Son numerosos los escritos de Poe, de filiación conservadora y espíritu aristocrático, en los que critica con tintes mordaces a una clase política que consideraba mediocre y populista: «King Pest», «El hombre que se gastó» («The Man Who Was Used Up») y «Hop-Frog» son exponentes literarios de su insatisfacción política y social, que no solo aparece en los cuentos grotescos, sino también en los fantásticos. No es casualidad que tanto «William Wilson» como «La caída de la casa Usher», quizá los dos relatos de dobles más distintivos compuestos por Poe, fueran escritos por este en 1839, cuando los demócratas de Andrew Jackson ‒al que Poe retrata de manera satírica en ambas narraciones‒ llevaron a la presidencia a Martin Van Buren, candidato jacksoniano.
Sin embargo, es preciso destacar que, entre los autores estadounidenses de su época, Poe fue el que menos reflejó sus preocupaciones políticas en su escritura creativa, centrándose más bien en cuestiones históricas y científicas, sobre todo, en este último caso, relacionadas con la astronomía, la navegación (Pym es un excelente ejemplo en este sentido), los descubrimientos geográficos, y aspectos médicos vinculados a los estados distorsionados de la mente humana; fue un sempiterno explorador de todo aquello que se ubica más allá de los umbrales del mundo material y de los límites de la ciencia, como el hipnotismo, la frenología y el mesmerismo. Podría decirse sin temor a equivocarse que, como otros destacables artífices decimonónicos de la literatura fantástica, Poe fue un examinador de los mecanismos de la mente y el comportamiento humano, antecesor de las corrientes que a finales del siglo XIX y principios del XX culminarían en la eclosión de las teorías psicoanalíticas de Charcot, Freud y Otto Rank, siendo este último uno de los primeros estudiosos del motivo del doble o «Doppelgänger», elemento fundamental en la literatura fantástica en general y en la narrativa de Poe en particular, sobre todo, según ya se ha comentado, en relatos como «William Wilson» y «La caída de la casa Usher»[8]. Poe se siente fascinado por su visión de lo que él llamaba «lo perverso», entendiendo como tal una manera de actuar de manera opuesta a la que conviene al propio individuo, contraviniendo así las normas de lo racional, aspecto que el autor refleja en su azarosa vida y en su obra, en las que domina ese «Diablo de lo perverso» («The Imp of the Perverse») que da título a uno de sus relatos, y esa polaridad interna que, con ecos platónicos, denominaba «Bi-Part Soul», el alma escindida en dos partes, otra manera de nombrar al doble.
La división interna de la existencia de Poe tiene también raíces autobiográficas, y se origina en el plano familiar, emocional y afectivo desde el mismo instante en el que, dos años después de su nacimiento (el 19 de enero de 1809), fallece su madre, Elizabeth Arnold, abandonada un año antes por su esposo, David Poe, ambos actores ambulantes. Poe se ve obligado a separarse de sus hermanos para convertirse en una suerte de hijo adoptivo del matrimonio compuesto por John y Frances Allan. Desde pequeño, Edgar se ve en la obligación perentoria de asumir una nueva personalidad, y su trayectoria vital se caracterizará por un permanente reinventarse: del Nuevo al Viejo Mundo durante los cinco años (desde 1815 hasta 1820) en los que reside en Inglaterra con los Allan; los enamoramientos frustrados (especialmente, el compromiso con Sarah Elmira Royster, impedido por las familias de ambos jóvenes); la vorágine de deudas de juego contraídas en la Universidad de Virginia y la ruptura con John Allan; la experiencia en el ejército; los años en Baltimore junto a sus parientes paternos, entre los que se encuentra su joven prima Virginia Clemm, con la que contraería matrimonio cuando ella contaba tan solo trece años; la pugna denodada por abrirse camino en el mundo editorial, marcada por recurrentes y acerbas disputas con propietarios y editores; los endémicos problemas económicos y los traslados a diferentes ciudades; la trágica muerte de Virginia en 1847, tras cinco años de padecer tuberculosis[9]; el hundimiento en la depresión, la enfermedad y el alcoholismo; la búsqueda insistente de afecto femenino; y la muerte nunca del todo dilucidada, tras ser hallado inconsciente, tirado junto a una alcantarilla, en una calle de Baltimore.
