos son un mundo, la totalidad se refiere a una interioridad en la luz, el exotismo, la alteridad de los objetos representados, la musicalidad de la sensación, el «hay» con su rechazo de tomar una forma personal, el incubo del «hay» es el horror, el ser se insinúa en la misma nada, es la sombra del ser la que horroriza, el horror ejecuta la condena a la realidad perpetua, la oscuridad en tanto que presencia de la ausencia no es un contenido puramente presente, el insomnio, esta presencia que surge detrás de la nada, la vigilia es anónima, la posición, el guiño del ojo hecho de mirada y de «no mirada», la posibilidad de descansar, la perennidad es la forma superior de la existencia; la aparición de un existente no se puede nombrar porque es puro verbo.

      Es suficiente comparar los discursos anteriores para comprobar dos cosas: primero, el aflorar de su variedad suscita una temática común; incluso, ciertos términos están repetidos. Segundo, las palabras definen un clima espiritual, una perspectiva de acceso al ser que no responde a los cánones establecidos o acostumbrados. Se esfuerzan por abrazar al ser en su mero existir, que a fin de cuentas es singular sin géneros ni universales. Todos parten de la experiencia y explotan algunos de los infinitos matices de la experiencia para fundamentar un encuentro real con el ser que devora al sujeto y, al mismo tiempo, a lo fundamental.

      8. Un sistema

      Se puede «asumir» que los cuatro modelos anteriores se complementan para dar vida a una nueva temática del ser, que crece en el horizonte de la vida y se expande en un discurso que se adhiere a los innumerables momentos cambiantes de esta misma vida; como resultado, se crea no solo una ontología nueva, sino un superconjunto de esta, una nueva metafísica elevada sobre su fundamento. Se arma así un marco transracional que se extiende sin barreras: de lo visible a lo invisible, de lo trascendental a lo trascendente, de lo existente al misterio.

      No se construye un «sistema» metafísico nuevo de «conceptos ordenados racionalmente, porque la estructura de un simple sistema es desgajada en sus miembros en la misma pluralidad de situaciones engendradas por el brotar diferenciado de la vida, en las ilimitadas dimensiones del acontecer». Como lo recuerda Merleau-Ponty (1968) en Lo visible y lo invisible:

      El medio ontológico no es pensado como ‘orden’ de la ‘representación humana’, en contraste con un orden de lo ‘en sí’. Se trata de entender que la verdad misma no tiene ningún sentido fuera de la relación de trascendencia, fuera del Ueberstieg, hacia el horizonte; de ver que la subjetividad y el objeto forman un solo todo; que las vivencias subjetivas figuran en el mundo, forman parte de la ‘Weltlichkeit’ del ‘espíritu’, están inscritas en el registro que es el ser (pp. 227-228).

      Y más profundamente Levinas (2006), en De la existencia al existente: «no es que el existente se eleve a una existencia superior, sino una salida del ser y de sus categorías que lo describen: es una “excedencia” (salida hacia fuera)» (p. 9). Este ir hacia afuera del ser es lo que nos obliga a seguirlo por el camino de la intuición, desde lo inmediato a lo mediato, desde lo impactante a lo invitante, desde la forma a su ausencia.

      9. ¿De qué clase de «ser» se habla?

      Si el «acto» experimental en el que se muestra el ser –y su contenido–, es lo que nos interesa, no hay exclusión de ninguna clase de seres, de «es». Toda la gama que se presente en la actividad intuitiva humana se convierte en objeto de la pregunta metafísica. Se abre una perspectiva hacia el ser, que no encuentra más límites que la experiencia misma, y esta puede ser corpórea, sensible o emotiva e intelectual, discursiva y reflexiva.

      Ya que el ser [o el «es»], en cuanto palabra, término general o concepto, se ve aplicable a todo tipo de objetos, nos proporciona un instrumento universal de análisis, puesto en contraste con la vida material, el mundo de la naturaleza, las diferentes formas de vida (biológica, psíquica, la misma sociedad humana) y su cultura, los movimientos espirituales de la mente, la interpretación del conocimiento, del lenguaje, de la voluntad y de los proyectos humanos. Donde hay un «es», surge la pregunta metafísica.

      Los autores que se han seleccionado buscan un acceso al ser desde situaciones muy ordinarias de la vida y, a veces, particularidades insólitas, pero poseen en común lo inmediato e intuitivo de sus experiencias. De allí, como desde los extremos de los puntos cardinales,