Fernando Gonzáles

Santander


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y, por último, el Género Humano, el último hombre de Nietzsche, impropio para la vida terrestre, listo para la vida celícola. ¿No se adivina en el drama histórico que tal será el fin de la humanidad?

      Cuando a través de la brega (luchas, nacionalismos, odios y amores) los hombres se hayan comprendido, aparecerá el último hombre: último, porque ya no obrará, pues actuamos a causa de las pasiones, de la incomprensión; el dolor y la limitación son padres de la acción. Este último hombre ya no tendrá qué hacer en la tierra, y suponemos que pasará a otro astro o región en donde se le ofrecerá nueva escuela para su ascenso al equilibrio divino… ¿O será la vida aquella rueda, el eterno retorno? ¿Volverá a suceder este instante, volveremos a vivir a Santander, a estudiarle, siempre lo mismo y eternamente lo mismo según Heráclito y Nietzsche?

      Así, pues, este retrato de Francisco de Paula Santander tiene como fines el de incitar la inteligencia, ayudar a los gobernantes de América, honrar a la humanidad, y está dedicado a la juventud americana.

      Se nos presenta, en primer lugar, el problema del héroe nacional. ¿Cuál es su significado sociológico? Su papel es el de aglutinador de la nacionalidad cuyo dios es.

      La nacionalidad se halla dispersa e inconsciente: entonces principia a concretarse alrededor del héroe nacional, como su núcleo. Pero entiéndase bien que la figura de éste no aparece de una vez, perfecta ya, sino que es fenómeno vivo y como tal va creciendo y perfeccionándose en la medida en que las necesidades de la nacionalidad, en formación también, lo exigen.

      Así, el héroe nacional no es propiamente una figura histórica, sino que tiene de leyenda o de invención lógica de la nacionalidad a que sirve de núcleo: trátase siempre de personaje que fue histórico y sobre cuya historicidad va laborando la psiquis nacional, quitando aquí, agregando allí, puliendo, falsificando documentos mediante interpretación que tiene de lógica vital. En tal sentido diremos que el héroe nacional es padre y es hijo a un mismo tiempo de la nacionalidad. ¡Hermosos secretos de la biología!

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      Como Santander es un falso héroe nacional, el propósito de este libro es destaparlo. Colombia, guiada por él y sus hijos, que hoy nos gobiernan, va por torcido y oscuro camino que conduce a la enajenación de almas y tierra, cielo, mar y subsuelo. Un instinto poderoso, atracción por la verdad, nos guía en esta obra. Ella sería antipatriótica si realmente el Mayor Santander fuera representativo de los nueve millones de colombianos que poblamos este territorio. Pero no lo es, y una voz nos ordena destaparlo, para que la juventud le evite.

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      Refiriéndonos a los héroes nacionales de las actuales repúblicas suramericanas, viene el fenómeno triste: como el Libertador no fue ni puede ser héroe nacional, sino continental o universal, estos países, bajos aún en la escala biológica, al proceder a la formación de sus héroes, lo han hecho y realizan a expensas de Bolívar: le quitan de aquí a su gloria; le sustraen de allí a su acción; le roban en Colombia; le despojan en el Ecuador, y le insultan en Argentina y Perú. Porque ante esta obra de fatalidad biológico-social que se cumple en la formación de héroes nacionales, la necesidad no respeta nada; se nutre de lo que encuentra a mano, como la planta que aprovecha las oportunidades que la rodean. Lo que se oponga a la figura naciente, al progreso formativo de esos núcleos de nacionalidades, es destruido. Y como Bolívar es el único que dio grandeza épica a la emancipación, vivificando a las montoneras del continente americano, ha resultado preciso robarle, aminorarle, para que sean posibles los héroes nacionales. ¿Cómo hacer grande a Santander si no disminuyen a Bolívar? ¡Robémosle, pues, la campaña de Boyacá…! ¿Cómo engrandecer a Páez, al llanero valentón? ¿Cómo gestar a San Martín, sino a expensas del Libertador?

