Rufino Rodríguez Garza

Antigüedades coahuilenses


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William Breen Murray (†), antropólogo que en los años 80 recibió al Dr. Aveni en la ciudad de Monterrey, donde comentaron el calendario de Presa de la Mula y otras cuentas calendáricas hechas a base de puntos.

      Coahuila ocupa casi 8% del territorio nacional, y en arte rupestre se encuentra en el tercer lugar con sitios registrados, sólo por debajo de Baja California y Nuevo León; en el último caso, no porque tengamos menos sitios que el vecino estado, sino porque, a la fecha, no se han hecho las documentaciones de más lugares que, día a día, se van localizando, lo cual, de hacerse, sin lugar a dudas nos colocaría en el segundo lugar nacional con más manifestaciones de gráfica rupestre.

      Así lo refiere Yuri de la Rosa en su más reciente obra, aunque hace la observación de que: “con apenas seis sitios estudiados es insuficiente el trabajo presentado en este ensayo”. Sólo revisó sitios del centro–norte de Coahuila, y un solo sitio con petrograbados, (Chiquihuitillos); por cierto que éste es de los escasos lugares con petrograbados en el norte del estado, el cual se encuentra localizado en la carretera 30 que corre de Monclova a Candela, y vale la pena recordar que en ambos lados de esta ruta hay manifestaciones rupestres grabadas.

      Otra anotación importante es que, en el norte de Coahuila, predominan la pintura y las tumbas, y en el sureste dominan los petrograbados y algo de pintura, los cuales también nos dan mucha información de los astros, con la sola excepción de El Huizachal, ya que, en dicho lugar, la roca caliza es muy rugosa y dura, e imposible para el grabado. En cambio, de Torreón a Paredón, en lo que es el sureste del estado, la roca que domina es la arenisca, de arenas compactadas, y la cual es suave y propia para el grabado, pues la dureza no pasa del nivel tres en la escala de Mohs.

      El libro se compone de siete capítulos, con una introducción y las conclusiones. El texto tiene 138 páginas y está ilustrado con mapas y tablas explicativas, cuenta con más de 40 referencias bibliográficas, anuarios estadísticos de 1997 y 2000, datos del INEGI y algunos dibujos de la arqueóloga Elvira Ochoa.

      Mención aparte es lo que se refiere a las 104 fotos que complementan el libro, ya que están en blanco y negro, son muy borrosas y son de muy difícil apreciación. Queremos suponer que dicha circunstancia fue por evitar gastos excesivos, pues el color encarece sobremanera los costos de la edición. Y si no es posible reproducir a color, una buena solución sería a través de dibujos. Puede que en una segunda edición sea posible presentar las fotos a color o apoyarse con dibujos de Elvira y del mismo Yuri, para que se pudiera hacer más legible el contenido fotográfico y entender mejor los motivos referentes a los astros de los que eran tan buenos observadores los nativos.

      Entre los futuros sitios que se encuentran en la lista para ser estudiados, está uno que lleva el nombre del astro rey, El Sol, en el municipio de Parras, y a pie de la carretera 40. El nombre se debe a la gran cantidad de representaciones solares en los grabados del sitio: círculos, círculos concéntricos, círculos radiados (con rayos), como es el caso del Sol.

      En el sureste de Coahuila encontramos sitios con gráfica rupestre, muy retirados de El Junco, Espantosa, Catujanos, Huizachal, etc. Asimismo, podemos apreciar representaciones del planeta Venus, esa cruz enmarcada que se repite en el sur de Estados Unidos, norte de México y otros países de América.

      En San Rafael de los Milagros hay representaciones solares y también de Venus, pero ahí el vandalismo ha hecho de las suyas; la cercanía a Torreón y la facilidad de acceso han ayudado a que se destruya parte del patrimonio, pues hablamos de que está a 60 metros de la carretera 40, la Saltillo-Torreón.

      La fauna está poco representada en los sitios estudiados por Yuri y que son la base de los textos del libro. La excepción es el sitio de Mesa de Catujanos, donde se observan astas de venado, aves, tortugas, un vinagrillo, arañas e insectos, y también figuras humanas, además de que en el sitio conocido hay una luna en cuarto menguante, pero podemos mencionar que hay cuatro sitios más en Catujanos donde también se repiten la figura de la luna y otros motivos dignos de estudio.

