Fernando Gonzáles

Santander


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Buenos Aires en Argentina, sin problema racial, demócratas, ricos y prometedores… De este pueblo no es héroe nacional el general Santander.

      De la capa neogranadina que cubre y tiene atontado a este gran pueblo que ya va a nacer a la conciencia política, ¡sí es héroe nacional el Mayor Santander!

      Por eso este libro está dedicado a la juventud. A la juventud colombiana que es, con la de México, la más americana por su sangre y por sus promesas de originalidad.

      Santander es un amago de héroe con que quiere estafarnos la moribunda Nueva Granada.

      * * *

      Argentina es gran país, pero hidrocéfalo, cubierto por Buenos Aires. Allá también, los europeizantes, los nobles bonaerenses, han pretendido imponerles un héroe nacional, a San Martín, el general chileno y español: militar que no amaba a la Argentina, que en Chile arrió su bandera y que guerreó por mero amor al arte. El héroe argentino está entre los caudillos, Quiroga, Rosas o Irigoyen. Ponemos a éste, porque de los caudillos heredó su fuerza y el sentido histórico futurista: el único gobernante que en setenta años ha tenido Suramérica.

      * * *

      Para exponer la historia de la mistificación hecha en la Argentina en perjuicio del Libertador y a favor de San Martín por los oligarcas que desde Buenos Aires han dominado al gran pueblo, traeremos aquí los comprobantes. Valgámonos para ello de armas cogidas al enemigo. Se trata de robar a Bolívar la independencia del Perú, y es preciso atribuir a San Martín capacidad, pero desinterés… San Martín no representa la Argentina, no tiene respaldo en ella. Monarquista, despreciador de América e incapaz de la obra. Se acabó después de las batallas de Maipú y Chacabuco, y traicionó la obra iniciada en su campaña. Fue después, al ver ya libertada a América, cuando San Martín habló nuevamente de tales negocios…

      Oigamos, para comprobarlo, las palabras de Sarmiento y las de Mitre, padre y señor de la oligarquía del Plata:

      PRIMERO.—San Martín no es manifestación americana.

      “San Martín habíase educado en Europa y llegó a América, donde el gobierno era el revolucionario, y pudo formar a sus anchas el ejército europeo (subraya F. G.), disciplinarlo y dar batallas regulares, según las reglas de la ciencia. Pero si San Martín hubiese tenido que encabezar montoneras, ser vencido aquí para ir a reunir un grupo de llaneros por allá, lo habrían colgado a su segunda tentativa” (Domingo F. Sarmiento).

      Vivió en América los primeros ocho años de su vida. Luego estuvo de 1812 a 1823. Vivió, pues, en América 18 años y murió setentón en Europa. En la Argentina propiamente vivió muy poco.

      Definitivamente, en América hay monederos falsos: los oligarcas bonaerenses y los neogranadinos en Colombia.

      SEGUNDO.—San Martín era incapaz de luchar en América.

      “Una proclama de San Martín, que por su tono jactancioso contrastaba con su actitud modesta de vencedor (cuando llegó al Perú), llamó a las armas a los habitantes, prometiendo terminar la campaña en cuarenta días. No era imposible del todo tan gran resultado, si la palabra hubiese sido acompañada de la acción; pero lejos de esto, no sólo no dio nuevo impulso a la guerra, sino que la paralizó, cometiendo graves errores militares, que revelaban la falta de un plan fijo de operaciones o tan sólo un plan negativo. Había querido hacer una campaña pacífica, de evoluciones, conquistando sin batallas” (Bartolomé Mitre.—Historia de San Martín y de la Emancipación. Tomo 2.°, págs. 677 y 678).

      Llegó al Perú: conoció mulatos y mestizos, y no fue capaz… ¡A París!

      TERCERO.—San Martín no tuvo visión original ninguna de América.

      “El 5 de octubre de 1820 se reúnen en el pueblo de Miraflores, a 11 kilómetros de Lima, los comisionados de San Martín y los del virrey Pezuela. Proponen los comisionados de San Martín coronar en América un príncipe de la casa reinante de España” (Mitre.—Historia de San Martín, págs. 549 y 553, tomo 2.°).

