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Filosofía en lengua castellana


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Wittgenstein, Heidegger, Sartre, Sloterdijk, entre otros, son clásicos en la literatura filosófica de esta parte del continente, y buena parte de ellos ha logrado, incluso, traspasar estas fronteras. Asimismo, su interés por la literatura ha sido tan potente como su inclinación primaria por la filosofía, aun cuando, es claro, su primera vocación fue la que nos ha marcado profundamente en el terreno del pensamiento crítico en torno a las ideas. Activa hasta el día de hoy, sigue escribiendo y reeditando sus obras, dictando conferencias, dando clases inaugurales, con la misma pasión y entrega que ha mostrado tener desde el inicio de su carrera académica en la Universidad de Chile en 1954.

      Una de las conferencias preparadas y dictadas por Cordua el 20161 (y publicada al año siguiente) versó en torno a, quizás, la pensadora política más relevante de la segunda mitad del siglo XX, a la que, y no por primera vez, ha dedicado sus esfuerzos por comprender en el último transcurso de sus años: Hannah Arendt (1906-1975). Si bien la profesora Cordua había dedicado su empeño al pensamiento político de Hegel anteriormente, con sus conferencias y escritos sobre Arendt la filosofía política gana notoriedad en su obra madura. Pero su interés radica no solo en el problema político de nuestro tiempo en general, sino en el fenómeno totalitario vivido por el siglo recién pasado en particular. Por ello, su voluntad de comprender encuentra acogida en el pensamiento arendtiano en vistas de este propósito. Así, surge la necesidad de los últimos años por adentrarse en la obra política, periodística, histórica y filosófica2 más relevante en torno a este tema: Los orígenes del totalitarismo.

      Desde Los orígenes del totalitarismo, dividida en tres extensas partes sucesivas e interrelacionadas, Cordua emprende el desafío de comprender el fenómeno totalitario en su formación y despliegue a partir de sus dos formas visualizadas en el siglo XX: el estalinismo y el nazismo. Para Cordua, partiendo del análisis arendtiano, esta obra resulta ineludible, considerando que entrega las directrices de la reflexión posterior en torno a este fenómeno. Sin embargo, su implicancia en el tema no se acaba solo en eso: también esta obra le da la oportunidad de pensar políticamente la formación de los elementos fundantes de la política actual a nivel mundial en su totalidad. Por supuesto que el contexto actual es sensiblemente diferente respecto al analizado en la obra de 1951, pero esto no limita la posibilidad de encontrar ciertas claves interpretativas que den cuenta de cómo ha cambiado nuestra mirada sobre lo político desde entonces hasta ahora. Por esto, la obra de Arendt no le resulta indiferente, sino, al contrario, le sigue pareciendo especialmente sugerente para afrontar las dificultades propias del nuevo siglo y los vaivenes políticos inherentes a una era post-totalitaria.

      En este marco, el presente trabajo intentará mostrar las líneas investigativas más relevantes que Carla Cordua visualiza en Hannah Arendt, particularmente en Los orígenes del totalitarismo, considerando dos obras en las que dedica su talante a la lectura de la autora judeo-alemana. Estos escritos, que cuentan con ocho años de diferencia entre su publicación, dan cuenta de la importancia que en Carla Cordua tiene la reflexión política en general y la reflexión arendtiana sobre el totalitarismo en particular. El primero de ellos, “Propaganda totalitaria: entonces y ahora”3, remite una atención precisa en torno al problema de la propaganda totalitaria bajo la lupa de Arendt, poniendo el foco en sus consecuencias sobre la actualidad política mundial a partir de esta perspectiva. El segundo de ellos es una conferencia pronunciada el año 2016 y publicada al siguiente año titulada Hannah Arendt. Sobre el totalitarismo4, en la que expone de modo vasto, claro y serio los alcances políticos que subyacen a la inquietud arendtiana en torno al problema que suscita el fenómeno en cuestión y a sus posibles alcances en la constitución del ser humano de nuestro tiempo bajo la óptica política. Basándonos en ellos, emprenderemos el análisis del fenómeno totalitario centrándonos principalmente en algunos de sus puntos esenciales tratados por Cordua al amparo de Arendt desde la obra ya sugerida, asumiendo su diagnóstico de la sociedad actual. En primer lugar, expondremos el concepto de sociedad en Arendt mirado por Cordua, con el fin de apreciar las distinciones que realiza en torno a lo político y lo social, la caracterización de la sociedad de masas y su crítica a la modernidad desde esta visión; en segundo lugar, revisaremos el análisis que Cordua toma de Arendt en torno al totalitarismo, su desarrollo y sus distinciones conceptuales a nivel político, haciendo hincapié en la notable diferencia arendtiana entre poder y violencia; en tercer lugar, ahondaremos en el papel clave que juega la propaganda en la teoría totalitaria arendtiana, con el fin de atisbar su relevancia y, con ella, sugerir algunas de sus consecuencias; y en cuarto lugar, finalizaremos con algunas conclusiones aproximativas del tema.

