Carlos Lazcano Sahagún

Kino en California


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como superior de este proyecto de evangelización —que desempeñó con el auxilio del sacerdote Matías Goñi— sino que también portaba el título de cosmógrafo real. En el ejercicio de esa atribución, levantó las coordenadas de Nuestra Señora de Guadalupe, su primer asentamiento; cartografió de una manera precisa el Golfo de Cortés y elaboró, entre muchos otros, dos de los mapas fundacionales de la geografía local: el de la bahía de La Paz y sus islas circundantes, y el denominado Paso por tierra a la California. Este último puntea el trayecto desde el Golfo de California hasta el Océano Pacífico efectuado con el propósito de localizar un espacio de resguardo para el Galeón de Manila.

      La competencia acumulada en estas materias le permitiría a Kino atajar, años después, la confusión que explicaba a la Baja California como una isla.

      A la diversidad de sus faenas, que iban de la historia natural a la etnografía, Kino y Goñi agregaron además la de lingüistas. Apenas los misioneros establecieron contacto con los pobladores de la península, se dedicaron a confeccionar, “con el tintero en la mano” según describe un testigo presencial, unos pequeños vocabularios con algunos de los términos de las lenguas guaicura y cora.

      Al abundar sobre el desempeño del sacerdote y con base en un voluminoso soporte documental, los autores proponen una novedad respecto a los estudios relativos a lo realizado por Kino en California, con la afirmación de que la Misión de Nuestra Señora de Guadalupe (que permaneció en la bahía de La Paz de abril a julio de 1683) fue la primera en esas tierras, y no la Misión de San Bruno, como hasta ahora han afirmado los expertos.

      Estas páginas abonan también a la mayor comprensión de nuestro insigne personaje con la inclusión del Diario de San Bruno, un texto “sumamente raro, publicado únicamente en 1857”, y en el que el padre Kino relata, con el aliento de sus propias palabras, sus diligencias en un periodo que va de diciembre de 1683 a mayo de 1684.

      Ambos temas pudieran valer de suyo para ensayar nuevos derroteros en las interpretaciones de la obra del sacerdote jesuita en la península bajacaliforniana.

      Kino en California, textos, cartografías y testimonios 1683-1711, transmite la certeza de que el sacerdote jesuita nunca se desentendió de la Alta y la Baja California; sus decisiones desde la Pimería resultaron determinantes para que en aquella región se consolidara el programa misional. Aporta, además, elementos imprescindibles para redimensionar su perseverancia, sin la que no podría entenderse lo que hoy ha llegado a ser la Baja California.

      Eusebio Francisco Kino “descubrió toda una geografía ignorada”, nos dicen Carlos Lazcano y Gabriel Gómez en este libro, pero el principal sentido de su trabajo “fue humano, es decir, estaba dirigido a los indios”.

      Es por esta labor a favor de los indígenas de Norteamérica, a quienes llevó la palabra de Dios, y por su contribución al desarrollo del conocimiento, que la obra de Eusebio Francisco Kino ha sido reconocida. Son también elogiadas sus “virtudes heroicas”, según las palabras del Papa Francisco que dio luz verde a la canonización del sacerdote jesuita.

      Todo ello hace doblemente interesante el libro escrito por Carlos Lazcano Sahagún y Gabriel Gómez Padilla. Kino en California es una lectura apasionante, bien documentada y reveladora sobre la labor de un hombre insigne que contribuyó a construir la historia de México y de Estados Unidos, así como a cimentar el trabajo de la Compañía de Jesús en ambas naciones.

      Nací en Tijuana y soy jesuita. Por estas razones este libro me resulta doblemente entrañable. Desde que era niño veía el monumento al padre Kino que se erige en mi ciudad, muy cerca de la línea fronteriza. Ahora comprendo la grandeza de este hombre que puso su inteligencia, su valentía y su perseverancia al servicio de los demás y para la mayor gloria de Dios.

      Alberto Chini

      Presidente de la Asociación Cultural Padre Eusebio F. Chini

      NUMEROSOS SON LOS LIBROS QUE se han publicado sobre el padre Eusebio Francisco Kino, sin embargo, este trabajo de Carlos Lazcano y Gabriel Gómez Padilla, Kino en California, aporta otra importante pieza para completar el gran mosaico que fue la vida y obra de nuestro misionero; pone en evidencia y documenta su actividad en Baja California.

