Bibiana Belsasso

Muy personal con... Bibiana Belsasso


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de la Mora

      Tenor

      El éxito es la suma de varios fracasos

       Pocos días antes de que nacieras, tu padre fallece, tu mamá queda viuda con dos hijitos.

      Sí, una gran tragedia. Fue un momento muy difícil para mi familia, pero contrario a lo que la gente pudiera pensar, la vida de mis hermanos y mía fue una maravilla porque nuestras familias se volcaron para atendernos, amarnos, darnos educación, una calidad de vida verdaderamente notable. Yo agradezco el amor de mi abuelo, de mis tíos, de mi madre, de mi nana, de la gente que me rodeó. Nacimos en una tragedia, éramos muy pequeños para entenderlo, pero sí nos dimos cuenta del amor de la familia. Doy gracias por la infancia, la adolescencia y las oportunidades que tuve. Tomé muchas buenas y malas decisiones: las malas se convirtieron en las mejores porque aprendí de ellas y he podido resolver situaciones que en cierto momento no fueron muy favorables.

       Has declarado que nunca te hizo falta la figura paterna porque ahí estaba tu abuelo.

      Definitivamente. Mi abuelo es el ser humano más maravilloso con el que me topé. Desgraciadamente desaparece de mi vida cuando tengo 32 años, un momento difícil porque justo ese día hago mi debut en La Scala de Milán…

       No pudiste regresar a México.

      No. Volví varios meses después, ver a mi abuela fue difícil; ya no encontrarlo, peor. Aunque nadie es eterno y todos sabemos que vamos a morir, no lo tenemos asimilado, la educación que recibimos es que la muerte es como un enemigo, un pasaje tétrico, sórdido.

       Es algo de lo que nadie nos vamos a librar...

      Porque no lo vemos como algo natural, no lo vemos como la gran oportunidad de cambiar de traje o de trascender. Nadie sabe qué viene después, pero lo que sí tenemos cierto es lo que podemos lograr en este momento que estamos aquí. Hicimos una rueda de prensa de la Fundación Comparte Vida, invitando a la gente a la cultura de la donación, a la importancia de dar, de compartir y eso yo creo que es parte fundamental, creo que puede ser la razón de vida de mucha gente.

       ¿Cómo fueron tus primeros años de escuela?

      Como los de cualquier otra gente. Fui inquieto, querido y apapachado, caprichoso en cierto momento, también un alumno difícil en la escuela, me costaba trabajo concentrarme, tenía problemas de atención, ese síndrome que en aquel momento se llamaba “flojo”.

       He entrevistado a mucha gente que me dice: “la escuela en la que estaba no me entendía”; la escuela debe de encauzar.

      Siento que la docencia ha avanzado enormemente, los alumnos con ese síndrome pueden mejorar con atención y medicamentos.

       Has dicho que tuviste errores y aciertos. ¿Cuáles fueron los errores de adolescencia?

      Haberme casado tan joven.

       A los 22 años.

      Fue realmente una osadía, pero ese error fue maravilloso. Los dos fuimos muy osados, pero ese cariño era genuino. De esa pasión surgieron Fernando y Rodrigo, mis hijos, fundamentales en mi historia, cambiaron mi vida y me permitieron crecer como ser humano. Fueron el incentivo para evolucionar. Son mis amores más antiguos, porque después volví a casarme. Vuelvo a tener dos hijos maravillosos, que también cambian mi vida: Gabriel y Andrea.

       La mamá de Gabriel y Andrea ha declarado que no estás muy presente porque viajas por todo el mundo, pero que eres un muy buen papá.

      Me encantan mis hijos, estoy pendiente de ellos ahora con los medios de comunicación. Cuando tenía 30 años y estaba cantando en La Scala de Milán pagaba hasta cuatro mil dólares al mes de teléfono por no poder ver a mis hijos físicamente ni por video, no existían esos aparatos en los que los pudiera ver en tiempo real, ahora es totalmente diferente.

       ¿Cuándo descubres que eres tenor?, porque empezaste a estudiar la carrera de Administración de Empresas.

      Así es, porque de alguna forma me di cuenta que los números me eran gratos.

       ¿Ya te gustaba la música?

      Totalmente. Ya estudiaba Administración de Empresas en la uam Azcapotzalco y empecé a tomar clases en el Conservatorio Nacional de Música. Tuve el privilegio de conocer el mundo del canto de otra forma, yo no quería ser cantante.

       ¿No tenías el deseo porque todavía no sabías que tenías ese don?

      Me gustaba cantar, pero no sabía que mi voz era especial, o sea, mi voz es la que me hace cantante, es lo que siempre he dicho. Cuando la empiezo a educar y crece, se hace enorme, y veo las posibilidades por primera vez de convertirme en un cantante... y de ópera.

       La voz es un instrumento más, tienes que aprender a utilizarlo.

      Primero tienes que desarrollar el instrumento, antes de educarlo. Una cosa es emitir sonidos puros y la extensión de tu voz y otra es saber cómo utilizarlo y aplicarlo intelectualmente por el gusto del canto, por el gusto del compositor.

       ¿Dejaste la carrera de Administración?

      La dejé justamente en el séptimo trimestre y seguí en el conservatorio, después me casé, dejé todo, y empecé a trabajar con algo que también ha sido una de mis pasiones: la música popular. Me convierto en cantante popular y sigo tomando clases de ópera.

       La ópera era difícil para que pudieras sostener a una familia y dos bebés.

      En ese momento sí, y más viendo el pequeño mundo de la ópera en México. Yo no sabía en aquel entonces sobre la cantidad de teatros de ópera que había en el resto del mundo y el panorama enorme que existe para los cantantes mexicanos en el extranjero. Si nos quedamos en México el panorama es muy pequeño, hay muy pocas funciones para peleárselas entre unos cuantos cantantes.

       La gente en México no está acostumbrada a escuchar ópera.

      Ahora un poco más, gracias a la gran difusión de don Plácido Domingo, Pavarotti y Carreras, en los años 90. Ahí se abre un panorama enorme no solamente para México, sino para el mundo.

       ¿Qué se siente cantar en La Scala de Milán?

      Es una maravilla. Una de las joyas de mi carrera es haber tenido la oportunidad de recibir ovaciones en La Scala de Milán, para mí fue fundamental, pero también lo fue La Fenice de Venecia, El Comunale de Bolonia, la Ópera Estatal de Viena, en Berlín, en todos esos teatros.

       ¿Qué idiomas hablas? Imagino que tu italiano es perfecto.

      Hablo italiano, francés, inglés y español.

       ¿Y las óperas en alemán, cómo las cantas?

      Gracias al maestro Nico Castel. Con él aprendí la fonética en alemán y tomé muchas clases de alemán cuando estuve cantando en Alemania y lo mastico; comprendo poco pero me doy a entender.

       Para cantar ópera además debes tener una cultura impresionante.

      Esta carrera te obliga, no tienes opción. Debes modificar tu vida intelectualmente. Si te vas a vivir treinta años a países que no son el tuyo requieres aprender el idioma para poder comunicarte. Si vas a estar metido en una producción de dos meses de La traviata, La bohème, Fausto, Romeo y Julieta o Madame Butterfly, requieres comunicarte con tus colegas, con la producción y mostrar tu interés en acercarte a ellos, el inglés es universal y con él me defendí todo el inicio de mi carrera, yo salí de México sin hablarlo, tenía conocimientos pero no era mi idioma.

       Tu historia es la cultura del esfuerzo, a los 22 años tienes dos niños, cantas música popular y piensas en destacar.

      Tuve