Y todo ello simultaneado con la pasión, desde edad temprana, por la literatura y el anhelo de hallar una vía profesional mediante el ejercicio de la escritura, propósito que, salvo éxitos aislados, como la publicación de «El cuervo», no contó con el favor de un público mayoritario, conduciendo a Poe a reiteradas situaciones de pobreza y desesperación para las que solo halló el equívoco consuelo de la bebida. Dejó, eso sí, una producción única de una cincuentena de poemas, una novela (Pym), dos novelas cortas, una considerable cantidad de artículos, reseñas y ensayos, y, sobre todo, unas setenta narraciones que revolucionaron el género del cuento, con títulos tan representativos como «Manuscrito hallado en una botella», «Un descenso en el Maelström» («A Descent into the Maelström»), «Berenice», «Ligeia», «El entierro prematuro» («The Premature Burial»), «La máscara de la muerte roja» («The Masque of the Red Death»), «El corazón delator» («The Tell-Tale Heart»), «El pozo y el péndulo» («The Pit and the Pendulum»), «El escarabajo de oro» («The Gold Bug»), «El gato negro» («The Black Cat»), «La barrica de amontillado» («The Cask of Amontillado»), «El retrato oval» («The Oval Portrait»), «Los hechos en el caso de M. Valdemar» («The Facts in the Case of M. Valdemar»), junto con los relatos ya citados, y otros que vinieron a cimentar su creciente prestigio póstumo. Son historias extraordinarias que plasman las obsesiones de un autor de amplia cultura, y que, además de su obra literaria, dejó para la posteridad frases célebres y agudos aforismos. Los textos de Poe son el estanque narcisista en el que refleja sus sueños y pesadillas, sus fascinaciones y sus quimeras. Al mismo tiempo, en los cuentos de Poe surge el espacio como doble de los personajes protagonistas, unas localizaciones que se tornan en el entorno hostil, amenazador y «otro» que Freud había descrito en su ensayo sobre lo «Unheimliche» (1919), término cuya traducción más acertada al castellano, tomada del francés, es «la inquietante extrañeza»[10]. En los cuentos más estremecedores de Poe el espacio familiar, la casa, el hogar[11], se vuelve un lugar ajeno, terrorífico, convirtiéndose en símbolo y reflejo del cuerpo enfermo o de la mente distorsionada y alienada de los protagonistas.
Con toda esta amalgama de dualidades y complejidades, Poe fue capaz de concebir un universo literario propio, absolutamente innovador y de enorme riqueza referencial, adentrándose en los vericuetos de la psique humana para captar allí toda una amplia gama de matices. La literatura fantástica, principalmente, no se habría desarrollado de la misma manera que lo ha hecho después de su obra fecunda, admirada e imitada por grandes artífices de la escritura como Guy de Maupassant, Julio Verne, Jorge Luis Borges (quien, como Poe, desconfió siempre de la novela, prefiriendo verter en prodigiosos versos y relatos sus cautivadores pensamientos y argumentos), Julio Cortázar (quien lo tradujo brillantemente a la lengua castellana), H. P. Lovecraft y Stephen King, por citar tan solo unos cuantos nombres representativos entre una extensa nómina de grandes autores.
La narración de Arthur Gordon Pym de Nantucket: la novela de la incertidumbre[12]
La única novela que Edgar Allan Poe escribió durante su prolífica carrera literaria fue publicada en los Estados Unidos por Harper and Brothers de Nueva York en julio de 1838. En octubre de ese mismo año, sale de la imprenta en Inglaterra, publicada por Wily & Putnam. Las diferencias textuales y tipográficas de ambas ediciones son mínimas, con la excepción principal de que la americana presenta dos capítulos, del total de veinticinco de los que consta la obra, numerados como XXIII. Todos los capítulos en cuestión van precedidos por una suerte de prólogo del supuesto autor Arthur Gordon Pym[13], y terminan con una nota final del pretendido editor. Poe había publicado dos entregas de la novela en los números de enero y febrero de 1837 del Southern Literary Messenger. Por su concepción organicista del texto literario, buscando siempre que todas las partes estuvieran perfectamente integradas, constituyendo un todo coherente tanto desde el punto de vista del contenido como de la forma, a Poe no le agradaba el género novelístico, que se le