Diego René Gonzales Miranda

Identidad Organizacional


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      El concepto de identidad ha venido extendiéndose en los últimos años a niveles macro de análisis, y se ha convertido en un aspecto fundamental para la comprensión de lo que significa una organización en la sociedad (Albert y Whetten, 1985; Ashforth et al., 2011; Dutton y Dukerich, 1991; Czarniawska, 1997a, b; Gioia et al., 2000; Hatch y Schultz, 2002). De ahí que el estudio de la IO sea hoy en día un dominio relevante entre los teóricos e investigadores de las organizaciones.

      Basados en la definición de IO de Albert y Whetten (1985),4 los investigadores han abordado el concepto explorando sus implicaciones para la vida organizacional en una variedad de entornos. Este creciente interés ha conducido a tomar la IO como una perspectiva importante para analizar diversos temas como la toma de decisiones estratégicas (Dutton y Dukerich, 1991; Elsbach y Kramer, 1996; Gioia y Thomas, 1996; Glynn, 2000; Maitlis y Lawrence, 2003), el cambio organizacional (Chreim, 2005; Martins, 2005; Nag, Corley y Gioia, 2007), mostrar cómo las organizaciones y sus directivos interpretan temas (Dutton y Dukerich, 1991), identifican amenazas (Elsbach y Kramer 1996), perciben y resuelven conflictos (Golden-Biddle y Rao 1997), establecen una ventaja competitiva (Fiol, 1991) y construyen estrategias (Fiol y Huff, 1992), por mencionar solo algunos.

      El tema de la IO es, por tanto, importante a nivel teórico, y a la vez proporciona elementos valiosos para análisis empíricos, dado que brinda formas creativas para comprender una amplia variedad de contextos y fenómenos organizacionales (Alvesson, Ashcraft y Thomas, 2008). Junto con ello, este tema también ha sido abordado simultáneamente como perspectiva de análisis y como objeto de estudio. En otras palabras, existe una preocupación por lo que “se es”, como forma cultural e histórica, y una propensión a tomar la IO como perspectiva para comprender los problemas y fenómenos sociales presentes en las organizaciones.

      Dentro de esta inquietud por el tema identitario, la organización se convierte en un colectivo integrado por diversos aspectos de la identidad, en donde algunos miembros de la organización pueden percibir ajustes, y algunos otros logran distinguir que sus aspectos individuales no encajan en la organización en donde habitan (Kreiner, Hollensensbe y Sheep, 2006a). Para Mead (1934), la identidad es esencialmente el conjunto de creencias y significados que responden a la pregunta ¿quién soy? Al trasladar esta pregunta al ámbito organizacional, quedaría formulada como ¿quiénes somos? (Foreman y Whetten, 2002).

      Una de las posibilidades que brinda el término IO es que permite situar una entidad como tal. Ya sea una organización, grupo o persona, cada entidad necesita por lo menos una respuesta preliminar a la pregunta ¿quiénes somos? para poder interactuar eficazmente con otras entidades a largo plazo y, a su vez, estas necesitan por lo menos la respuesta preliminar a la pregunta ¿quiénes son ellos? para realizar esa interacción. La IO sitúa socialmente, de esta manera, a la organización, al grupo o a la persona (Albert, Ashforth y Dutton, 2000).

      Otro aspecto que tiene gran posibilidad para el análisis es que los conceptos de identidad e identificación poseen la capacidad de integrar y generalizar. Son términos que viajan fácilmente a través de los distintos niveles de análisis. Transmiten simultáneamente un distintivo y una unidad, lo cual permite al mismo tiempo confusión, multiplicidad y dinamismo, tanto del contenido de lo que es la identidad, como del proceso de su construcción. Identidad (nombre) e identificar (verbo) pueden ser utilizados como conceptos versátiles, marcos teóricos o herramientas que generan posibilidades para el desarrollo teórico (Albert et al., 2000).

