Antonio Pérez-Mosso Nenninger

Apuntes de Historia de la Iglesia 6


Скачать книгу

la literatura (Poza, Larramendi, Astarloa, Chaho...) “que beben en las fuentes de la mitología, la historiografía y la literatura fuerista y romántica”, pero que Arana sistematiza al fin de dar una nueva interpretación del pasado del pueblo vasco, adverso a España, y precisar cuál es su verdadera identidad. Así lo expresa la difundida y significativa historia del PNV, El péndulo patriótico, redactada por encargo del Partido en los años 1990:

      Arana, por sus declaraciones antiespañolas, irá varias veces a la cárcel y sus publicaciones serán suspendidas reiteradamente. Tales dificultades auguraban un pronto fin al partido, pero vino a sacarlo adelante el potentado naviero, fuerista y liberal, Ramón De la Sota. Lo salva, pero al mismo tiempo introduce en él un germen permanente de división entre radicales y moderados. Los primeros serán los más vinculados a Arana ideológica y afectivamente: son los llamados jelkides por su invocación muy duradera del lema fundacional “Dios y leyes viejas” (Jaungoikoa eta Lege zarra).

      El grupo de De la Sota da al partido un prestigio social, que le hace crecer en afiliados y lograr algunos pequeños éxitos electorales. Estos nuevos militantes –los euskalerriakos– provienen ya de la burguesía industrial y financiera bilbaína que sigue a De la Sota, más liberal. Los nuevos incorporados, y en concreto su dirigente De la Sota, no estaban por la clara confesionalidad proclamada por Sabino Arana ni tampoco por la independencia; eran “autonomistas”, y proporcionan al partido un tono más pragmático. Objetivo capital de los euskalerriakos era el mantenimiento del Concierto Económico, que daba a las diputaciones vascas cierta autonomía fiscal acordada en 1876 por los liberales canovistas vascos con el gobierno de la nación.

      Al morir Arana (muy pronto, a los 38 años, en 1903), el enfrentamiento entre ambas corrientes hizo pensar a muchos que desparecía el Partido. Agravaba la crisis aún más el hecho de que Arana en sus dos últimos años de vida se manifiesta españolista, y nunca llegó a aclarar cómo conciliaba tal postura con su anterior independentismo. Sus seguidores más fieles padecieron gran desconcierto. Parece –y es la explicación de la citada historia por encargo del PNV– que se convence de que su partido no tiene futuro si no adopta un perfil más ambiguo y posibilista para así crecer y obtener mejores resultados electorales. Lo cierto es que a quien designa Arana como heredero para dirigir el partido es a un declarado independentista: el jelkide Angel Zabala, muy contrario a los euskalerriakos de Ramón De la Sota.

      Como se verá más adelante, el curso histórico del PNV oscila con gran persistencia entre el pragmatismo y un idealismo romántico que tiende a asignar un valor excesivo a valores legítimos –“el pueblo”, la raza, la lengua...– como si fuesen salvíficos o mesiánicos. Esta oscilación, y la consiguiente división en el seno del partido “entre el esencialismo doctrinal y el posibilismo práctico” es recogida y expuesta en esta historia, por así decir, “oficial”. Exponen sus dos autores que este dualismo interno y el consiguiente posibilismo político, explican la evolución de un partido que nace claramente confesional y llegará a hacer coaliciones con fuerzas de signo nada creyente.

      El problema social. Socialismo y anarquismo

      Conocida es la mala situación del campesinado, sobre todo en los latifundios del Sur y los minifundios de Galicia, y la sintomática emigración de muchos, sobre todo hacia América, prohibida durante la época isabelina, y que se incrementa a partir de 1870. Miles son los que embarcan en Bilbao, Gijón, Vigo o Cádiz.

      En el cuadro poblacional que presenta José Luis Comellas, la alta aristocracia (una parte de ella económicamente poderosa, beneficiada por las desamortizaciones, e influyente en la política de la Restauración) no excede a unas 2000 familias en toda España. La baja aristocracia rural casi ha desaparecido. La alta clase media, que con frecuencia toma aires aristocráticos, ronda el medio millón de personas; la baja clase media, cuatro o cinco millones; el campesinado, unos ocho millones; la población obrera urbana, unos 2,5, de los que sólo unos 250.000 trabajan en la industria (de la construcción, textil, metalúrgica o minera); por tanto, una proporción aún muy pequeña, pero que protagonizará las protestas sociales.

      En 1879 fundan el Partido Socialista, liderados por Pablo Iglesias (1850-1925), los militantes expulsados de la Federación bakuninista,