María Francisca Sierra Gómez

365 días con Jesús de Nazaret


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amor, de la bondad, de la mansedumbre son las auténticas.

      Aprende las lecciones que contiene este texto: la docilidad y la humildad de Juan y la forma de actuar de Jesús. ¿Dónde encontrar la fuerza para actuar así? En el agua que mana de la fuente del corazón de Jesús.

      Y surgen las preguntas: ¿comprendes cómo Jesús te libera con su sacrificio en la cruz? ¿Agradeces que se haga el Cordero que te quita los pecados que anidan en tu corazón?

      Hoy repite todas las veces que puedas: «Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, ten piedad». Dame la fuerza de tu Espíritu. Quiero ser verdadero anunciador que vaya proclamando: «Este es Jesús, que tanto te ama». Madre, enséñame a ser anunciador de Jesús.

       27 de enero ¿Qué buscas? Y, ¿a quién buscas?

      ¿Quieres saber quién es Jesús y dónde vive? «Venid y lo veréis» (Jn 1,39). ¡Qué expresión tan decisiva! Cuestiona nuestro sistema de vida, nuestra forma de pensar y de actuar. Juan y Andrés son los primeros discípulos que son llamados por Jesús. Él les pregunta: «¿Qué buscáis?». Ellos le contestan: «Rabí, ¿dónde vives?». Y se quedaron con él (cf Jn 1,38).

      Estás asistiendo al encuentro de Jesús con dos de sus discípulos. Es una narración bellísima.

      Jesús siempre sale a tu encuentro. Te llama y te pregunta: «Pero, en realidad ¿qué buscas? ¿Sabes realmente lo que quieres? ¿Tu vida responde a una búsqueda segura y firme?». Quizá no conoces profundamente a Jesús y necesitas acercarte y convivir con él. Si logras sentirle en tu corazón, podrás oír: «Ven y verás».

      Hoy Jesús te sigue llamando a una aventura de amor, de encuentro con él. Con Jesús cambiarás totalmente tu vida, tu forma de actuar y de ver la realidad que te rodea. Él te llama a experimentar su vida para que seas feliz. ¿Te quedarás con él? Con su ayuda dirás «sí» una y mil veces, aunque te cueste, aunque no sepas a qué aventura te llama. No lo dudes. Sabrás lo que es la verdadera felicidad.

      Jesús, hoy quiero quedarme contigo. Te ofrezco mi vida, mis manos, mis pies, mis labios, para que los utilices como quieras. Dame la fuerza necesaria para buscarte, para preguntarte, para oír tu voz que me reclama «ven y verás» y sobre todo para que deje todo por ti. Gracias por llamarme, Señor.

       28 de enero La alegría de encontrar a Jesús

      Asistimos a la primera entrevista de Pedro con Jesús. Un encuentro gozoso y buscado. Andrés le comenta a su hermano Simón, con todo detalle y enorme entusiasmo, el encuentro con Jesús y le conduce hacia él: «Hemos encontrado al Mesías» (Jn 1,41). Y lo más impresionante: vemos que Jesús lo mira fijamente, atraviesa con todo amor su interior, le ama profundamente y le dice: «Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas (que se traduce Pedro)» (Jn 1,42). Maravilloso encuentro.

      Recuerda tus encuentros con Jesús. ¿Te ocurre lo mismo que a Andrés y a Juan, que llevan a sus hermanos ante Jesús para que le conozcan? ¿Sientes esa alegría cuando te encuentras frente a frente con Jesús y te mira con inmenso amor? ¿Te llenas de tanto entusiasmo que te hace exclamar: «He encontrado a Jesús y quiero contártelo»?

      Si piensas en la elección de Pedro y cotejas su elección con la tuya, puedes ver que Jesús te ama, pone en ti sus ojos, te selecciona para ser su testigo, para llenarte de alegría, de asombro, de agradecimiento y para cuestionarte: ¿qué hago con mi elección? ¿Sé llevar a otros a Jesús? ¿Le he encontrado de verdad?

      Jesús, en mis encuentros contigo, cuando esté frente a ti y sienta tu mirada amorosa, dame la alegría de comunicarte y llevarte muchas personas. Que al sentir el agradecimiento de mi elección te proclame con entusiasmo y alegría. Santa María del encuentro, llévame a Jesús para que me llene de alegría y de amor.

