en 1556; es custodio hasta junio de 1562, pero vuelve a asumir ese cargo en 1564, por causa del viaje del custodio fray Esteban de Asencio a España. En 1569 es elegido definidor de la provincia; muere hacia el año de 1575 en Tunja.
El cuarto custodio elegido fue el padre Manuel de la Magdalena, de la provincia de la Concepción, quien probablemente llegó al Nuevo Reino entre 1554 y 1555. En 1558 vuelve a España como procurador de la Custodia ante el Consejo de Indias. En 1565 es guardián del convento de Nuestra Señora de Loreto de Cartagena y en 1566 vuelve a España.
Fray Miguel de los Ángeles fue el quinto superior elegido para la custodia. Era de la villa de Salmeran del obispado de Cuenca; es el único fraile que se queda en la provincia después de la partida de muchos religiosos por la situación del primer custodio fray Jerónimo de San Miguel. No se sabe la fecha de su elección como custodio, pero ya para 1563 es definidor de la provincia, siendo reelegido en este cargo en el Capítulo Provincial de 1569. Vive en el Nuevo Reino durante veinte años, doce de los cuales acompaña a fray Esteban de Asencio. En 1575 parte fray Miguel del Nuevo Reino, por la conjura de algunos religiosos contra fray Pedro Aguado; llega a México, en donde muere cinco años después, siendo sepultado en el convento de Puebla de los Ángeles.
El sucesor de fray Miguel de los Ángeles es fray Esteban de Asencio, quien es elegido quinto custodio a finales de 1563. Para esta fecha, Asencio ya llevaba dos años en el Nuevo Reino. Es natural de Navarra, toma el hábito en el convento de San Francisco en Salamanca y llega a la custodia en 1561 después de ser persuadido por el teólogo fray Juan del Campo de quedarse, pues su destino final era Chile. Asencio fue el sexto y último custodio de la Custodia de San Juan Bautista. Durante su mandato como custodio pide permiso al rey para traer por lo menos 30 frailes a la Nueva Granada; esta expedición vendría más adelante con el padre fray Francisco de Olea. Terminado su gobierno, Asencio fue dos veces definidor y una vez guardián del convento de Santafé. En palabras del mismo Asencio, él
[…] ha bautizado muchos indios en diversas partes; ha residido y predicado en la provincia de Santa Fe del Nuevo Reino sin hacer mudanza della, ni la hará, si Dios no determina de hacer otra cosa, veinticuatro años; en la orden treinta y ocho, en la edad cincuenta y ocho, es orador, predicador, e comisario de corte, por la Provincia en el convento de Santa Fe.59
Fray Pedro Simón, sin especificar fecha, menciona que a medida que pasa el tiempo van llegando más religiosos fran-ciscanos a la Provincia para la conversión de indios, entre los que se encuentran fray Pedro Vallejo, fray Hernando Caladilla, fray García Hernández, fray Diego del Castillo, fray Juan Revega y fray Pedro de Santa Catalina60.
LOS CONVENTOS FRANCISCANOS
Ya plenamente instalados en Santafé, el primer convento erigido por los padres franciscanos es el de Nuestra Señora de la Purificación en dicha ciudad, el cual primero se emplazó al sur de la ciudad, en la salida a Tunja, cerca de la parroquia de Las Nieves; poco después se desplazó el convento a unos solares donados por la señora Isabel Romero, devota de San Francisco:
En dichos solares se dio el Custodio fray Jerónimo de San Miguel con tanto empeño a la construcción, con la ayuda que para ella le dieron los indios, trayendo maderos, pajas y demás materiales, que en los primeros días de febrero de 1551 tenían ya la capilla acomodada y colocaban el santísimo sacramento. En esta modesta residencia estuvieron los frailes hasta el año de 1557, cuando se trasladaran a unas casas de Juan Muñoz de Collantes, las cuales habrían sido adquiridas por el obispo fray Juan de los Barrios y donados por el mismo a sus hermanos.61
El referido convento no se encontraba, a pesar del trabajo de muchos custodios y guardianes, en la mejor situación habitacional para los frailes, como se muestra en el siguiente documento:
Fray Esteban de Asencio, procurador del Orden de San Francisco de la provincia del Nuevo Reino de Granada, en nombre de los religiosos de la dicha Orden de la ciudad de Santafé, dice que en ella hay una casa que es la cabeza de toda aquella provincia y de donde salen los religiosos para ir a entender en la conversión y doctrina de los indios y tienen una iglesia muy pequeña y de ruin edificio la cual está para caer, y a esta causa tienen comenzada iglesia y por no tener con qué no la hacen por ser muy pocas las limosnas y así no se hace. Convendría, y es cosa muy necesaria, se haga la dicha iglesia mayor por acudir a ella tanta multitud de gente y ser la que hay tan pequeña y de ruin edificios que no cabe casi nada de gente y así por esto como por el ornato de la ciudad conviene se haga la dicha iglesia.62
Fray Francisco Gonzaga respecto a este convento de Santafé narra que: “Se hizo con limosnas de los particulares y también de las cajas reales el año de la Encarnación de 1550, en honor de la Purificación de Beatísima Virgen María, y después de 1566, lo bendijo el reverendísimo padre fray Juan de los Barrios, primer arzobispo de esta ciudad y de la orden franciscana”63. Moran en él 26 religiosos quienes están encargados de las siguientes casas doctrinales: Bosa, Suba y Funza; Chía; Cogua y Némesa; Fusagasugá y Zipacón; Nemocón; Pasca, Sopó; Usaquén; Zipaquirá. Además, “los sacerdotes que allí moran, desempeñan con los dichos indios el oficio de párrocos, con auto-ridad apostólica, y desempeñan solícitamente esta carga, cual vigilantísimos pastores”64.
Los vecinos de Santafé, frente al estado de precariedad del dicho convento franciscano en su ciudad, expresaban en 1574 que
[…] no está tan conveniente como conviene para la habitación y morada de los religiosos, porque tienen poca vivienda y pocas celdas, porque algunas fiestas solemnes que se juntan los religiosos de la comarca y otros huéspedes que vienen de otras partes, están dos y tres religiosos en una celda, por faltarles aposentos convenientes, y así tienen casa muy estrecha.65
Para 1550, pasan varios frailes a la ciudad de Tunja, en donde: “erigen canónicamente el segundo convento poniéndolo bajo el patrocinio de Santa María Magdalena”66, el cual era: “una casa pajiza y que se les llovía, con cercas muy débiles y descubiertas por donde se les entraban los animales…”67. Respecto a este convento, en la descripción que se hacía de Tunja, el 30 de mayo de 1610 se menciona que
[...] el convento de San Francisco se fundó en unas casas que le dio de limosna el adelantado don Gonzalo Jiménez de Quesada: la iglesia estaba ahora veinte años tan pequeña y maltratada, que obligó a los prelados a hacer otra nueva que se acabó hará ocho años, y luego comenzaron el convento arrimado a ella; pero va tan despacio que en muchos años no se acabará, por la pobreza de la tierra y haberle quitado a los frailes algunas doctrinas que se han dado a clérigos.68
Dicho convento en Tunja es el que menciona Asencio: “su avocación es Santa María Magdalena. Fue fundado año de cincuenta por frailes enviados de España a fundar la provincia. Está dentro de la ciudad. Tiene ordinariamente veinte y cuatro frailes; ha tenido ordinariamente diez doctrinas”69.
El tercer convento franciscano erigido en el Nuevo Reino se funda en el año de 1552 en la ciudad de Vélez, con advocación de San Luis. Esta casa sufre de un abandono temporal pues: “estuvo desierta y despoblada algunos días después de su fundación, por causa de irse los frailes de ella a España y otras partes, pero después se reformó70. Respecto al convento de Vélez, Asencio plantea que este era el tercer convento de la provincia: “Su vocación es San Luis. Fundose poco después del año de cincuenta. Está dentro de la ciudad; este pueblo es pobre. Tiene ordinariamente cinco frailes en doctrinas de indios”71.
En Cartagena, el padre fray Pedro de la Iglesia fundaría en 1555 un convento franciscano, con título de Nuestra Señora de Loreto, ubicado “al principio de la isleta viendo desde la ciudad al Este, que hoy llaman Getsemaní”72, en un solar donado por doña Beatriz de Cogollos; sin embargo, antes de esta fundación se registra la presencia de franciscanos en dicha ciudad, en carta que escribe el Deán Pérez Materano al Rey, el 30 de julio de 1554:
Por aquí pasó fray Antonio de Herrera, Custodio de la Provincia de Lima del Perú y halló en este pueblo de Cartagena a fray Cosme de Arteaga y a fray Juan Hermoso, de la orden de los franciscanos. // Estos