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      El universo se compone de formas determinadas cuyo conjunto es otro organismo. Y ni los individuos, ni los pueblos, ninguna cosa acrece su energía expansiva sino por su limitación: concretarse para obrar; encerrar el explosivo dentro de la cápsula; recogerse para dar el brinco; nacimiento de la familia, del municipio y de la provincia… El papel sociológico del héroe nacional es agrupar, fortalecer el grupo, crear la nacionalidad.

      Porque comprendemos las necesidades vitales, perdonamos, desde esta altura, el cruel despojo que hacen de Bolívar. Y si el Mayor Santander respondiera a las necesidades de la actual Colombia, si no fuera héroe falsificado, este libro carecería de finalidad.

      Ya no vemos en América sino héroes nacionales y cada vez más befada, más robada, la figura histórica del Libertador. Una necesidad biológica, mal dirigida por los llamados directores de la juventud, hace que inconscientemente algunos y con perversidad los más, le hayan robado a Bolívar hasta la sublime campaña de 1819 desde Mantecal a Boyacá, y que oligarcas de Buenos Aires, y peruanos, que son los huérfanos de héroe en Suramérica, le roben la libertad del Perú. Pero de varias formas aparece otra: de las células, el animal o vegetal; de los individuos, el municipio; y de estos, la república.

      De las nacionalidades en formación de América, tenemos el Continente, y de los continentes, la sociedad humana. Hay seres que trabajan sociológicamente en la formación de estos organismos universales. Más alto aún están Buda y Cristo, cuya brega fue por la formación de la unidad divina: los hijos de Dios. Con la sustancia única trabaja Spinoza y también Giordano Bruno.

      ¿Percibimos ya qué cosa es héroe nacional y quién es Bolívar? ¿Comprendemos ya que no es posible comparar, equiparar al héroe con el dios? ¿Cómo concebir a Bolívar de héroe nacional, de héroe de Colombia o del Perú? ¿Y a Cristo como héroe nacional hebreo? ¿A Buda, hindú?

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      El héroe nacional es necesario, es manifestación sociológica de este drama llamado historia.

      ¿Cómo se forma el héroe nacional?

      Aquél que fue brazo y boca de los instintos, limitaciones y tendencias de un pueblo (gentes que desde largo tiempo conviven en terreno más o menos circunscrito), ese tal fue hombre fuerte, porque palabra y obra eran representativas (latencia biológica): el futuro se asomaba en él. Durante su vida aparece triunfante, bandera, a pesar de momentáneas derrotas (que son los momentos en que surgen instintos opuestos, anárquicos). Muerto, vive como símbolo y guion.

      Y ¿cómo se forma su imagen histórica?

      Los pueblos, inconscientemente, le quitan lo impropio y le aumentan virtudes: es la obra lenta de la purificación. En tal sentido la historia es mistificadora, pero mistificadora lógica y que responde a necesidades vitales del devenir. El pueblo va haciendo del héroe la imagen de lo que desea llegar a ser; en ella materializa su programa, encarna su futuro. Es el mismo génesis de los dioses, en escala menor. Dios es lo que nos falta y que anhelamos: es el hombre perfecto, el ideal en cada época de épocas. También el cielo es la morada en donde hallaremos lo que anhelamos, todo íntegro… No es Dios, pues, el creador del hombre, sino que éste crea a su imagen culminada a su Dios; y crea también su casa ideal, el Cielo, e inventa a su hombre político, el Héroe Nacional.

      Así, sin culpa, es como se falsifican los documentos, destruyendo los perjudiciales, interpretando favorablemente las dudas y creando las leyendas. ¡Inmenso poder del espíritu humano, que se unifica con el todo en el abismo (subconsciencia) y cuya cima lleva lucecilla admirable, engañosa pero divina: la conciencia! ¡Inmenso poder del espíritu humano, con su facultad de olvidar lo perjudicial, y agrandar y tener presente lo que le conviene! ¡Creador así de dioses, cielos y naciones! En tal sentido el hombre es creador…

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      El espíritu neogranadino que aún perdura como elemento oficial, gobernante, dirigente de Colombia, del general Santander ha olvidado la cobardía, ha cubierto la pequeñez y le ha envuelto en la gloria de Bolívar: por eso aparece hoy, a los cien años de su muerte, como el indudable héroe nacional de los granadinos de