muerto»), frente a cuatro de Ámbito, para publicar en la antología de Gerardo Diego, de 1932, en donde aparecen como inéditas.33 Otros dos excelentes poemas son «Días» y «Tránsito»,34 que envía a Rafael Porlán, con destino a la revista sevillana Mediodía, en carta fechada el día 12 de noviembre de 1928.35 Aleixandre utiliza para firmarlos, como ya es sabido, el nombre de su amigo José Manuel García-Briz, y no duda, para acabar de redondear la broma, en dedicárselos a sí mismo. Magnífico poema descriptivo es también «Mar femenina», de una sensualidad carnal y tentadora, que se conserva copiado a mano por el poeta en el Cancionero para José María de Cossío, y que, pese a su belleza, tiene más justificada la exclusión del libro, pues el lugar que le hubiera correspondido dentro de Ámbito, por su tema marino, habría sido la sección «El mar» (con dos poemas), sección en la que se quiebra significativamente la regular alternancia impar del libro. Incluir en ella «Mar femenina» hubiera supuesto desatender las razones estructurales de este. En fin –y para no extendernos con más aporte de datos–, repárese en el poema «Cabeza, en el recuerdo»36 (entonces titulado solamente «Cabeza»), un prodigioso alarde culteranista, como vimos, pero que debió de dejar lo suficientemente satisfecho al autor como para incorporarlo a la segunda edición de Ámbito, eliminando para ello otro que no le parecía de suficiente entidad. «Cabeza...» fue dado también por Mediodía, en el número de febrero de 1929, por lo tanto, un año justo más tarde de la salida de Ámbito. Todo hace pensar que si no iba en la edición del 28, es porque debió de componerse después, cuando ya el libro estaba cerrado.
¿Qué destino era el que Aleixandre le tenía reservado a este grupo de poemas, hoy en tierra de nadie, y que marcan la línea fronteriza entre el ciclo de Ámbito y lo que vendría después? ¿Puede tratarse simplemente de la que llamamos, al comienzo de estas páginas, «cuarta fase» del proceso creador de sus obras? ¿Es la prolongación, como por un movimiento de inercia, de la estética desplegada desde 1924 a 1927? Desde luego no creemos, por lo que hasta hoy se sabe, que se planteara comenzar, a partir de esos textos, un nuevo libro. Aleixandre –y en eso nos recuerda otra vez a Juan Ramón–, por su temperamento curioso y por su apertura a nuevas exploraciones con el lenguaje, fue siempre un poeta en constante renovación. Era su naturaleza. La expresión «poesía en movimiento» acuñada para la de Juan Ramón, le conviene a él con igual exactitud y rigor. Admiraba a los poetas que en su desarrollo cumplían, como Propercio, Quevedo o Yeats, «una curva vital».37 Por consiguiente, no imaginamos a Aleixandre repitiendo la experiencia poética de Ámbito, en la misma línea de una pureza de difícil equilibrio.
¿Podría ser que le tentara reforzar y ampliar su libro con más poemas de signo semejante? ¿Hacer una segunda edición de Ámbito, acrecentada, más completa, a la manera de su amigo y maestro Jorge Guillén con Cántico? Bien pudiera ser. Pero ninguna prueba tenemos de esta intención, que, como hipótesis de trabajo, debemos manejar con suma prudencia.
La aparición de posibles nuevos documentos ayudará a comprender mejor esta laguna en la evolución de Aleixandre. El tiempo dirá. Conviene, no obstante, recordar que, aun siendo como es un poeta de etapas bien perfiladas y rotundas, también se sintió atraído por la poesía de frontera, la que sirve de enlace entre estilos y etapas diferentes. El libro Poemas varios38 tiene ese sentido, plural y abierto. Y si exceptuamos la sección unitaria de Nacimiento último,39 el resto es también de naturaleza miscelánea y aporta un aire fresco y renovado a la obra. Lo mismo podría decirse de Cantando en las Carolinas,40 otro buen ejemplo de poesía fronteriza, de puente tendido entre el irracionalismo en prosa y el irracionalismo en verso de su primera etapa.
Los textos descolgados de Ámbito fueron muy probablemente escritos para el libro, pero cuando éste ya había sido entregado a la imprenta, o en los años posteriores a su aparición. Nos crean la perplejidad de no saber si son un final o un principio. Suscitan preguntas que, de algún modo, como en un boceto provisional, aquí han quedado apuntadas, pero lejos aún de poder responderlas con seguridad.
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