María Francisca Sierra Gómez

365 días con Jesús de Nazaret


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esquemas a su hijo Jesús. María, como madre, se da cuenta de que «faltaba el vino». Sin más, ruega a su hijo Jesús un milagro. Y ante la insistente súplica de su madre, Jesús no puede dejar de hacer lo que le pide y convierte el agua en vino. Así es nuestra madre, María, siempre atenta a todas nuestras dificultades.

      Escucha con agradecimiento a María que, observando tu vida, suplica a Jesús insistentemente: «Mira, no tiene vino, le falta el vino de la alegría, no tiene el vino del amor, no tiene el vino de la esperanza, su fe está apagada». Y deja que Jesús, al clamor de su Madre, te recobre y te llene de su vida, de su alegría y de su fortaleza.

      Si contemplas esta escena de la conversión del agua en vino por Jesús y te la aplicas, tienes que preguntarte: ¿qué vino te falta? ¿Acudes a María en todo lo que te ocurre? ¿La llamas, la invocas? Acude a María diciéndole: «No tengo vino ni ardor en mi vida, ¡ayúdame!». Y, con mucho cariño, susúrrale con insistencia:

      ¡María, eres mi gran madre! Bajo tu manto me amparo. Me arrojo a tus brazos... Escucho tus palabras suplicando a tu Hijo Jesús que llene todo lo que falta en mi vida. ¡Gracias por ser mi madre! ¡Gracias, Jesús, por darme el vino que necesito atendiendo a la súplica de tu madre!

       2 de febrero Comienza la misión

      La fiesta de las bodas de Caná ha sido el pistoletazo de salida de Jesús a la vida pública. Ha llegado la hora de consolar, curar y dar vida. Le urge ayudar a su pueblo y a la humanidad. Es necesario sobre todo liberar a su pueblo, que se ve asfixiado por la carga de muchas normas. Jesús no quiere fijar su misión en un punto determinado y ya con su madre y con sus discípulos empieza a recorrer toda Judea y Galilea. «Después bajó a Cafarnaún con su madre y sus hermanos y sus discípulos, pero no se quedaron allí muchos días» (Jn 2,12).

      Es el momento de meterte en el corazón ardiente de Jesús y sentir con él la urgencia de la misión. En compañía de María y los discípulos comienza el aprendizaje del camino del amor, observa sus palabras y sus hechos.

      Esta sencilla narración te urge a salir a la misión, a no quedarte estancado mirando la vida desde el balcón, como nos dice el papa Francisco, sino a andar el camino de la realidad de los hombres. ¿Qué haces con tu vida? ¿Te lanzas a comunicar, testimoniar y dar a conocer cómo es Dios? Estas preguntas tienen una respuesta porque Jesús necesita comunicarse a un mundo marcado por la falta de fe y de amor. Te necesita.

      Señor Jesús, gracias por ser mi ejemplo en el ardor de la misión. Que no me quede acurrucando mi vida, sino que la comunique con el fuego de tu calor sentido en la experiencia de mi vida diaria. En ti confío este gran anhelo. Que lo sepa realizar.

      3 de febrero

      La casa de Dios

      Nos dirigimos con Jesús al templo de Jerusalén y observamos el dolor que le produce ver la casa de su Padre convertida en mercado de vendedores y negocios. «Quitad esto de aquí: no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre» (Jn 2,16). Al ver así el templo, su reacción es dura y pronuncia: «Mi casa es casa de oración» (Lc 19,46). Pregúntate: ¿qué quiere decirnos Jesús con esto?

      Tu casa, tu interior, que es donde habita Dios, ¡tantísimas veces la conviertes en un mercado! A Jesús le duele tu actitud y tendrá que echar a los mercaderes que tienes dentro para convertirla en «casa de oración». Al templo interior y exterior tienes que acudir de puntillas y con actitud orante. Esta es la aventura de encontrarte con Dios.

      ¿A qué vendedores tendrá que echar Jesús de tu vida? ¿Cómo vives tu estancia en el templo o en la casa de Dios? ¿Cómo cuidas todo lo relativo al encuentro con Él: tus momentos en el sagrario, los espacios de oración, las Eucaristías, la estancia en la iglesia? Busca momentos para dialogar con el Señor y deja que te quite todo lo que estorba para que tu interior sea «una casa de oración» donde habite Dios.

