Alejandro Pérez Matus

De la mar


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y el mar de las costas indo-australianas fueron y siguen siendo sectores de generación de nuevas especies desde hace millones de años [6, 21].

      En el sistema de la corriente de Humboldt hay menos peces costeros que en otras costas templadas del planeta. No obstante, la mayoría de las funciones que realizan los peces emergen en estas costas. Podríamos generar una analogía con la “hipótesis de la aldea”, según la cual en cada comunidad existen diferentes organismos y cada uno cumple una función determinada. Así, en una aldea hay un(a) panadera(o), cocinera(o), verdulera(o), etc. Si hacemos una analogía con los arrecifes, en cada una de estas comunidades de peces existen herbívoros, carnívoros, filtradores, limpiadores, etc. [22]. En los arrecifes costeros de Chile encontramos una especie para cada función, mientras que en los arrecifes templados del Pacífico hay más de un representante para cada función en particular. Lo relevante es que en las costas de Chile hay poca redundancia de especies en cuanto a sus funciones. Esto quiere decir que, si se produce la extinción local de alguna especie, por cualquiera de las amenazas que hoy en día afectan a los peces, no solo se eliminará una especie, sino que también desaparecerá una función en el ecosistema.

      La observación de las especies nos ha permitido comprender estas funciones y, aun sin saber mucho de la biología de cada una —edad, crecimiento, épocas reproductivas—, podemos indicar cómo viven y qué estructuras usan para desplazarse en el medio acuático. Sabemos también de la diversidad de conductas y despliegues únicos que emplean para resolver problemas diarios para alimentarse o escapar de los depredadores [23].

      Los peces siempre han estado sujetos a múltiples peligros, como cuando los cazadores recolectores se las ingeniaban para pescar usando anzuelos de cactus, cedales, pesas de huesos e incluso arpones de hueso, durante el periodo arcaico (10.000 años ca.) [19, 20]. En la actualidad, las formas de pesca son cada vez menos selectivas. Cañas de pescar, redes de distintos tamaños, dinamita y el arpón de mano usado para el buceo autónomo y semiautónomo, se suman a otras amenazas como el desarrollo de la zona costera con poca planificación, la construcción de puertos, la contaminación por plásticos y microplásticos, los relaves mineros, la extracción de unos de sus hábitats principales, como las macroalgas pardas y la alta demanda para su consumo [24, 25]. Todos estos desafíos han aumentado de forma casi exponencial (una palabra que no necesita mucha explicación hoy en día) en los últimos cincuenta años. Estos riesgos para los peces y sus ecosistemas nos invitan a tomar medidas para la conservación de este importante grupo de vertebrados y su hábitat, y también para buscar formas de vida que congenien el respeto por la naturaleza y por los servicios que esta nos entrega. Para ello necesitamos usar el conocimiento. Hoy, apenas el 1% de los peces incluidos en este libro recibe algún tipo de manejo o administración directa [26, 27]. Una forma de cuidarlos es a través de áreas marinas protegidas. Podríamos resguardar parte de la costa y de los arrecifes donde los peces duermen, viven, comen y se reproducen. En el sistema de la corriente de Humboldt apenas custodiamos un 2% de ella, es decir, un porcentaje muy pequeño de la costa está protegido para las poblaciones naturales. Otra forma de transitar hacia un manejo y pesca sustentable —complementaria a las áreas marinas costeras protegidas (AMCP)—, es establecer medidas de forma participativa, involucrando a los diferentes actores claves, como pescadores artesanales, recreativos, científicas(os) y amantes de la naturaleza (ver bibliografía 27), con recomendaciones de captura y uso. En este libro mostramos recomendaciones en tal sentido, que apoyan dicho objetivo. Si no se toman medidas de inmediato, es probable que nunca más veamos muchos de los peces que aquí aparecen.

      Etimología

      Científico Sicyases sanguineus

      Sicyases proviene del griego sikya que significa “con forma de pepino”. Sanguineus se origina en el latín saque y significa “que contiene sangre”.

