decisiones que adoptan los credos en materia de instalación de sus templos e infraestructura? ¿Puede establecerse la posibilidad de que, en un proceso de traslape espacial, el paisaje urbano evolucione en su condición de continente de lógicas de secularización a espacios de redención reciente? ¿Es la capital de Chile un dispositivo secularizado, secularizador y secularizante? Estas preguntas, considerando la ciudad de Santiago de Chile como caso de estudio, dieron cuerpo al trabajo que a continuación se presenta.
El estudio de la distribución de los templos desde dos enfoques permite responder a las interrogantes planteadas. El primero corresponde al paradigma de la geografía de las religiones, en el que se estudian los templos como materialidades que formaron parte de un paisaje o discurso urbano construido desde la fundación de la urbe, estudio que se formula a modo de superposiciones paisajísticas, ya que la ciudad puede concebirse como un mosaico temporo-espacial de continuidades y cambios morfológicos (Dando, 2009; Hervieu-Léger, 2005; Knott, 2005; Paulsen, 2005b; Racine &Walther, 2006; Rosendahl, 2009). El segundo enfoque es coherente con el hecho de que, en algunos casos, tanto la localización como la situación del edificio son claves que dan luces acerca de las relaciones entre lo religioso y otras fuentes sociales de poder, cuestión que es tratada por la geografía religiosa, corriente ligada con la fenomenología (McClelland, Foucault, & Clark, 1978; Nora, 1984; Pérez, 2004; Simpson, 2013), geografías de la percepción (Gensburger, 2008; Merleau-Ponty, 1980; Merleau-Ponty & Landes, 2013; Sommer, 1974; Tuan, 1996, 2007), tradición humanística (Tuan, 1996, 2001) y las geosofías (Stump, 2008).
Por otra parte, las teorías actuales referidas al espacio geográfico (Cloutier, Martin-Matthews, Byrne, et al., 2015; Massey, 1994, 2003, 2005; May & Thrift, 2001; Oslender, 2010; Thrift, 2003) permiten al geógrafo indagar acerca de las prácticas, representaciones y conductas de las religiones que se expresan mediante la producción de lugares de culto en el espacio, así como en aspectos tales como globalización, identidad, tradición, diferencia, modernización, entre otros, considerando que las manifestaciones del hecho religioso son hoy en día prácticamente ubicuas en la superficie planetaria, especialmente en lo que concierne a las religiones monoteístas (Champion, 1997; Kepel, 2005; Stepan, 2012; Turner, 2006).
Lo anterior desafía a la teoría y a la metodología de la geografía a revisar, pues conduce a aplicar al estudio de los credos las concepciones de espacio, lugar, locación y paisaje, con el fin de discriminar lo propio y específico de lo común y global, ya que prácticamente no existen lugares en el mundo en los que la religión no se manifieste bajo alguna forma e intensidad. Eso genera, entre muchas consecuencias, la multiescalaridad del fenómeno en convivencia con múltiples maneras de modificación que les son producidas desde lo local y también con la construcción de identidades o personalidades espaciales según la variable religiosa. Tal fue el caso de Santiago, que evolucionó desde un paisaje unirreligioso, recoletano y conventual, a otro plurirreligioso, dinámico y global, pese a lo cual los templos se mantienen como componentes estructurales fundamentales del paisaje urbano.
En lo que concierne a los aspectos internos de las edificaciones religiosas dedicadas al culto, recurriremos a los aportes de la geografía de lo religioso (Racine & Walther, 2006), la cual aborda el estudio de las propiedades del espacio sagrado, el modo como un área o un territorio adoptan dicho carácter, o cómo este es asignado por los individuos o por un grupo social específico. Este enfoque se relaciona con la fenomenología y aborda cualitativamente las conductas que los individuos y las colectividades adoptan, mediadas por las experiencias que mantienen en sus prácticas diarias con la dimensión de lo sagrado (Hervieu-Léger, 2005; Knott, 2005; Kong, 2001a; Thomas, 1997; Woodhead, 2011). En menor medida, también nos basaremos en algunos aspectos y propuestas de la geografía espiritual, que se orienta a la descripción y análisis de problemas de sentido, y al estudio de la influencia normativa de los sistemas de creencias (Racine & Walther, 2006).