      “2 de junio de 1821: entrevista de San Martín y de La Serna en la hacienda Punchancha. Proposición de San Martín: que se nombre una regencia que gobernará independientemente al Perú, de la cual debía ser presidente La Serna, hasta la llegada de un príncipe de la familia real de España, que sería reconocido por monarca, ofreciéndose el mismo San Martín para ir a traerlo” (pág. 655 ídem).

      Dice Mitre, comentando:

      “Esta proposición, que dejó atónitos a los realistas y que acogieron con visibles señales de contentamiento, tuvo el apoyo caluroso del comisionado regio y de sus colegas. Era muy grave la responsabilidad de San Martín ante la historia, al reaccionar contra su propia obra” (pág. 653 ídem).

      Bolívar era la fuente original. Libertó y creó Derecho Constitucional sudamericano. Lo admirable en la constitución boliviana fue el impulso hacia la originalidad. Ni monarquía ni república democrática: constitución propia para la raza en devenir.

      CUARTO.—Se sintió incapaz de la obra.

      “Cometió muchos errores (en el Perú), disgustando a sus oficiales. Se desacredita. Se retira, soñando en monarquías, odiado por el pueblo de Lima, disgustado con el almirante Cochrane. Al llegar a Chile encontró que su nombre era execrado allí como el de un verdugo” (págs. 21, 30, 90 a 93, 109, 116, 137, 146, 147, tomo 3.° de la obra de Mitre precitada).

      Aquí queda explicado lo que pudo pasar en la conferencia de Guayaquil entre Bolívar y San Martín.

      * * *

      ¿Qué significan entonces San Martín y Santander como héroes nacionales de Argentina y de Colombia?

      ¿Qué energía se manifiesta en estos fenómenos históricos? Ya lo hemos indicado. Téngase presente que la emancipación suramericana no fue decretada por los pueblos, los cuales no tenían aún existencia, pues estaban en la esclavitud de la ignorancia. Fue obra de las aristocracias criollas, en las que había influido la revolución francesa, a través de lecturas ocultas. Por eso la facilidad con que los pacificadores ahogaron los primeros movimientos, valiéndose precisamente de los mismos pueblos de las colonias. Los soldados que vencieron a Miranda y a Bolívar en Venezuela fueron venezolanos, y con soldados granadinos se destruyó la Patria Boba.

      San Martín es la oligarquía europeizante que siempre ha dominado en Buenos Aires. Hay en la Argentina, siempre latente y algunas veces ha querido surgir, fuerza original, representada por los caudillos: con Rosas imperó, pero fue ahogada; hace muy poco actuó, consciente ya, en Hipólito Irigoyen, y parece que la juventud argentina comienza a ver claro que su originalidad no está en San Martín ni Mitre, en Justo ni en Ortiz. Manuel Gálvez y sus compañeros están haciendo obra de reconquista.

      Ciento diez años hace que en Colombia se trabaja por hacer de Santander el héroe nacional. Pero cada día se observa mayor oposición.

      Creemos nosotros que tal deseo responde a la necesidad de crear las fronteras con Venezuela. La conciencia nacional latente impuso esa falsificación santanderista: por eso hemos padecido esta literatura, historia y gobiernos granadinos. No siempre han procedido de mala fe; la fatalidad biológica les ha convertido en monederos falsos. Así nos explicamos las polémicas históricas con los venezolanos.

      Y ¿cuál la explicación de esta otra tendencia que reniega de Santander? Que no es, ni puede, ni debe ser el héroe de la Colombia que ya se formó y que comienza a gobernar. Alfonso López, que fue democrático y cruel con los oligarcas, y la lucha contra el espíritu rabulesco, son indicios de que el pueblo comienza a manifestarse.

      Un ejemplo es el occidente colombiano, unificado por la raza antioqueña, y que es factor novísimo. No intervino en la emancipación. Zea, los Restrepos, Uribes, Córdovas, etc., actuaron entonces, pero no con personalidad antioqueña. Su acción no fue representativa de tendencias raciales, pues Antioquia estaba amorfa. Intervinieron en calidad de educados en Bogotá y Popayán o influenciados por tales centros. De ellos, Córdova fue el único indicio de la raza.