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Estereotipos interculturales germano-españoles


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preguntándose en la Enciclopedia metódica acerca de lo que España había aportado a la civilización. Y respondiéndose, claro: nada. España se arrastraba por el atraso y la decadencia como consecuencia del oscurantismo religioso.

      Pero el naciente siglo XIX iba a introducir toda una dinámica de cambios revolucionarios que afectarían decisivamente a la evolución de los estereotipos sobre España: las guerras napoleónicas y las revoluciones liberales, el Romanticismo y los nacionalismos, la construcción de naciones y la (re)construcción de identidades. En los albores del siglo, la primera «sorpresa» es, por supuesto, la Guerra de la Independencia en España. La nación que empezaba a construirse entre la guerra y la revolución contra el Imperio napoleónico. Algo más que suficiente, desde luego, para que algunos de los materiales del estereotipo se reformularan. Y nadie mejor para hacerlo que la Inglaterra ahora aliada de los españoles contra el imperio rival. Como se ha señalado reiteradamente, la Cruelty se convirtió en valentía indómita, la Bigotry en pasión indomable, y la Vanity en orgullo patriótico e individualista (Moradiellos, 1998: 188).

      Se le había dado la vuelta desde el otro al estereotipo. Pero que los materiales de este se reformularan no quiere decir que desaparecieran. Todo lo contrario, se invertían para convertirse en piezas fundamentales del nuevo estereotipo emergente: el mito romántico. Un mito que iba a servir de nuevo en todos los procesos de afirmación nacional e identitaria en España y fuera de ella. Desde una perspectiva, por supuesto, multiforme, porque si la Guerra de la Independencia podía poner en cuestión algunas de las ideas dominantes sobre España, podía hacerlo desde perspectivas distintas e incluso antagónicas. Dependía, desde luego, de a qué lado de la trinchera se había estado en las guerras napoleónicas, pero dependería también en lo sucesivo de en qué lado de las fronteras políticas e ideológicas surgidas a partir de las revoluciones liberales se hallaban los distintos sujetos.

      Era la España de Carmen, de gitanos y bandoleros, de bailarinas ardientes, la reñida con el trabajo y la razón, la de los toros, la siesta, la pereza y el placer. O, por decirlo con las palabras de un liberal español harto de esta visión de España, Ayguals de Izco, no habría en España,