Warren Wiersbe

La Oración Intercesora de Cristo


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Jesús afirmó que fue Dios Padre quien lo envió (v.3, 18, 21, 25). Cualquier apóstol o profeta puede afirmar ser enviado por Dios, pero ningún ser humano podría declarar haber venido de Dios mismo (v.8; cf. Juan 16:28). Cualquier cristiano puede orar, "todo lo mío es Tuyo", pero sólo el Hijo de Dios podía agregar "y lo Tuyo mío" (v.10). ¡Jesús declaró poseer todo que el Padre poseía! Él también afirmó ser uno con el Padre (v.11 y 21).

      La misma manera en que Jesús oró revela que Él es Dios. Él no empezó diciendo "Padre nuestro", sino simplemente "Padre". Jesús nunca oró diciendo “Padre Nuestro”. Jesús le dijo a María Magdalena esa primera mañana de Pascua, "ve más bien a mis hermanos y diles: 'Vuelvo a mi Padre, que es Padre de ustedes; a mi Dios, que es Dios de ustedes'" (Juan 20:17). Dios es nuestro Padre por la gracia, pero Él es el Padre de Jesús por naturaleza. Y la palabra que Jesús usó para "rogar, orar o pedir" (vv.9, 15 y 20), no es la misma utilizada para tal fin en el Nuevo Testamento; la palabra usada por Jesús significa "pedir como de un igual". Usted y yo no podríamos usarla porque no somos iguales a Dios. ¡Pero Jesús la usó tres veces! ¿Por qué? Porque Él es Dios Eterno.

      En el v.24, Jesús dijo audazmente, "Padre, quiero..." (en la Versión Reina Valera, el texto se tradujo con el sentido de "querer" o "desear" desde el punto de vista de la voluntad personal). No fue una petición, sino una exigencia. Ningún creyente podría orar con ese tipo de autoridad; no sería una oración fruto de la fe sino de la presunción. Sólo Dios Hijo puede dirigirse a Dios Padre de esa manera, porque son iguales: ¡Jesús es Dios!

      Hay otras evidencias de la deidad de nuestro Señor en esta oración, pero nos detendremos en el v.24: "Me amaste desde antes de la creación del mundo." Es verdad que Dios ama a su pueblo "con un amor eterno" (Jeremías 31:3), pero Él no podía expresar ese amor hasta que ellos existieran realmente en la Tierra. No obstante, el Padre amó al Hijo desde la eternidad. En el v.24 se reúnen la gloria y el amor eternos.

      Si cualquier otra persona orara de esta manera e hiciera estas exigencias, concluiríamos que tal vez esté confundido o mentalmente perturbado. Sólo Jesucristo, Dios Hijo, podía orar de esta manera. Pero esta gran verdad de que Jesucristo es Dios, plantea un pequeño interrogante: ¿Por qué Dios tendría la necesidad de orar? Los Evangelios nos presentan a Jesús como un hombre de oración. Yo he contado en los Evangelios al menos diecinueve ocasiones en las que Jesús está orando. ¿No hay una contradicción aquí? No, porque durante su ministerio en la Tierra, Jesús en todo dependió totalmente del Padre. Él dijo, "Así como me envió el Padre viviente, y Yo vivo por el Padre,...." (Juan 6:57). Sus obras y sus palabras vinieron del Padre (Juan 5:36 y 14:24). Día tras día, Jesús dependió del Padre. Satanás tentó a Jesús para que usara su poder divino en Él mismo, pero Jesús no se rindió (Mateo 4:1-11).

      En otros términos, nuestro Señor vivió por fe y dependió de la oración durante su vida y ministerio en la Tierra. Ahora, si Jesucristo, con todo su poder y perfección tenía que depender de la oración, ¡cuánto más usted y yo, con nuestras múltiples imperfecciones y debilidades, necesitamos depender de la oración!

      El ensayista francés Montaigne escribió: "Hay pocos hombres que se atreven a publicar a todo el mundo las oraciones que ofrecen al Dios Omnipotente." ¡Jesucristo nos ha dado esta oración, y gracias a Dios que lo hizo!

      2. Es grande debido al momento de la oración.

      "Éste es un pequeño paso para un hombre, pero un gran salto para la humanidad." Si Neil Armstrong hubiera hecho esa declaración mientras jugaba a la rayuela con los niños del barrio, nadie le hubiera prestado atención. Pero él hizo esa declaración cuando saltó de su nave espacial para ser el primer hombre en caminar sobre la Luna. La situación le dio peso a sus palabras.