      Jesús, no te enfades conmigo. Perdóname por tantas veces que he convertido tu casa en una cueva de bandidos y ayúdame a cuidarte. Que sepa rendirte el mejor culto que pueda. Enséñame a rezar, a cuidar el silencio, la Eucaristía, la intimidad, la escucha de tu Palabra y el diálogo contigo, Señor. Madre del silencio, enséñame a cuidar mi vida interior.

       4 de febrero Urge «volver a nacer»

      La maravillosa entrevista nocturna tan cálida nos impresiona y, ¡qué suerte tuvo este fariseo y maestro de la Ley, Nicodemo! No te pierdas toda la conversación de una persona llena de inseguridades y un Jesús deseoso de dar respuesta a todas sus inquietudes. Te sorprenderá la famosa frase que lleva a un verdadero cambio de vida. «En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de nuevo, no puede ver el reino de Dios» (Jn 3,3). Este fariseo se siente atraído por la persona de Jesús, pero tiene miedo a alejarse de sus seguridades, de sus ideas. Jesús, en cambio, lo invita a cambiar de perspectiva, a renacer de lo alto y a hacerse de nuevo. Esta es la nueva vida que le ofrece Jesús a Nicodemo y a cada uno de nosotros.

      No puedes llevar una vida de cristiano sin manifestar tu experiencia de fe. No puedes sentir miedo y vergüenza de mostrar tu vida comprometida con Jesús. No puedes tener miedo a arriesgar tus intereses y posición a causa del Evangelio. Y para esto tienes que «nacer de nuevo». Pero, ¿qué significa nacer de nuevo? Cambiar el corazón, renacer, renovarse. Realmente, ¿no necesitas «renacer de nuevo» y cambiar el orden de valores de tu vida? ¿Tienes esa libertad de espíritu o actúas por temor, por prejuicios o por aparentar una vida irreal? Dejarás que surja en ti una nueva vida.

      Jesús, gracias por descubrirme una vida nueva. Concédeme la gracia de nacer de nuevo. Con tu ayuda lo conseguiré. Que sepa ser valiente para dejar las redes que me atan. Creo en ti. Confío en ti, Señor.

       5 de febrero El proyecto de Dios

      Estamos con Jesús en plena conversación nocturna con Nicodemo, a quien después de explicarle la nueva vida, le revela el plan de amor de Dios que tiene para el hombre. «Porque tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna» (Jn 3,16).

      Dios es un Padre bueno y Jesús quiere que nosotros, a través de Nicodemo, lo experimentemos. Piensa con plena paz y confianza: «Dios ama tanto al mundo...», Dios me ama tanto a mí que me cambiaría por completo. Sentirte amado por Dios te tiene que dar fuerza para seguir una vida al estilo de Jesús. Tu alegría, paz y confianza son tan grandes siendo conocedor de que «Dios te ama incondicionalmente», que te llenarás de fuerza para superar tus propias debilidades.

      Este es el mensaje que, con tu experiencia de ser amado por Dios, debes transmitir a todo el que se te acerque. Dios es un Dios de misericordia. Tienes que ser espejo de este mismo amor con todas las personas y en todas las circunstancias. ¿Vives de ese amor? ¿Dudas de él? ¿Qué le falta a tu fe? Hoy te comprometerás a encender en los demás el amor de Cristo.

      Tu diálogo con Cristo será: ¡Qué alegría, Jesús, sentirme querido por ti! Que viva el amor que diariamente me das y que aprenda a comunicarlo con fuerza. Gracias por tu proyecto de amor que tienes conmigo.

      6 de febrero

      «Que él crezca y yo disminuya»

      ¡Qué petición tan necesaria en tu vida ordinaria! Dejar que el Señor crezca cada día más en ti.

      Asistimos a una discusión de los discípulos de Juan. Estos sienten cierta envidia porque Jesús va teniendo más discípulos que su propio maestro. Ante este sentir, Juan les explica su papel y da su último testimonio de Jesús. «Él tiene que crecer y yo tengo que menguar» (Jn 3,30). Les explica que el verdadero Mesías es Jesús y que él es sencillamente su precursor. No le interesa ser protagonista, quiere menguar hasta que crezca Jesús: «Es necesario que él crezca y que yo disminuya» (Jn 3,30). ¿A qué te lleva este pensar y actuar de Juan Bautista?

      ¿Qué mueve tu actuar? ¿Lucir tus cualidades y talentos, o llevar a las personas a Cristo? ¿Dejas crecer a Jesús en tu vida disminuyendo tu yo?

      Hoy tu compromiso ante esta Palabra será agradecer, disminuir, quitar tus vanaglorias, y hablar y actuar con la elegancia