La confluencia de paradigmas se explica en la complejidad del fenómeno religioso en todos sus aspectos. La instalación de templos –nuestro foco– no es un proceso que se pueda separar de racionalidades económicas, sociales, culturales, espirituales y estratégicas (por nombrar solo algunas de las vertientes comprometidas) que coexisten en la ciudad, con distintos niveles de relevancia según sea el caso. Todos estos componentes influyen en que exista un tipo específico de espacialidad asociado a la clave religiosa de las conductas y elecciones que individuos y grupos humanos adoptan en distintas escalas.
Por lo anterior, la geografía en general y la geografía de las religiones en particular tienen la tarea de estudiar la espacialidad de las creencias más relevantes de la población chilena, comparándola con las suscitadas por los procesos de secularización impulsados desde el Estado, con distinta fuerza y diversos enfoques desde su separación de la Iglesia de 1925 en adelante, entendiendo que la religión, como plantea Hervieu-Léger, ha encontrado una nueva pertinencia social, política y cultural en una modernidad en crisis (Hervieu-Léger, 2005). Tal esfuerzo es el que nos ocupará a lo largo de la presente obra.
Esta evolución de la modernidad en crisis coincidió con procesos de desacralización impulsados, incluso, desde el cristianismo. La primera desacralización corresponde al mundo natural, que fue despojado de su poder mágico, a lo cual siguió la política, en tanto se cuestionó el origen sagrado del problema del poder y la autoridad, y en tercer lugar la dimensión estética de la sexualidad, considerada ídolo (Cox, 1968, 1984). Estas desacralizaciones, más que generar la desaparición de la religión (por ejemplo, a causa de la secularización), provocaron la irrupción de nuevas formas de fe, que hicieron que las religiones tuvieran una extensión mayor a las de las estructuras y jerarquías eclesiásticas, con distintos objetos y niveles de significación (Dando, 2009; Jindra, 2011; Warf & Winsberg, 2010).
A continuación, apelando a la dimensión urbana del fenómeno religioso, daremos cuenta de la geografía del hecho religioso en Santiago de Chile, en el período comprendido entre 1960 y nuestros días. La geografía de las religiones que queremos desarrollar en las páginas siguientes parte de la consideración de los elementos materiales del fenómeno religioso presentes en esta ciudad, ya que estos posibilitan la descripción y análisis de la espacialidad asociada. Sostenemos que el espacio donde operan las religiones está unido a la temporalidad, de modo que lo pasado se hace presente y se transforma en causa de sucesiones que se construyen y fragmentan permanentemente, como también lo hacen otros procesos de carácter social y/o cultural. Sin embargo, pocos hechos o tipos de sucesos tienen la capacidad de las religiones de actuar entre los intersticios o las capas de espacios traslapados que constituyen la realidad cotidiana, invocando un pasado originario que, paradojalmente, para hacerse inmutable es recreado y proyectado como causa de futuros posibles que no son solo tiempos en disputa, sino también espacios que se están construyendo y modificando de manera permanente.
La mayor parte de las ideas aquí expresadas se fundan en tres grandes aportes: el primero, los resultados de la tesis doctoral “Las iglesias y la configuración del espacio social en Santiago de Chile (1541-2012)” de nuestra autoría; la segunda, el apoyo de la Facultad de Historia, Geografía y Ciencia Política de la Pontificia Universidad Católica de Chile que, mediante la apertura de un concurso orientado a publicar las investigaciones de los docentes, permite que este libro exista; y, tercero, el aporte de CONICYT-FONDECYT, por cuanto los insumos para la producción del presente texto se deben al financiamiento del Proyecto FONDECYT de Iniciación 2015-2018, número 11150541, titulado “La espacialidad de las áreas metropolitanas de Valparaíso, Santiago y Concepción (1960-2015): Religión y Sociedad en el contexto del pluralismo religioso y la secularización”, que nos ha correspondido desarrollar en el rol de investigador principal. Corresponde agradecer a cada una de las instituciones mencionadas, así como también a académicos, amigos de toda la vida y a estudiantes, que han ayudado de muchos modos a la mejora de ideas, redacción, enfoques y contenidos en la presente publicación.
En el entendido de que la claridad de un texto depende, en gran medida, del orden con que el autor ordena las ideas en su mente, es que hemos organizado este libro en capítulos autónomos, donde cada uno responde una pregunta específica referida a la geografía de las religiones en Santiago de Chile desde 1960 a 2018. El capítulo I responde a la pregunta epistemológica, esto es, en él se justifica el abordaje escogido para describir