       29 de enero «Sígueme»

      «Sígueme» (Jn 1,43). Profunda e incisiva palabra que no solo cala en el corazón de Felipe sino en tantos otros y, cómo no, en tu vida personal. ¡Tantas veces has oído el susurro de Jesús que te dice una y mil veces: «Sígueme»! Jesús comienza su labor dirigiéndose a Galilea. Y allí va a buscar a Felipe. Este deja todo y ya nunca se separará de él.

      Jesús sale también a tu encuentro y te llama a acompañarle y a compartir su vida de misericordia, de perdón, de amor y de sencillez. ¡Qué maravilla! Párate a pensar: soy llamado a una misión grandiosa. ¿Eres digno de la elección amorosa de Jesús? No te limites a escucharle, síguele.

      Seguir a Jesús te exige ponerte en camino, transformar tu propia vida en otra diferente, dejar todo lo que te estorba para estar libre. No lo dudes. Sé capaz de dejar todo para seguir a Jesús. ¿Has descubierto, sentido y experimentado el «sígueme»? ¿Puede decir Jesús de ti: «Este es un verdadero seguidor mío»?

      Pídele insistentemente: Señor Jesús, dame un corazón abierto a tus llamadas. Ayúdame a no ponerte obstáculos y que sepa disfrutar de mi vocación viviéndola en ti.

       30 de enero «Ven y verás»

      «Ven y verás» (Jn 1,46). ¡Qué afirmación tan importante en nuestra vida! ¿Decimos en nuestra vida «ven y verás» con la alegría de sentir el encuentro con Jesús? Felipe, con su enorme entusiasmo, causa indiferencia y frialdad en Natanael. «¿De Nazaret puede salir algo bueno?» (Jn 1,46). Y, sin más, Felipe le lleva a Jesús: «Ven y verás».

      ¿Cuándo puedes insinuar a los tuyos «ven y verás»? Sencillamente cuando has tenido un encuentro profundo con Jesús, cuando le sigues y sobre todo cuando entras en pleno contacto personal con él. Piensa que el encuentro con Jesús nos cambia la vida. ¿Son así tus encuentros? ¿Invitas a otros al contacto personal con Jesús? También tú has sido llamado. Se te ha confiado una misión. No puedes dejar sin contestar las llamadas. Como Felipe, ve a Jesús. No te preocupes del cómo, pero vete y experimentarás la alegría del encuentro con él.

      Hoy te nace desde lo más íntimo de tu corazón: Jesús, yo también he experimentado tu llamada, tu «ven y sígueme», tu «ven y verás», pero soy muy débil y me dejo arrastrar por todo lo que me rodea y no oigo tu voz. He experimentado tu amor y quiero ser tu testigo. Ruego a tu Madre que interceda para que lleve una vida coherente y para que, con entusiasmo, comunique esta alegría a quien me rodee.

       31 de enero Enseñar, proclamar y curar

      ¡Qué escuetos verbos definen la magnífica misión de Jesús! «Recorría toda Galilea enseñando en las sinagogas, proclamando el evangelio del Reino y curando toda enfermedad y dolencia de su pueblo» (Mt 4,23). Ir por la vida ayudando, transmitiendo el mensaje de amor y misericordia de Jesús, haciéndonos uno y sintiendo los problemas de las personas que sufren a nuestro alrededor. ¡Qué labor tan grande y tan satisfactoria!

      Realmente vivimos nuestra historia inmersos en nuestros problemas y muchas veces somos insensibles a las necesidades de las personas que nos rodean. ¿Te has parado a pensar que muchas personas necesitan tu escucha, tu sonrisa, tu cariño? No te es difícil enseñar con el ejemplo, proclamar, llenar a los que te rodean de alegría del Reino. No te es difícil curar, compartir los males de la humanidad. Solamente hace falta que te arriesgues y te embarques en esta aventura. No dejes pasar tu vida sin un objetivo de entrega hacia los demás. No pases los días sin proclamar el amor de Jesús y sin hacer el bien.

      Es muy gratificante, al acabar tu día, haber realizado hechos contables a favor de los demás, haber devuelto la sonrisa y haber hecho feliz a alguien.

      Repítete: tengo que curar, proclamar, enseñar... Esta es la verdadera misión del testigo. Este es tu maravilloso trabajo. ¡Adelante!

      Jesús, acompáñame en el trabajo de ser como tú en la misión de cada día. Madre de la entrega, dame un corazón generoso y sensible.

      Febrero

       1 de febrero María, la mejor madre

      Asistimos a una boda a la que están invitados Jesús, su Madre y sus discípulos.