      Para Kreiner, Hollensensbe y Sheep (2006a), el término identificación se ha entendido en la literatura organizacional a partir de dos significados: en relación con un estado y con un proceso. La identificación como un estado se refiere a la asociación del individuo con un grupo social (una organización, una profesión, etc.) y, como proceso, describe el paso de alinear la propia identidad con la de un grupo social. Los autores resaltan que la identidad puede cambiar en este proceso, ya que es cíclica, y no determina cuándo un individuo se llega a identificar con una entidad en particular.

      Las personas desarrollan una gran variedad de procesos de identificación intertextuales entre el yo y el otro en la interacción con sus entornos sociales (Fuller et al., 2006). Esto permite una construcción simultánea de la identidad personal como ser humano y la identidad pública como actor social. Y dado que tales prácticas articulan lo personal con lo social, analíticamente la noción de identidad puede ser considerada como un concepto puente entre el individuo y la sociedad (Ybema et al., 2009). Su potencial de mediación radica precisamente en ese doble carácter, por lo que la identidad puede ser considerada una dialéctica permanente entre la estructura personal y la social.

      En este sentido, el estudio de la IO permite comprender el deseo permanente y subyacente de generar congruencia o encaje de ciertas actitudes y comportamientos personales con lo establecido por la organización. Esto podría implicar también revaluar las creencias fundamentales del individuo, o presionar a la organización para que haga cambios en sus prácticas, pudiendo llevar a reconsiderar la relación misma del individuo con la organización (Foreman y Whetten, 2002).

      A pesar de su importancia y de las posibilidades de abonar a la comprensión de los fenómenos organizacionales, Pratt y Rosa (2003) han afirmado que la identidad, como un concepto explicativo, es a menudo usado en exceso, y no ha sido especificado lo suficiente: “El concepto de identidad de la organización está sufriendo una crisis de identidad” (Whetten, 2006, p. 220).

      Pratt (2003), haciendo alusión al término IO, afirma que “un concepto que significa todo, no significa nada” (p. 162). Esto constrasta con la definición de Albert y Whetten (1985), los cuales presentaron el concepto como un constructo definido. El mismo Whetten (2006) da cuenta de esta problemática al afirmar que si bien algunos autores proponen dicha identidad como un conjunto de fragmentos, a menudo incompatibles, otros autores cuestionan esta posición, ya que consideran que concebirla como algo estable, permite una coherencia consistente con la acción organizativa.

      Los diferentes puntos de vista en diferentes momentos de la historia pueden simplemente servir para diferentes propósitos, la falta de un acuerdo universal es, de algún modo, un impedimento para el futuro. De hecho, puede resultar que algunas de las más profundas cuestiones planteadas referidas a la identidad, no se puedan resolver, debido a que su profundidad y densidad serán siempre un enigma. (Whetten, 2006, p. 15)

      Es entonces dentro de este contexto que la IO es importante para el análisis organizacional. La problemática que subyace remite a una serie de interrogantes: ¿qué es lo que se ha dicho en relación con ella? ¿Cuáles son las principales perspectivas teóricas que los investigadores han utilizado para su estudio? En otras palabras: ¿en qué va la conversación sobre este concepto?

      A continuación, se presentan los fundamentos disciplinares, ontológicos y epistemológicos de la identidad organizacional.

      El concepto de IO ha sido desarrollado por la filosofía, por los estudios culturales y por la teoría literaria así como por la psicología, la sociología y la antropología. Por ello no es sorpresa que haya encontrado en los estudios organizacionales su espacio y lugar para ser también interrogado. A continuación se presentan los fundamentos disciplinares desde la filosofía, la sociología, la psicología y la antropología.

      El término identidad en el ámbito filosófico ha sido examinado desde varios puntos de vista, siendo los más destacados el ontológico (o metafísico) y el lógico. En el primero se hace referencia a la identidad según la cual toda cosa es igual a ella misma. El segundo corresponde al llamado principio lógico de la identidad, donde este es considerado el reflejo lógico del principio ontológico de la identidad y se podría expresar así: si p (enunciado declarativo)...