target="_blank" rel="nofollow" href="#ulink_a416cded-0519-53c1-9b0e-9ba6423efada">18 En Obra selecta, op. cit., pp. 273-367.
19 Ibid., p. 301.
20 Ibid., pp. 302-303.
21 Ibid., p. 303
22 Cfr. Briefe zur Beförderung der Humanität, en J. G. Herder, Sämtliche Werke, ed. de Bernhard Suphan, Berlín, 1877-1913, vol. XVIII (reimpreso en Georg Olms, Hildesheim, 1967-1968), pp. 222-232. El texto es citado y comentado por I. Berlin, op. cit., p. 375.
23 Ideas, libro 8.V. En castellano puede leerse, en traducción de J. Rovira Armengol, en la edición de Losada, Buenos Aires, 1959.
24 Ibid.
25 Ibid., libro 15.V.
26 Cfr., a este respecto, los comentarios de Rene Wellek en su Historia de la crítica moderna (1750-1950), i, Madrid, Gredos, 1969, pp. 214 ss.
27 Extracto de un intercambio de cartas sobre Ossian y las canciones de los pueblos antiguos, en Obra selecta, op. cit., p. 239.
28 Shakespeare, en Obra selecta, op. cit., p. 252.
29 Ibid., pp. 256-257.
30 Ibid., pp. 258-260.
31 Ibid., pp. 261, 263.
32 Ensayo sobre el origen del lenguaje, en Obra selecta, op. cit., p. 171.
33 Sobre Kaligone [Calígona], de 1800, no podemos ni debemos extendernos aquí. A tal propósito, y como precedente de posteriores estudios, el punto de referencia podría ser el gran trabajo de Günther Jacoby, Herders und Kants Ästhetik, Leipzig, Dürrschen Buchhandlung, 1907.
34 Sobre estos aspectos de Herder, cfr. Michele Cometa, «Mitologie della ragione in Johann Gottfried Herder», en Michele Cometa (ed.), Il romanzo dell’Infinito. Mitologie, metafore e simboli dell’età di Goethe, Palermo, Aesthetica edizioni, 1990.
35 Diario de mi viaje del año 1769, en Obra selecta, op. cit., pp. 25-27.
36 Silvas críticas, Primera silva, ibid., pp. 1-5.
37 Sobre Laocoonte, cfr. infra, Escultura, nota 3, p. 61; sobre Filoctetes, ibid., nota 37, p. 77.
38 Obra selecta, op. cit., p. 10.
39 Ibid., p. 22.
40 Ibid., pp. 112-113.
41 Parece que uno de los métodos empleados consistía en «perforar el lacrimal y hacer pasar un pelo de caballo diariamente, moviéndolo arriba y abajo para restablecer la comunicación». Cfr. Goethe, Poesía y verdad, op. cit., libro 10, nota 1.
42 Ibid.
43 Cfr. Goethe, Poesía y verdad, op. cit., libro 11. Allí describe la colección, unas cuarenta piezas, como «un bosque de estatuas que había que penetrar, una gran sociedad ideal».
44 Herder también conocía, aparte de la colección de Versailles, la Walmonden de Hannover y la de la Kunsthaus de Kassel. Sólo más tarde tuvo ocasión se conocer más esculturas durante su visita a Roma en 1788.
45 Cfr. Alexander Gottlieb Baumgarten, Reflexiones filosóficas en torno al poema (1735), en Belleza y verdad. Sobre la estética entre la Ilustración y el Romanticismo, Barcelona, Alba Editorial, 1999.
46 Cuyo pretexto era polemizar con Friedrich Riedel, autor de una Teoría de las bellas artes y las ciencias (1767). La Silva la escribió en 1769, pero no fue publicada hasta 1846. Cfr. infra, Escultura, notas 24 y 25, pp. 71-72.
47 Lo que Herder reprochaba a Baumgarten, obviamente, era su perspectiva crasamente racionalista, a la que oponía un sensualismo un tanto ingenuo, aunque de orígenes empiristas. «¡Me siento a mí mismo, luego existo!» («Ich fühle mich! Ich bin!»), proponía Herder como alternativa al cogito cartesiano en cuanto que fuente de autoconciencia. Cfr. Zum Sinn des Gefühls, en Sämtliche Werke, VIII, p. 96. Cfr. la introducción de Jason Gaiger a su espléndida edición de la Plastik de Herder (Sculpture. Some Observations on Shape and Form from Pygmalion’s Creative Dream, Chicago y Londres, University of Chicago Press, 2002, p. 9).
48 Cfr. Gotthold Ephraim Lessing, Laocoonte, edición de Gustavo Barjau, Madrid, Tecnos, 1990, caps. I-V.
49 Carta sobre los ciegos seguida de carta sobre los sordomudos, Valencia, Pretextos, 2002.
50 William Molineux, abogado dublinés, fue también el autor de un tratado de óptica, Dioptica nova, publicado en 1692. Molineux, amigo de Locke, le planteó explícitamente el problema en una carta. Cfr. los clarificadores comentarios al respecto de Jason Gaiger, op. cit., pp. 11 ss.
51 Ensayo sobre el entendimiento humano, Libro segundo, cap. IX, # 8 (Madrid, Editora Nacional, 1980, p. 223).
52 Tal vez vale la pena recordar que poco después, y a propósito del problema de Molineux, el radical Berkeley afirmaría directamente que «los objetos de la vista y los del tacto son dos cosas diferentes». Cfr. Ensayo sobre una nueva teoría de la visión (1709), XLI-L.
53 Cfr. infra, Escultura, nota 2, p. 42.
54 Über