relativamente sencillo, sentía que era algo difícil de explicar holísticamente.
Debo reconocer que resulta sorprendente la capacidad que tenemos los seres humanos de hablar sobre cosas que no entendemos. Yo hablaba de propósito con todo el mundo, pero en realidad ahora me doy cuenta de que estaba lejos de comprender de porqué hablaba realmente. Mientras estaba escribiendo este libro, le pregunté a distintos “expertos” en la materia qué significaba para ellos o cómo lo definían. Solo uno de ellos logró esbozar un concepto más allá de una breve definición. Ni les cuento lo que pasó cuando pregunté cómo definirían una empresa con propósito. Ahí no obtuve ni una sola respuesta coherente o clara, aunque este es otro tema que será, espero, objeto de un próximo libro.
Existen varios autores que han aventurado una definición. La gran mayoría de ellos concuerda en que el propósito es importante porque:
1. Nos brinda dirección.
2. Nos permite encontrar el sentido de nuestra vida.
3. Nos invita a trascender al contribuir a algo más grande que nosotros mismos.
Esta información ya era un buen comienzo, pero sentía que aún era insuficiente. ¿Qué significa cada una de estas aseveraciones?
También me encontré con autores, artículos y blogs en internet que acercaban el propósito a otros conceptos como la pasión, la vocación, esa chispa, o un llamado en la vida, lo que se conoce habitualmente en los países anglosajones como calling. Me preguntaba si estas ideas eran distintas entre ellas o tan solo diferentes formas de referirse a lo mismo. Justamente, la escritura de este libro me ha permitido darme cuenta hasta qué punto el propósito es un concepto que sobrepasa, en riqueza y complejidad, todas las ideas anteriores.
Por otro lado, en el proceso me encontraba con personas que me desalentaban. Para muchos, estos temas son del primer mundo y no aplican a países en desarrollo o en vías de desarrollo, como los latinoamericanos. Pero basta con mirar a nuestro alrededor para descubrir que nos hemos transformado en víctimas de nuestro propio ego. Ese que nos lleva a construir una falsa imagen de nosotros mismos para protegernos ante las agresiones del mundo. Y víctimas ante la voracidad de éxito. Los problemas de salud mental relacionados al estrés, desórdenes de ansiedad y los casos de depresión, se han ido por las nubes en los últimos treinta años, a pesar de que el PIB per cápita ha ido en aumento. Si bien no podemos negar que aún existen carencias materiales que saciar, la crisis que estamos presenciando no es de tal naturaleza, sino que es existencial, espiritual.
Comprendo la resistencia, pero tengo certeza de que la gran barrera para avanzar en esta línea es conocer realmente de qué hablamos cuando hablamos de propósito. Después de mucho buscar, me di cuenta de que la única manera de poder desarrollar y comprender a cabalidad el concepto era indagando en distintas disciplinas o ciencias. Las respuestas no estaban enteramente en la psicología positiva, sociología, antropología, filosofía, teología o neurociencia, sino parcialmente en todas ellas.
En ese momento comenzó un gran desafío. Empezar a estudiar ya no lo que estaba disponible para el público en general, sino que toda la literatura especializada que podía encontrar al respecto, tesis doctorales, artículos científicos y libros filosóficos, entre otros. Entonces, tuve que aprender a desaprender todo lo que había leído y escuchado hasta el momento y ponerme a estudiar esto en serio. Me guiaba un solo norte: tener una visión holística de qué es el propósito para lograr culminar esa transformación que estaba viviendo y que me permitiera descubrir cuál era mi propio propósito en la vida, si es que lo había. El resultado de esta búsqueda es lo que quiero compartir en este libro con ustedes.
Rudolf Steiner.
Parte I:
¿Qué es el propósito?
Capítulo I
Las preguntas que no encontraban respuesta
Cuando partió mi investigación, de lo que todos hablaban era del concepto japonés ikigai y del Golden Circle de Simon Sinek (puedes profundizar sobre estos conceptos en el Apéndice I). Leí y estudié cada uno de estos conceptos tratando de encontrar las respuestas a tantas preguntas que tenía, pero si bien ambos me sirvieron para inspirarme y adentrarme en el asunto, no lograba atar todos los cabos sueltos. Sinek desarrolla la importancia del por qué de lo que hacemos y lo conecta con la parte emocional de nuestro cerebro. El ikigai habla de aquello que amamos, en lo que somos buenos, la contribución al mundo y por lo que nos pueden pagar.
Pero tenía la sensación de que el propósito debía también comprender conceptos tan importantes como la intención, la consciencia de uno mismo, nuestra identidad, el correcto actuar o la virtud, nuestros valores y la motivación. Tampoco lograba entender bien si el propósito y el sentido de la vida eran lo mismo o no. Al mismo tiempo, tenía dudas respecto a la relación del propósito con el amor y el concepto que manejamos sobre lo que es el éxito y la felicidad. Lo otro que no acababa de comprender es a lo que se referían cuando hablaban de trascendencia: no me bastaba con saber que era algo más grande que nosotros mismos. Seguro había mucho más por indagar y que se relacionaba, en alguna medida, con la espiritualidad (otro concepto que me costaba procesar).
Después de darle muchas vueltas y de tratar de ordenar todas las dudas que merodeaban en mi cabeza, llegué a la conclusión de que el asunto del propósito lo tenía que abordar respondiendo a dos grandes preguntas:
- ¿Qué es el propósito?
- ¿Cómo descubro el mío?
La primera pregunta la desarrollaremos en este capítulo, mientras que a la segunda responderemos ulteriormente.
El significado de la palabra
Para definirlo usaremos, en primer lugar, buscaremos qué dice el diccionario de la Real Academia Española (RAE), una costumbre que me quedó arraigada de mis tiempos de abogada. Según éste, el propósito (del latín proposĭtum, término integrado por el prefijo pro, que indica una dirección, y positum en el sentido de poner hacia adelante) se puede definir de tres maneras:
1. Intención o ánimo de hacer o de no hacer algo.2. Objetivo que se pretende conseguir.3. Asunto, materia de que se trata. |
Las dos primeras definiciones son centrales: el propósito puede ser una intención y un objetivo. La tercera no la utilizaremos, pues se usa para hacer referencia a otra cosa, es sinónimo de “razón de algo” como, por ejemplo, a propósito de este libro.
Si bien la definición de la RAE es algo escueta (como suelen ser las definiciones) nos brinda un buen punto de partida. Por un lado, la intención es la determinación de nuestra voluntad hacia un fin, y un objetivo es aquello a lo que se dirige o encamina una acción. Esto puede sonar muy abstracto y filosófico, pero la realidad es que hay “algo” dentro de nosotros que quiere expresarse en el mundo exterior. Y pareciera ser que cuando hay coherencia entre lo que somos genuinamente y lo que hacemos en nuestro día a día, sentimos que estamos viviendo nuestro propósito. Veremos más adelante que no son excluyentes, y que la intención y el objetivo representan las dos caras de un mismo concepto.
Esta intención que se dirige hacia un objetivo es algo que Aristóteles ya había observado. Para el filósofo griego, todo en la vida se orienta a un fin último, y utilizó el concepto de teleología —que proviene del griego telos, que significa propósito— para referirse a la doctrina que estudia la finalidad de las cosas por sus