      Al principio de esta nota mencionaba al investigador recién fallecido Breen Murray, pues una de sus aportaciones a la arqueoastronomía es el calendario lunar de Presa de la Mula, y que el Dr. Aveni visitó en los años 80 del siglo pasado; ambos apuntaron que dicho calendario trataba del período de gestación de los venados cola blanca, de 206 días.

      Yuri es egresado de la ENAH, y van para 20 años de que reside en Coahuila, primero en Cuatro Ciénegas y ahora en Torreón. Nos congratulamos de este trabajo que ayudará a esclarecer la vida de los nómadas y su obsesión por desentrañar el movimiento de los astros.

      Los astros en las rocas de Coahuila: arqueología de los antiguos habitantes del desierto

      Yuri de la Rosa Gutiérrez. Secretaría de Cultura de Coahuila, 2019, Saltillo, Coah. y Quintanilla Ediciones.

      Rupestrerías

Recurso 6aa rufino

      El estado de Coahuila destaca en este tema de forma nacional, así como internacionalmente.

      Las rocas fueron los cuadernos del pasado, y en esas piedras están los mensajes que los antiguos pobladores del desierto nos dejaron y que, poco a poco, iremos descifrando.

      Pero… ¿quiénes fueron las personas que nos dejaron estas manifestaciones? La respuesta es sencilla: los cazadores–recolectores, hombres que habitaban y vivían con muchas dificultades y penurias en el semidesierto del norte de México. Basta recorrer localidades de estos rumbos para encontrarnos con vestigios de aquellos que nos antecedieron en el tiempo.

      Varios autores y estudiosos relacionados con el tema (Carlos Manuel Valdés, Solveigh Turpin, el profesor Carlos Cárdenas) refieren que la llegada del hombre antiguo a estas tierras tiene una antigüedad de más de 10,000 años.

      Un ejemplo de la presencia de vestigios de los habitantes del desierto es lo que podemos observar en las partes bajas o en los llanos: las chimeneas, esos rodetes de piedras cuya utilidad era para proteger el fuego del viento, fuego que se usaba para preparar alimentos, pero también para calentarse en invierno, ahuyentar animales, alumbrarse por las noches y hasta para hacer señales a la distancia.

      Algunas de estas señales ya han sido estudiadas e inclusive descifradas por especialistas, y las cuales tenían un lugar importante en la sociedad de los hombres del semidesierto, pues eran básicas por si se avizoraban individuos en el horizonte; se avisaba si eran amigos o enemigos, y la cantidad de individuos que contenían las hordas.

      Caminar por estos parajes es toparse con otros vestigios como son los petrograbados, las pinturas, los geoglifos y el material lítico que ya cada vez es más difícil observar; nos referimos a flechas, lanzas, buriles, raspadores, cuentas, morteros, metates y alisadores.

      El arte rupestre está constituido por esas extrañas figuras grabadas y/o pintadas en las rocas donde los cazadores–recolectores dejaron plasmados sus, hasta ahora, indescifrables mensajes.

      Para realizar el estudio de los petrograbados podemos dividirlos en naturalistas y abstractos y, a su vez, cada una de estas fracciones contiene nuevas subdivisiones. En general, por naturalistas podemos considerar aquellos dibujos que contienen o que reflejan cosas relacionadas con animales, plantas, figuras humanas y partes del cuerpo (pies, cabeza, manos, etc.). También consideramos naturalistas los grabados de herramientas para la cacería o la defensa, como serían: proyectiles, lanzas, cuchillos enmangados, arco y flechas, el átlatl y algunos símbolos astronómicos que nos indican orientación: el sol, la luna y planetas, como Venus, etc.

      En el caso de los grabados de formas abstractas, son muy abundantes, aunque de difícil interpretación, ya que se componen de dibujos sin aparente congruencia entre sí, pero que nosotros, gente del siglo XXI, no podemos entender su mensaje.

      La economía de los cazadores–recolectores era de subsistencia, cazaban y recolectaban para sobrevivir. La fauna que atrapaban era variada, iba desde mamíferos como venados,