      Kino sufrió mucho cuando tuvo que abandonar a sus indios californios, ya que empezaba a tener muy buenos resultados con ellos y dejaba la esperanza de una buena cosecha. Hizo todos los esfuerzos posibles para que la expedición californiana no se interrumpiera. A partir de ahí el vínculo amoroso que estableció con California fue de por vida, lo que estimuló su actividad científica, pero sobre todo humana, siempre al servicio de Dios y de sus hijos más necesitados.

      Además de hacer una destacada actividad misionera en la Pimería Alta, donde Kino fundó numerosas misiones y consolidó un importante desarrollo con base en la agricultura y la ganadería; nunca olvidó a sus indios californios y encontró la manera de que este desarrollo igualmente los beneficiara. Buscó las mejores maneras de apoyarlos por mar, enviando suministros vía barco, consolidando puertos e incluso construyendo barcos, proyecto que le fue bloqueado.

      Sus continuas exploraciones, la búsqueda de un paso por tierra a California, su labor cartográfica, así como otras actividades que resultaron importantes contribuciones a la ciencia, no fueron porque buscara dichos méritos, sino para ayudar a sus indios californios. Kino siempre estuvo atento a las necesidades de los grupos indígenas que encontró, se colocó a su nivel y compartía sus problemas, respetando sus tradiciones y constituyéndose también como defensor de sus derechos cuando era necesario.

      La obra de Kino sigue teniendo actualidad y se manifiesta cuando vemos mucha de la realidad que hoy se vive, marcada por el individualismo y el egoísmo y menospreciando los graves problemas que caracterizan nuestros días. Especialmente se tiene en México e Hispanoamérica por la alta marginación en que se encuentran sus grupos indígenas el día de hoy. Kino fue siempre un hombre de paz, creando puentes entre las poblaciones que conoció, es una de sus enseñanzas para todos nosotros. Hoy más que nunca se necesita de su ejemplo para construir puentes y derribar barreras.

      Muchísimas son las actividades e iniciativas que hoy en día se emprenden en nombre de Kino alrededor del mundo. Este libro es otro ejemplo de la actualidad del Padre Kino, ya que refuerza esos vínculos que Kino creara con su actividad, vínculos que unen a Europa con América, a Baja California, Sonora y Arizona con su tierra natal en Italia. Incluso en el Trentino, en Segno, su pueblo natal, el recuerdo del Padre Kino es vivo y actual: el monumento ecuestre, el museo, la iglesia donde fue bautizado, todos testimonian el profundo reconocimiento de las personas que pueblan la tierra que lo vio nacer y en donde vivió y trabajó sus primeros años antes de partir a su destino. Existe ahí una devoción hacia él y todos estamos muy orgullosos de la incesante actividad que realizara más allá del océano, que es estímulo y ejemplo también para nosotros.

      La profundización de la actividad del Padre Kino en Baja California, con este precioso libro, permite abrir nuevos horizontes y colaboraciones, da la posibilidad de unir a los pueblos y diócesis de Baja California en la difusión de su obra y contribuir al sostenimiento y promoción de la Causa de beatificación. Todos juntos podemos hacer una gran contribución a la causa, cada uno con nuestras actividades y nuestra oración. Inicia ahora un nuevo camino, el paso de la venerabilidad a la de beato que requiere de un milagro: la actualidad de la figura del Padre Kino, su ejemplo, después de 300 años, ¿se puede considerar un milagro?

      Segno, Trentino, Italia

      Julio del 2020

      LA PALABRA PRIMERA ES LA que deja huella, esa que dura más que el que la pintó y queda para la posteridad, le llamamos testimonio cuando esta huella nos sirve de oriente e inspira a seguir con la andadura. Uno de estos testimonios lo encontramos de forma tangible e intangible ante todo en la vida y la cultura de los pueblos del noroeste de México en los estados que hoy llamamos Baja California y Sonora y también en el sur de los Estados Unidos, en el estado de Arizona; sus coterráneos europeos también atestiguan a la fecha