      Común Pejesapo común

      Otros nombres pejesapo

      Pez marino cuya cabeza y tronco se parecen mucho a los de un sapo debido a la forma y tamaño de su boca. La cabeza es más ancha que el cuerpo y el color de su piel es muy parecido al de un sapo. No tiene escamas.

      Taxonomía

      Familia Gobiesocidae

      Género Sicyases Müller & Troschel, 1843

      Especie Sicyases sanguineus Müller & Troschel, 1843

      Distribución

      En Perú y, en Chile, desde Arica hasta el estrecho

      de Magallanes.

      Descripción

      La familia Gobiesocidae se caracteriza por sus aletas pélvicas modificadas en una gran ventosa ventral. El cuerpo deprimido y una sola aleta dorsal, simple y pequeña, compuesta por radios [31]. Perfil del dorso convexo, cabeza ancha y larga (40-44% de la longitud). Labio superior ancho e inferior con varios pliegues [28]. Aleta dorsal con 7-10 radios (A). 5-7 radios en la anal y de 23-28 radios en las aletas pectorales [9]. Ventosa con campo medio casi completamente cubierto por un amplio islote único y central tapizado con placas epidérmicas (B).

      Existe otra especie de pejesapo, el Gobiesox marmoratus, cuyo disco succionador presenta dos pequeños parches de papilas, uno a cada lado y separados [31].

      Esta especie presenta dimorfismo sexual evidente: machos con papila urogenital larga, carnosa y aguda; en hembras es inconspicua (C) [28].

      Diagrama

      Historia natural

      El pejesapo es un pez común que reside en la zona intermareal, un ecosistema difícil, afectado por los cambios de marea, ya que queda completamente sumergido durante la marea alta y al descubierto en las horas de marea baja. Es un lugar complejo para los peces por la fuerza del mar —la energía de las olas— y los cambios de temperatura.

      En el intermareal existe una zonación bien definida, determinada por especies que no pueden moverse en su etapa adulta, a las que se les llama especies sésiles. Esta área está moldeada por variables ambientales como: la temperatura, la radiación ultravioleta (UV) y la desecación (pérdida de agua), las cuales son intensas, sobre todo, en el zona superior o en el intermareal alto [5, 32]. Al sumarle a estas condiciones físicas las múltiples interacciones biológicas que ocurren en el sistema intermareal, se obtiene un patrón establecido por bandas o cinturones de especies. El límite superior de este hábitat está dominado principalmente por picorocos (Cirripedios) y el límite inferior es fácilmente reconocible por un denso cinturón de huiro negro (Lessonia berteroana y Lessonia spicata), cochayuyo y otras especies de algas [33]. Entre los recovecos de las rocas se forman pozas al bajar la marea, que constituyen verdaderos oasis, algunas de las cuales quedan aisladas durante las mareas bajas y otras conectadas entre sí. Muchos peces escogen estas pozas para vivir, en especial, durante sus primeros días de vida, cuando dejan de ser larvas (primera etapa del desarrollo postembrionario de estos animales) [3]. Los peces, y muchas especies del mar, tienen una vida bi o tripartita; esto quiere decir que durante su existencia cambian el lugar donde habitan dos a tres veces. En alguna etapa se ubican en el fondo o son arrastrados por las corrientes o cerca de un hábitat biológico (como algas o mantos de choritos). Cuando son larvas —etapa dispersiva—, se desplazan ayudadas de las corrientes [34-36]. Luego, escogen el sitio donde pasarán toda su vida o parte de ella. El pejesapo prefiere la zona intermareal y no se aleja de allí [37].

      Existen peces que permanecen para siempre en las pozas intermareales, mientras que otros solo se quedan ahí por un tiempo, es decir, son transitorios [5]. El pejesapo es el único pez que permanece tanto tiempo dentro de las pozas del intermareal como lejos de estas, dado que puede estar fuera del agua durante