      ¿En qué situación se encontraba nuestro Señor y qué tenía qué ver con esta oración? Para empezar, Jesús apenas había terminado de instruir a sus discípulos (Juan 13-16). Ahora Él rogaba por ellos, porque la oración y la Palabra de Dios van juntas. Si conocemos toda la Biblia pero no nos ejercitamos en la oración, podemos tener una gran cantidad de verdad pero nada de poder. Seríamos "luz sin calor." Por otro lado, si sólo nos dedicáramos a la oración sin la enseñanza de la Biblia, estaríamos en peligro de volvernos fanáticos, "calor sin luz"! El celo es algo bueno, pero el celo sin conocimiento es generalmente destructivo.

      Un balance apropiado de oración y estudio de la Biblia es muy importante para una vida cristiana equilibrada. El profeta Samuel dijo: "que el Señor me libre de pecar contra Él dejando de orar por ustedes. Yo seguiré enseñándoles el camino bueno y recto" (1 Samuel 12:23). Observe el balance entre la oración y la Palabra de Dios. "Ahora los encomiendo a Dios (la oración) y al mensaje de su gracia, que tiene poder para edificarlos y darles herencia entre todos los santificados" (Hechos 20:32). Pablo sabía la importancia del balance espiritual y también los demás apóstoles: "Así nosotros nos dedicaremos de lleno a la oración y al ministerio de la palabra" (Hechos 6:4).

      La única manera en que la Palabra de Dios puede hacerse realidad en nuestras vidas es a través de la oración y la obediencia. Una razón por la que tenemos cristianos desbalanceados en nuestras iglesias es la falta de oración que refuerce el estudio de la Palabra de Dios. Es mucho más fácil lograr que los cristianos asistan a un estudio Bíblico que a una reunión dedicada a la oración, pero las dos son necesarias. Jesús enseñó a sus discípulos y después oró por ellos.

      Pero esta oración no fue sólo por los discípulos; también fue por Jesús. Recuerde que Él estaba enfrentando la cruz. Cuando nuestro Señor empezó su ministerio y fue bautizado, Él oró al Padre (Lucas 3:21). A través de todo su ministerio, Él oró al Padre. Durante todo su ministerio, Él dependió de la oración. Se levantaba temprano en la mañana para orar (Marcos 1:35) e incluso oró durante toda una noche (Lucas 6:12). Él oró en el Monte de la Transfiguración (Lucas 9:28). Ahora Él estaba orando al enfrentar la agonía del Calvario.

      En los primeros cinco versículos de Juan 17, Jesús ruega por Él mismo, pero eso no significa que fuera una oración egoísta. Esta es la diferencia: si Jesús no hubiera orado para que el Padre lo glorificara y lo recibiera de nuevo en el cielo, usted y yo no tendríamos hoy salvación. Al orar por Sí mismo, Jesús realmente oraba por nosotros.

      Piense en lo que debe haber significado para el Salvador tener esa comunión con su Padre. La copa que Él estaba a punto de beber vendría de la mano del Padre (Juan 18:11). Llegaría la vergüenza, el dolor e incluso la muerte y la separación temporal del Padre; pero Jesús no tuvo miedo, pues con ese propósito había venido al mundo y el Padre lo vería en su gloriosa victoria.

      Es interesante contrastar este tiempo de oración con algunos otros de intercesión registrados en las Escrituras. En Génesis 18, leemos que Abraham intercedió por la ciudad de Sodoma. Pero en Juan 17, Jesús intercedía por el mundo entero y moriría para salvar a los pecadores. Moisés intercedió por toda una nación, el pueblo de Israel (Éxodo 32), e incluso se ofreció a sí mismo para que ellos pudieran ser perdonados. Pero Jesús sí murió y por su muerte, todos los que confían en Él son perdonados y reciben la salvación eterna. Salomón hizo una oración extensa (1.050 palabras en algunas versiones) en su "dedicación del templo", pero la oración de nuestro Señor en Juan 17, significó la creación de un templo espiritual, la iglesia (1 Pedro 2:5).

      Nuestro Señor nos da un gran ejemplo: la oración es esencial, no sólo en los asuntos cotidianos de la vida, sino sobretodo, en las crisis de la vida. Phillips Brooks dijo: "No oren por vidas fáciles, Oren por ser hombres más fuertes. No oren para que las tareas sean conforme a sus poderes. Oren para tener el poder que requieren sus tareas."

      3. Es grande debido a las peticiones en la oración.

      La oración que no pide nada, tampoco logra nada. Uno de los himnos populares dice:

      Estamos llegando ante el Gran Rey,

      Grandes peticiones hemos rogado.

      Pero tales son su Gracia y Poder,

      Que para Él nada es demasiado.

       John Newton

      Si alguna vez hubo una "oración digna de un rey", es esta de Juan