       2. Sociedad de masas

      Partiendo de su imperiosa voluntad por comprender (Arendt diría: Ich will verstehen), Carla Cordua plantea que el presente, que en buena medida es resultado del pasado5, ofrece a los sujetos la grata oportunidad de la acción libre, recordando que para Arendt el principio fundante del ejercicio político es la libertad6. Pero ¿qué es la libertad en Hannah Arendt? Veamos en sus propias palabras la postura que toma para establecer dicho concepto:

      Sin duda, esta pasión por la libertad en sí misma, por el solo «placer de poder hablar, actuar, respirar» (Tocqueville), solo puede darse allí donde los hombres ya son libres, en el sentido de que no tienen un amo. Lo malo es que esta pasión por la libertad pública o política puede ser fácilmente confundida con un sentimiento que es probablemente mucho más vehemente, pero que, desde el punto de vista político, es esencialmente estéril, es decir, el aborrecimiento apasionado de los amos, el ferviente anhelo de los oprimidos por la liberación. Tal aborrecimiento es, sin duda, tan antiguo como lo es la historia escrita e, incluso, anterior; sin embargo, nunca tuvo como consecuencia la revolución, puesto que ni siquiera es capaz de entender, por no decir realizar, la idea central de la revolución, la cual no es otra cosa que la fundación de la libertad, es decir, la fundación de un cuerpo político que garantice la existencia de un espacio donde pueda manifestarse la libertad7.

      Dicha idea es completada casi a final de Sobre la revolución de manera descriptiva y ejemplar. Arendt señala lo siguiente:

      La libertad, donde quiera que haya existido como realidad tangible, ha existido siempre limitada espacialmente. Ello se pone especialmente de manifiesto en la más elemental e importante de todas las libertades negativas, la libertad de movimiento; las fronteras del territorio nacional o muros de la ciudad-estado abarcaban y protegían un espacio dentro del cual los hombres podían moverse libremente. Tratados y garantías internacionales hacen posible una ampliación de esta libertad territorialmente limitada a los ciudadanos que están fuera de su propio país, pero, incluso bajo el supuesto de las actuales circunstancias, sigue siendo evidente la coincidencia fundamental entre libertad y un espacio limitado. Lo dicho de la libertad de movimiento es también valido en buena medida para la libertad en general. La libertad en su aspecto positivo es solo posible entre iguales, y la igualdad no es en modo alguno un principio universalmente valido, sino que, a su vez, es únicamente aplicable con limitaciones e incluso dentro de límites espaciales. Si identificamos estos espacios de libertad –que de acuerdo con el espíritu, sino a la terminología de John Adams, también podríamos llamar espacios de apariencias– con la propia esfera política, los podríamos concebir como islas en el mar o como oasis en el desierto. La imagen, según creo, nos es sugerida no solo por la plasticidad de la metáfora, sino por la propia historia8.

      Por esto, y de manera primordial, los seres humanos somos seres activos y libres enmarcados en circunstancias vitales y sociales de cada uno, siendo este el diagnóstico con el que parte Arendt para el desarrollo teórico de su trabajo intelectual, tanto filosófico como político. Así es como Carla Cordua, de manera penetrante y perspicaz, plantea que “la edad actual se caracteriza por la sociedad de masas, que es […] uno de los antecedentes del Estado totalitario”9.

      Para Arendt, la sociedad designa al “conjunto de familias económicamente organizadas en el facsímil de una familia superhumana”10, “«conjunto doméstico» (oikia), o de las actividades económicas … [en] la esfera pública”11, “auge de la administración doméstica, sus actividades, problemas y planes organizativos”12, “la sociedad es la forma en que la mutua dependencia en beneficio de